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El oeste implora por las lluvias que aún no llegan

Si bien es la región más árida de San Luis, en lo que va del año cayeron menos de 200 milímetros en Desaguadero y zonas aledañas, según la Red de Estaciones Meteorológicas. Las pasturas escasean y los rodeos sufren la falta de alimentación.

Por Magdalena Strongoli
| 04 de noviembre de 2018

La sequía en el Departamento Pueyrredón se sintió fuerte en la últimos meses. Ausencia de pasturas, falta de agua en las represas y la mortandad de algunos vacunos son los principales problemas que tuvieron los habitantes de Chosmes, Alto Pencoso y Las Jarillas que son las localidades puntanas que la revista El Campo relevó en la última semana, en la que las lluvias comenzaron a llegar tímidamente.

 

Se trata de pequeños criadores que saben lidiar con la escasez de alimentos, pero que esta vez afrontan una realidad que superó todo lo conocido. Pero no todo está perdido, el veterinario y funcionario del Ministerio del Campo, Martín Rodríguez, aseguró que en estos casos el buen manejo en la cría es fundamental.

 

Los efectos del clima no perdonan. Ni en las tierras más fértiles, ni en la peor aridez. Grandes y pequeños productores, todos afectados, también por la malaria económica, sostuvieron que nunca vivieron una seca de esta magnitud. Luis Molina es un productor de Alto Pencoso y tiene un rodeo de 200 vacunos. "En la zona recibimos agua del acueducto Nogolí, pero sin lluvias no se llegan a llenar las represas, lo que complica al animal. Además de los problemas que trae la escasez de agua, las vacas se empantanan y no pueden salir. Esa es una de las causas de muerte de los animales", contó el hombre, que está hace 40 años en la zona.

 

Los productores hacen lo que sea por tratar de salvar a sus animales. En algunos casos pagan camiones cisterna para llenar las represas. En otros, los suplementos alimenticios son una alternativa que vale decir, se le va de los números a cualquier buen criador por los costos de los fardos de pasto.

 

Molina tiene su campo a pocos metros de la entrada a Alto Pencoso. Al lado tiene una vecina, Sandra Salomón, con tan solo 30 cabezas, de las cuáles dos murieron. "La vaca que se cae al suelo, muere. Además, en mi caso, tengo animales con mal genio, lo que me complica tratar de levantarlas o alimentarlas cuando no se pueden incorporar", dijo el hombre, que  en lo que va del año perdió cinco cabezas. "Compramos el alimento, pero no es fácil conseguir. Además, un fardo de pasto cuesta 200 pesos y alimenta un solo animal durante dos días. Nadie en la zona tiene cultivos para compartir. Eso empeora nuestra realidad", asegura resignado.

 

Molina tiene un hermano en Jarilla que compra pasturas para un rodeo de aproximadamente 250 animales, pero que debe seleccionar a cuál darle, según el estado físico, ya que le resulta imposible suplementar a todos.

 

“Los animales no sólo sufren el hambre y la sed, también se empantanan. Yo ya sé que la vaca que cae al suelo, no se levanta más. Es desesperante", dijo Luis Molina. 

 

 En esta época comienzan las pariciones de primavera, que en el caso del productor de Alto Pencoso representan otra pérdida ya que las madres no tienen fuerza para que los terneros nazcan. "Asistimos a las hembras, pero tienen un estado corporal tan débil que  las crías mueren antes de nacer", contó lamentándose, y agregó que el año anterior tampoco llovió, por lo que traen el acumulativo de sequías. "Hemos tenido épocas complicadas, pero nunca como la que vivimos ahora", aseguró.

 

Luis Quevedo tiene más de 200 cabezas en un campo de 600 hectáreas en Jarilla. Ellos corrieron con mejor suerte. El 16 de setiembre cayó un aguacero, pero no pudo ser completa la felicidad, ya que además trajo piedra.

 

"Llovió cerca de 100 milímetros. Con eso llenamos la represa, que en la actualidad necesita ser cargada de nuevo. Nuestros animales murieron ahogados en el momento en el que el gran bebedero no tenía agua", dijo Quevedo sobre una de las maneras que hay de perder hacienda en el oeste. El productor contó que las patas de los vacunos se empantanan en el barro de la represa y luego no pueden salir para alimentarse. Al momento en el que se desmayan por la falta de alimento, la cabeza cae en punta sobre el agua y así dejan de respirar para finalmente morir de la manera menos pensada.

 

Quevedo asustado por el año seco que transcurría decidió traer camiones hidrantes desde el arco de De-saguadero o de Alto Pencoso. La erogación para el productor le representó cerca de 2.000 pesos por cada camión. "Un animal toma cerca de 80 litros de agua por día. A veces traíamos hasta 10 camiones diarios", explicó el hombre que agregó que aprovechaban la disponibilidad del móvil para hacer esos viajes y evitarse tener que pedir uno a la ciudad de San Luis, el que por la distancia, tiene un mayor valor en el precio.

