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Plan Alfalfa: bueno para el ambiente y para el bolsillo

El Gobierno pretende plantar 15 mil hectáreas con esta pastura que ayudará a combatir los excesos hídricos. Pero a la vez la va a comercializar a China y Arabia.

Por Marcelo Dettoni
| 02 de abril de 2018

El desbalance hídrico que presenta la Cuenca del Morro fue uno de los grandes desafíos que tuvo que encarar el gobierno provincial. Esos ríos y arroyos que corrieron de manera subterránea durante décadas, que desde hace unos años fueron asomando en la superficie y arrastrando a su paso tierras productivas, convirtiendo en cárcavas y bañados lo que antes eran campos sembrados y pintando con el blanco de la sal buena parte de las 373 mil hectáreas que comprende la zona en emergencia, ya no se pueden detener.

 

Lo hecho, está, pero es posible mitigar los efectos de esa subida de las napas, recuperar parte de lo que se perdió y, pensando en las generaciones futuras, comentar a "bajar las aguas" con lo que el ser humano tiene a disposición: las técnicas de forestación.

 

Hay árboles y cultivos que son ideales para el combate de los excesos hídricos. Son aquéllos que desarrollan raíces profundas y tienen gran capacidad de absorción. Por eso el Ministerio de Medio Ambiente, Campo y Producción eligió dos caminos bien diferenciados, pero que persiguen el mismo fin: aprovechar las napas para fines ambientales y productivos.

 

Por un lado, desde la asunción de Alberto Rodríguez Saá comenzó a plantar árboles, la mayoría pertenecientes a la flora autóctona de San Luis como son los algarrobos, acacias y olmos, más algunos foráneos como el pino, reconocido por su gran capacidad de captación de agua. Pero la forestación con árboles es una apuesta segura a largo plazo, son vegetales que tardan en desarrollar esas raíces tan necesarias.

 

Ya hay plantados cerca de un millón entre las diversas especies y el objetivo que persiguen es ambicioso, llegar a los tres millones en el menor tiempo posible. Para ello están involucrados los organismos oficiales, los productores afectados, quienes debieron presentar planes de manejo a tres años certificados por ingenieros agrónomos acreditados en San Luis, y algunas organizaciones privadas que aportaron árboles en diversas etapas de la remediación.

 

Pero como con árboles solamente no alcanza, ahora el Gobierno lanzó un proyecto mucho más ambicioso, que combina efectos ambientales positivos con la posibilidad de comercialización a gran escala. Se trata del Plan Alfalfa para la Cuenca del Morro, que intentará cubrir 15 mil hectáreas con esta pastura de rápido crecimiento y raíces profundas, capaces de absorber grandes cantidades de agua en poco tiempo. Además, por su condición de perenne, no requiere de resiembras ya que permanece en el suelo y brinda forraje durante al menos cinco años continuados.

 

El lanzamiento del plan se dio en conjunto con la entrega de semillas de alfalfa a 20 pequeños productores de la cuenca baja, que es la porción norte de la enorme superficie afectada, la que comienza en la intersección de las rutas nacionales 7 y 8 hacia el límite con Córdoba, y también abarca la ruta provincial 33, que es donde tienen sus campos la mayoría de los beneficiarios de este puntapié inicial. Justamente la reunión fue en el establecimiento de uno de ellos, la familia Pollo, al que se ingresa por el badén de la ruta 33.

 

“Éste es el inicio de un gran proyecto conjunto, ustedes son los promotores, porque vienen trabajando muy bien en equipo junto con el gobierno provincial. Son los primeros interesados en resolver el problema y nosotros estamos acá para ayudarlos”, dijo en la presentación Sebastián Lavandeira, el gerente de la Escuela Experimental Sol Puntano, escoltado por un pilón de bolsas de semillas de alfalfa, de poco más de dos kilos cada una, compradas a una empresa cordobesa.

