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Están presos, van a la escuela, y ganaron en la Feria de Ciencias

Los internos crearon un bastón para ciegos que utiliza sensores. Se presentaron en la instancia nacional y fueron premiados. 

Por María Florencia Sosa
| 09 de diciembre de 2018
Ganaron. Marcelo, Ricardo y Julio en el ingreso de la escuela que está en la penitenciaria. Fotos: Martín Gomez Video: Marina Balbo

El proyecto de Ricardo Corzo (46), Julio Ávila (60), Marcelo Lucero (42), Miguel Sosa y Roberto Barzola fue destacado en la Feria de Ciencia Nacional. A diferencia de muchos alumnos que comienzan a cursar a los seis años, Marcelo aprendió a leer y escribir a los 39 en la Escuela N° 443 “Islas Malvinas” de la Penitenciaría provincial. En la secundaria se cruzó con Ricardo, Julio, Miguel y Roberto, donde unieron sus talentos, sus conocimientos y la creatividad para construir un bastón con sensores ultrasónicos que permite a las personas ciegas detectar obstáculos como árboles, piedras, carteles, ramas o un aire acondicionado mal ubicado. El dispositivo brinda el tiempo necesario para esquivarlos y así evitar accidentes. La idea superó la etapa regional y provincial de la Feria de Ciencia. En la Feria Nacional de Innovación Educativa (FNIE) 2018, en la provincia de Córdoba, obtuvieron un "destaque" entre más de mil proyectos que presentaron alumnos de todo el país. 

Como algunos niños que sienten que entran a la escuela “obligados”, ellos también lo hicieron, pero por decisión de un juez. Ricardo, Julio y Marcelo (El Diario de la República no pudo hablar con Miguel y Roberto porque se encuentran en La Botija) aseguraron que al principio les resultaba ilógico comenzar la escuela estando privados de la libertad. 

Más aún porque algunos hace más de 30 o 20 años que no pisaban un aula, o, en el caso de Marcelo, porque solo hizo primer grado. Pero lo vieron como una oportunidad de tener un pasatiempo y salir de las rejas de su habitación, porque la escuela está dentro de la Penitenciaria. Como en todas las instituciones educativas, los alumnos tienen que rendir exámenes, ir a clases, dar lecciones y cumplir con la presentación de una propuesta para participar en la Feria de Ciencia.

“En el 2017 la profesora Vanesa Rubau nos pidió que presentáramos una propuesta para la feria que tenía que abarcar las materias de Marketing y Formación Ética. En el grupo nos propusimos hacer algo novedoso, pero que también beneficiara a las personas con discapacidad visual”, explicaron Ricardo y Marcelo agregaron: "La profesora llegó con la idea de que hagamos unos inventos. Primero quería armar un inodoro, luego le propuse que hiciéramos un guante, pero entre charla y charla, llegó la idea de construir un bastón inteligente". 

Ese año crearon uno estándar,  con un sistema electrónico con sensores ultrasónicos que detecta obstáculos a unos 70 centímetros de distancia y da un aviso con un sonar. En la parte del mango emite una vibración, lo que permite que las personas con discapacidad tomen precaución y eviten el objeto. 

Con esta idea pasaron por todas las etapas de la feria y obtuvieron una mención especial en el 2017. 

Este año redoblaron la apuesta. Se propusieron realizar un microemprendimiento para poner a la venta el bastón; alivianar el producto, que pasó de ser de madera a plástico que lo realiza una impresora 3D; instalar un sistema de carga con un pin, como los que tienen los celulares; colocar una pantalla solar que alimenta las cuatro pilas recargables que se encuentran dentro del mango y mejorar la estética.

Para armar el bastón todos los pasos debieron ser protocolares y “judiciales”. El primero fue pedir a  los encargados de la Penitenciaria que les brindaran el taller de herrería y las herramientas necesarias. También dividieron los roles y coordinaron que los martes y jueves dedicarían algunas horas al proyecto porque el resto cada uno debe trabajar. Julio se encargó de la pintura, la soldadura y los detalles del terminado del bastón, Marcelo del diseño y Ricardo de la parte electrónica.

Como todo alumno con la esperanza de triunfar en la feria, pusieron al entorno familiar al tanto de los avances del proyecto. Ellos se enteraban con las visitas semanales. En el caso de Julio fue a través de las llamadas telefónicas, porque prefiere que su familia no lo vea tras las rejas. 

Incluso sus familiares les acercaron algunas herramientas y piezas que compraron por internet y con los permisos de los jefes de los talleres y el jefe de la Penitenciaria, avanzaron en el proyecto.   Ricardo defendió el trabajo en las instancias de exposición. 

El pasado 30 de noviembre el esfuerzo de dos años cobró valor cuando recibieron el "destaque" (primer premio) en la Feria de Ciencia Nacional. “Jamás hubiera imaginado en mi vida que iba a estar preso y estudiando. Muchos menos participando en una feria de ciencia. Esto me ayudó a sentirme bien conmigo mismo, a descubrirme y sobre todo aprender a pensar en el otro. Cuando nos enteramos que salimos destacados me sentí muy orgulloso y esperaba encontrarme en algún lugar dentro de la Penitenciaria con Julio y Marcelo para contarles el triunfo”, resaltó Ricardo. 

Los tres piensan que si le hubieran hecho caso a la famosa frase que le decían sus madres “Estudiá para ser alguien en la vida”, hoy no estarían detenidos. Pero se comprometen a darles ese mensaje a sus hijos, a ingresar a una universidad y no volver a cometer las acciones que hoy los pusieron tras las rejas.
 

 

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