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En la campaña gruesa, lo que hay que afinar es la mirada

En un momento clave, cuando los cultivos entran en floración, es necesario no bajar la guardia contra la posible falta de lluvias, las altas temperaturas y la aparición de plagas.

Por Juan Luna
| 11 de febrero de 2018
Los lotes del cereal crecen a buen ritmo bajo el sol de El Amparo. La cosecha se espera para fines de marzo. Foto: archivo

En tiempos de campaña gruesa, nunca viene mal afinar un poco la mirada. Mientras los cultivos de soja y maíz en la provincia atraviesan momentos claves, hay ciertos recaudos que tomar si se quiere llegar airosos a la anhelada cosecha. Las altas temperaturas, las pocas lluvias que se han registrado en algunas zonas y la incipiente aparición de ciertas plagas, entre otros, son los principales factores que obligan a tener la guardia alta cuando las plantas ingresan en etapa de floración y están cerca de empezar a formar granos.

 

La revista El Campo consultó a los especialistas Marcelo Bongiovanni y Ramiro Goncálvez, dos asesores agrícolas y habituales colaboradores, para conocer cómo evolucionan los cultivos en una temporada donde el clima vuelve a marcar los ritmos y en la que, a pesar de algunos contratiempos, aún hay expectativas de buenos rendimientos.

 

Goncálvez trabaja como consultor en campos diseminados por diferentes coordenadas de la provincia. Un área donde tiene mucha actividad es la de los parajes El Amparo, Cuatro Esquinas y La Petra, pero también recorre tierras productivas entre La Toma y Juan Llerena, y en los alrededores de Justo Daract. En su zona de influencia, contó, han tenido buenos registros de lluvia, que en algunos casos han estado por encima del promedio.

 

Por ello, y aunque sea prudente a la hora de arriesgar posibles rindes, el especialista sostuvo que las expectativas son buenas, más aún si se tienen en cuenta los resultados que se han dado en los últimos cuatro años. "Venimos registrando rendimientos de 90 quintales de maíz y de 30 de soja por hectárea, rindes que están por encima de los promedios históricos. Son números atípicos", aclaró el ingeniero, quien argumentó que los altos niveles de precipitaciones de los últimos años son unas de las causas de esos valores superlativos.

 

De todas formas, reveló que dentro de unos 25 días, cuando comiencen a hacer los picados de maíz, empezarán a tener un panorama más claro de la productividad de cada cultivo.

 

En la zona de El Amparo, Cuatro Esquinas y La Petra, la siembra temprana de soja arrancó a mediados de octubre, mientras que la de segunda se extendió desde la mitad de noviembre hasta fines de diciembre. La plantación de maíz temprano también arrancó entre el 15 y el 30 de octubre, y el tardío se hizo entre finales de noviembre y principios de diciembre.

 

De modo que los primeros frutos de ese trabajo podrían empezar a ver la luz en la última semana de marzo, entre el 20 y el 30 del mes, y seguirían extendiéndose a medida que las siembras fueron más retrasadas.

 

Sin embargo, reveló Goncálvez, una de las principales preocupaciones de los productores para la actual campaña es el termómetro. Las altas temperaturas que se dieron en enero, con días que han superado los 35 grados, podrían generar un estrés térmico que haga decaer el rendimiento de los cultivos.

 

Es por eso que aconsejó monitorear los suelos y estar pendientes de las reservas de agua que quedan, para no encontrarse con sorpresas y decidir a tiempo qué destino darle a los maíces, por ejemplo.

 

Además, hay que prestar atención a la emergencia de plagas que puedan aparecer, en especial la de la arañuela roja, una especie muy común en diferentes tipos de plantas. "Ya ha habido controles contra este ácaro en la zona de Villa Mercedes y Justo Daract. Es una plaga que aparece en los lugares donde hay sequía y teje como una tela. Cuando uno camina por el lote, la parte baja de los pantalones se le pone todo colorado, ahí uno se da cuenta", describió.

 

Para controlarla, recomendó que los primeros lugares que hay que revisar son las lomas, porque es donde menos agua tiene el perfil y es donde aparecen manchones del insecto. "No hay que subestimarlo, porque una vez que se instala en el lote no se va. La lluvia disminuye la cantidad pero no lo controla", agregó.

 

Otra de las especies que también ha empezado a dejar su huella, pero en las sojas más tempranas, es la chinche. "No ha llegado a los umbrales de control, pero ya están instaladas y están esperando a que se desarrollen los cultivos para empezar a trabajar", advirtió.