 

Cada uno de los 20 pequeños productores, todos con menos de 200 hectáreas agrícolas de explotación, recibió una cantidad de semillas de acuerdo a la zona que tiene afectada de su campo. Son datos que surgieron de los planes de manejo que exigió el Gobierno a cada agricultor de la Cuenca del Morro cuando se declaró la Emergencia Ambiental. Ellos, que son los de menores recursos, recibieron el asesoramiento de ingenieros agrónomos matriculados pagados por la provincia, por lo que tienen claro dónde plantar la alfalfa de acuerdo a las zonas inundables. No es momento de medir eso con las lluvias, porque es la zona de la provincia que menos recibió este verano, al punto que ya la seca se hace sentir y se nota en algunos maíces algo retrasados y amarillentos que sobreviven a ambas márgenes de la ruta.

 

“Cuando todos tomamos consciencia de la gravedad del problema en la cuenca, algunos productores se mostraron más dispuestos que otros a ayudar, pero aún así rescatamos lo positivo y pusimos manos a la obra. El exceso hídrico en realidad no es un problema, sino una gran oportunidad, porque en el Plan Pasturas por un lado podemos sanear la zona afectada y por otro ustedes pueden ganar dinero con la alfalfa que vamos a plantar”, los instó Lavandeira.

 

El lanzamiento fue modesto en relación a las intenciones que tiene la provincia. Las semillas entregadas a una veintena de productores alcanzarán para cubrir unas 400 hectáreas, que en promedio representan alrededor de 20 para cada uno, pero el plan comprende 15 mil. “Ustedes van a ser el ejemplo de lo que queremos, un modelo de negocio rendidor, con el Estado como socio de los productores”, amplió el funcionario, quien aseguró que “el mundo pide pasto y nosotros podemos dárselo mientras recomponemos nuestro medio ambiente”.

 

Los primeros contactos ya están hechos con China y algunos países árabes, que requieren de alfalfa para alimentar las vacas de sus tambos en una zona del mundo que no es apta para el desarrollo agrícola. “El negocio es procesar la alfalfa en megafardos y llegar al puerto, que puede ser el de Bahía Blanca, por tren desde la Zona de Actividades Logísticas (ZAL)”, le contó Lavandeira a la revista El Campo. Levantarían la alfalfa para hacer fardos de 400 kilos en los campos de origen y luego los trasladarían a un espacio de procesamiento, donde se desarman y recompactan para exportación.

 

Para agregar valor en origen a través de ese proceso, San Luis quiere levantar una fábrica que compacte los fardos en la Agrozal. “Hay modelos en marcha que ya visitamos, tanto en Villa Dolores como en Bahía Blanca. Cada uno con sus características particulares, sacaremos las mejores ideas para aplicar acá”, agregó el gerente de Sol Puntano, un hombre activo, siempre detrás de grandes ideas como el Plan Carne o desarrollos que lanzó en su momento en conjunto con la FISAL, como el estudio de los movimientos bovinos de la provincia que sirvieron de base para desarrollar nuevas políticas en materia ganadera.

 

Lavandeira se refirió a las dos plantas compactadoras más importantes del país. La que está en suelo cordobés tiene deshidratadora, una máquina clave para lograr la calidad "Premium" que requieren los árabes. Por eso el proyecto contempla tener una en San Luis. En cambio en Bahía Blanca, una fábrica que levantaron empresarios españoles con grandes inversiones en alfalfa en su país que quisieron aprovechar la salida portuaria, no cuentan con esta ventaja. “Por eso te castigan con el precio si son altos los niveles de humedad en la entrega”, agregó.

 

El proyecto comprende fardos y no rollos por cuestiones logísticas, ya que resisten mejor los largos viajes. Y como el objetivo es vender en Medio Oriente, ése es el mejor "envase". El fardo es más cómodo cuando se habla de exportación, mientras que el rollo es ideal para darle al ganado, tanto a campo como en el feedlot, porque se "rompe" con facilidad para incluirlo en las dietas.

 

Uno de los inconvenientes que tiene es que los fletes son caros porque es mucho volumen y poco peso, algo similar a lo que ocurre con el algodón que se cosecha en el noroeste provincial. Por eso la compactación es un paso fundamental en el éxito comercial del emprendimiento. “Otra clave es la ZAL, porque si logramos abrirle paso al tren desde Villa Mercedes hacia el puerto de Bahía Blanca bajaríamos entre un 30%  y un 50% el costo de los fletes respecto del camión. Con los números de hoy, pasaríamos de 30 a 17 dólares por tonelada”, aseguró Lavandeira.