 

Ellos reciben agua del acueducto pero con poca presión. "Al parecer ese ramal con más fuerza del agua, se rompe. Por esa razón estamos en tratativas para la obra de un nuevo tramo para que ingrese a 11 campos de la zona. Serán 11 kilómetros de acueductos", aseguró y agregó que una vez que esté saldado el monto de la manguera que está a cargo de los productores, el Gobierno de la Provincia solo tardará 30 días en llevar el fluido.

 

Antonia Reta y Mario Olguín son habitantes de toda la vida de Jarilla. Olguín a sus 80 años alquila un campito ceca de su casa en el que aloja un rodeo de 80 animales. Ellos fueron los más castigados. "Últimamente vendemos el ganado para pagar el arrendamiento del campo y para comprar las vacunas. En lo que va del año hemos perdido 20 cabezas. Creemos que es la falta de pasto lo que generó la muerte de los animales", relató Nelson Olguín, que ayuda a sus abuelos Mario y Antonia en la cría de ganado.

 

Mario ama el campo. Creció en esas tierras y si bien conoce de los avatares  de la aridez, no deja de lamentarse por la pérdida que le significará. "Acá llueve poco y estamos acostumbrados a tener inconvenientes para criar animales. En los últimos días encontramos 8 vacunos muertos".

 

Matías Mora tiene su establecimiento en Chosmes. Allí también la sequía es importante. En su caso contó que encontraron tres vacas viejas muertas, pero no los sorprendió, son las que habitualmente no aguantan. "Toman mucha agua, lo que les inflama el estómago. Se caen y luego no pueden levantarse. El estrés que les genera ese momento ni siquiera les permite comer desde el suelo algún suplemento que les acerquemos. Pierden toda la fuerza. Después de 6 ó 7 días mueren. Con las vacas nuevas pasa que muchas veces presentan buen aspecto, pero con un estado poco favorable que también hace que las perdamos".

 

Mora tuvo que hacer una inversión para cuidar su rodeo. "Nosotros por mes gastamos entre 40 y 50 mil pesos en rollos de pasto, lo que representa un gasto enorme pero muy necesario en los tiempos que corren", contó el productor, que tiene su campo en la Ruta Nº 7, a 22 kilómetros de la ciudad de San Luis.

 

Los que saben y conocen la zona aseguran que hay maneras de prevenir las grandes pérdidas en el semiárido, donde siempre es probable escaseen las precipitaciones. Rodríguez, que es el jefe del Programa Producción Agropecuaria y Arraigo Rural, aseguró que en el Departamento Pueyrredón existen productores pecuarios no solo vacunos, también caprinos, que su mayoría son de baja escala.

 

Contó que la carga animal es un elemento necesario a tener en cuenta para la conservación del alimento que se da en los suelos en forma natural. Aseguró que es muy importante destinar espacios propios a cada especie.  "Toda la planificación tiene que ser en torno a las precipitaciones anuales históricas. A partir de allí hay que decidir  cuántos animales entrarán por cada hectárea", dijo el profesional, que agregó que no sirve someter a los campos en años muy húmedos porque luego no se recuperan las pasturas.

 

Alambrar o poner boyeros es otro de los trabajos que los criadores deben tener en cuenta para sectorizar correctamente los lotes que luego deberán soportar el paso del ganado. "De esa manera se conservan los suelos y se puede trabajar con pasturas diferidas en los momentos de escasez, tal como se da en el invierno. También es importante sacar los terneros del rodeo luego del momento del destete, porque después se ponen muy pesados. Además la presencia de la cría aumenta los requerimientos nutricionales de la madre".

 

"La implantación de pasturas megatérmicas es una opción que no debe ser descartada. Capacitar al productor en la recuperación del pasto natural y para que aprendan a programar la rotación y los momentos en los que se deben realizar los descansos, que pueden ser una o dos veces al año es importante para un óptimo desarrollo productivo", dijo el técnico, como una forma de aumentar la disponibilidad forrajera en campos agrestes.

 

Tomar nota de cada trabajo que se hace con los animales y en el establecimiento permitirá al productor llevar un mayor control en la cría. "En cuanto a la sanidad animal, hay que atacar la parte reproductiva y hacer prevención en materia de parásitos y enfermedades bacterianas y virales", aseguró el funcionario, quien estuvo en la zona hace tres años implantando Buffel Grass con el Plan Pasturas y vuelve permanentemente para asistir a los criadores en aspectos sanitarios relacionados con el Plan Toros. Hacen tomas de muestras para detectar enfermedades reproductivas y, si detectan un toro enfermo, lo reponen por otro sano, de mejor genética, comprado en algún remate realizado en la provincia. Nada de eso tiene costo para los pequeños productores, aquellos con menos de 100 vacas.

 

No todo está perdido. El año es malo. Las precipitaciones no son las esperadas pero está por comenzar la temporada húmeda y todavía quedan milímetros por acumular si es que el cielo se apiada del oeste puntano. Nunca es tarde. Es posible comenzar a informarse y realizar los trabajos necesarios para optimizar los pocos recursos con los que cuenta el semiárido. 

 

 

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