 

El Valle del Conlara viene atrasado

 

En la zona del Valle del Conlara, donde Marcelo Bongiovanni asesora a una buena cantidad de productores que tienen tierras desde La Toma hasta Santa Rosa, el desarrollo de la campaña gruesa está un poco más retrasado.

 

Es que a pesar de que hubo un muy buen otoño, con lluvias que acumularon agua en el perfil del suelo, "la salida del invierno fue complicada, con mucha seca y muchos vientos que afectaron las reservas", lamentó el especialista. A eso se le sumó el hecho de que las precipitaciones en la zona arrancaron a mediados de octubre, más tarde de lo habitual, y en noviembre y diciembre llovió poco. "En la suma de los tres meses, tuvimos unos setenta u ochenta milímetros menos de la media", detalló.

 

Ese combo hizo que la implantación de los cultivos se demorara. Empezaron a poner las semillas en octubre, pero tuvieron que detener los trabajos y retomarlos recién entre noviembre y diciembre porque si bien había humedad en el perfil del suelo, faltaban unos centímetros en la superficie para lograr la siembra.

 

Al mismo tiempo, el comportamiento de esos chaparrones fue muy irregular. "Al principio de la campaña, entre La Toma y Naschel llovió muy bien, pero en el Norte no cayó prácticamente nada. Ahora se está equilibrando un poco. Tilisarao viene bien, hubo alrededor de 120 milímetros en enero. Pero hay zonas donde los registros llegan como mucho a cuarenta o cincuenta milímetros, con cultivos que están sufriendo, por lo que calculamos que va a haber pérdidas de lotes", sostuvo el asesor.

 

A pesar de ello, hay muchas plantaciones que avanzan bien. En Tilisarao y Naschel, los cultivos están en muy buen estado. La soja están en floración y algunas ya empiezan a formar chauchas.  Los maíces, en cambio, aún no empiezan a florecer (están entre siete y ocho hojas) pero llevan buen ritmo.

 

En esta campaña, la soja le ganó la pulseada al maíz en la disputa por la superficie. De las cerca de 80.000 hectáreas sembradas que hay la región del Valle del Conlara, un 50% está cultivado con la oleaginosa y un 45% con el cereal, mientras que el 5% restante se divide entre otras especies como el sorgo, el girasol o el poroto.

 

El atraso de unos 20 días que arrastran los cultivos, harán que las fechas de cosechas también se retarden unos días más. Así, estiman que los lotes más tempranos de soja estarán listos para levantar a mediados de abril, pero el resto se va extender hasta mayo, porque algunas tierras entre La Toma tuvieron que ser resembradas tras los daños que hizo el granizo. Los maíces, en cambio, se esperan para finales de mayo en adelante, y podrían extenderse hasta julio o incluso agosto.

 

En cuanto a las plagas el panorama es tranquilo. En algunos lotes de maíz han detectado la presencia de gusanos cogolleros, pero en bajas cantidades. Por el lado de la soja, lo que han encontrado son algunas chinches o isocas medidoras, pero sólo en lugares bajo riego.

 

De todas formas, Bongiovanni aconsejó prestar atención desde mediados de febrero en adelante, cuando empieza la formación de los granos. "Cualquier ataque de insectos puede hacer decaer el rendimiento, hay que estar atentos para hacer las aplicaciones si es necesario", señaló.

 

En lotes adelantados de maíz, por ejemplo, ya ha habido una incidencia alta de roya. "No en gran superficie, pero si en lotes puntuales que están por florecer. Hay muchos productores que hicieron aplicaciones áreas de fungicidas para controlarlo, porque si se pierde el área foliar, repercute en el rendimiento", amplió.

 

Por otra parte, no hay que dejar de lado el monitoreo de malezas para que no se consuman el agua que está disponible para los cultivos. Y, a su vez, no hay que bajar la guardia contra los calores en la etapa de floración de la soja y el maíz, porque pueden hacer caer la productividad. "Lo que queda es esperar que siga lloviendo. Los pronósticos a largo plazo señalan que vamos a tener precipitaciones normales en San Luis. Entonces si tenemos los valores habituales, vamos a tener buenos rendimientos, no excesivos, pero aceptables. Esperamos que el clima acompañe porque tiene que llover en febrero y marzo, que es cuando se produce el llenado de granos. Eso va a ser fundamental", expresó el especialista.

 

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