 

Otro punto a considerar es que para que sea un ciclo eficiente, es necesario exportar cinco mil toneladas al mes cuando el Plan Pasturas esté en pleno funcionamiento. Esa cantidad es la que producen 15 mil hectáreas en secano, pero con el agua suficiente para que la alfalfa pueda crecer. “En cuanto al balance hídrico, necesitamos 40 mil hectáreas de alfalfa para lograr estabilizar un área de 200 mil”, agregó el funcionario, que todo el tiempo pasaba del modo "comercial" al modo "ambiental" para abarcar ambos aspectos y sacarles todas las dudas a los productores.

 

“La alfalfa no sólo brinda posibilidades comerciales, también es excelente para mejorar los suelos, porque aporta una buena dosis de nitrógeno y sirve de cobertura, y además puede usarse como forraje para ganado, sobre todo en invierno, cuando escasean las pasturas”. El que habla es Emiliano Colazo, un experto en suelos del Ministerio de Medio Ambiente, Campo y Producción, quien tiene a cargo los aspectos técnicos del plan.

 

El ingeniero agrónomo también se dirigió a los productores: “Ustedes son los que sufrieron por la formación de barrancas, humedales y por la salinización de los suelos en los que antes plantaban soja y maíz. Con la alfalfa van a encontrar una solución. Ya relevamos la zona y concluimos con que la mejor variedad es la del Grupo 6, porque es la que se adapta sin inconvenientes a sus campos”. Cabe aclarar que los grupos de alfalfa van del 1 al 10, según la temperatura de la región a plantarla, aunque también hay que tener en cuenta la amplitud térmica y otros aspectos climáticos. En la Cuenca del Morro ese modelo intermedio mostró un buen desarrollo.

 

Las semillas entregadas están listas para plantar, ya que fueron peleteadas, curadas e inoculadas en origen, por lo que incluso pueden ir en siembra directa. “Estamos disponibles para armar charlas y capacitaciones, porque éste es un proyecto a largo plazo. Pero no se queden quietos, estudien los índices de materia seca, los rindes, armen grupos de trabajo y consulta”, les pidió Colazo.

 

Martín Rodríguez, jefe del Programa Producción Agropecuaria y Arraigo Rural, que está a cargo de la coordinación del Plan Pasturas, estuvo en la jornada a campo y dejó sus impresiones. “Ésta es la pata que faltaba en la Cuenca del Morro, el Gobierno supo escuchar a los productores, ellos fueron los que pidieron pasturas perennes y la alfalfa es la respuesta que les damos. Es una oportunidad para todos, ahora se necesitan inteligencia para aprovechar lo que brinda esta pastura y dedicación para desarrollarla en los campos. A los grandes productores de la zona, que los hay, les vamos a pedir que siembren. Y a ustedes los vamos a ayudar”, les dijo antes de recibir un aplauso que coronó los discursos y abrió paso a la entrega de los bolsones.

 

El equipo del ministerio armó una carpa portátil, puso dos escritorios y la ingeniera agrónoma María Rodríguez se encargó de hacer firmar las actas a los productores y habilitar la entrega de las semillas. Entonces comenzó el desfile de autos y camionetas puestos de culata para cargar las bolsas. No todos se llevaron la misma cantidad, algunos recibieron cinco, otros siete y hubo hasta un límite de nueve. No fue algo caprichoso, no todos los campos tienen las mismas necesidades, porque los daños causados por el agua fueron variables.

 

“Es una buena señal del Gobierno la entrega de semillas. La pasamos muy mal los últimos años con el agua que empezó a pasar por el campo, perdimos mucha tierra que directamente se derrumbó, se formaron barrancas profundas y ya no pudimos cultivar más en esos lugares”, contó Gonzalo Pollo, el anfitrión, quien le puso dedicación y esmero a la jornada, e incluso se encargó de los chorizos a la parrilla que fueron el cierre perfecto junto con unas empanadas que horneó su esposa. Él trabaja codo a codo con su papá Raúl, quien también se mostró feliz con la nueva oportunidad que brinda el Plan Pasturas.

 

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