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Kilómetros de pasión: de Argentina a Rusia en una camioneta

Tomás Slalovich y Mariana Narváez salieron en octubre de 2015 de nuestro país y desde hace diez días están en Rusia. 

Por Maximiliano Molina
| 16 de junio de 2018

A unos cincuenta metros del primer control de seguridad en el Bronnitsy Training Center, búnker de la Selección Argentina, hay un pequeño estacionamiento. Allí, una VW Saveiro está estacionada desde hace un par de días. Tiene una vista privilegiada al río Moscova. Lo primero que llama la atención es que tiene  una linda bandera con la inscripción “Mendoza”; pero al mirarla con mayor detalle, la patente argentina deja a más de uno con la boca abierta. 
Pero las sorpresas no terminan allí. Tomás Slalovich (28 años) y su novia Mariana Narváez (24), protagonistas de esta aventura de unir Argentina con Rusia, no viajaron solos, sino que lo hicieron con su perro Drako, un pitbull beige y blanco de ojos celestes que recibe las caricias de todos los que pasan por ahí.   
“El perro salió con 45 días y se crió en el auto. Él ya sabe cómo dormir, qué tiene que hacer cuando viajamos y si quiere salir al baño. Drako ya está entrenado”, contó Mariana. “Y además fue nuestra seguridad en el viaje”, completó Tomás.
Pero esta locura no surgió de un día para el otro, sino que arrancó en octubre de 2015. El caballero de la pareja lo detalla. “Tuve la fortuna de poder ir a Brasil en el Mundial y cuando volví, prometí que no me perdería más un Mundial. Con un ahorro que teníamos pudimos sacar la camioneta 0 Km. La cortamos, la adaptamos y le pusimos una cama, cocina y arrancamos”. 
El dinero alcanzó para llegar a Brasil, por lo que ambos tuvieron que empezar a trabajar para continuar. “Estuvimos 10 meses ahí laburando para poder hacer América del Sur y América Central. Luego trabajamos 10 meses más en México para poder hacer el cruce, que fue costoso y complicado. Yo soy cocinero y mi novia, fisioterapeuta. Pero he trabajado  en pintura, jardinería, cocina y en la construcción. Y ella hizo laburos en turismo, de recepcionista y masajista. Hicimos de todo. Lo que salía, lo agarrábamos”, contó Tomás. 

 


Mariana y Tomás recorrieron 24 países; en total fueron unos 77.000 kilómetros. Visitaron Argentina, Chile, Brasil, Paraguay, Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia, Panamá, Costa Rica, Nicaragua, Guatemala, Belice, Honduras y México. Tras cruzar el Atlético, en Europa estuvieron en Bélgica, Holanda, Alemania, Suiza, Polonia, Lituania, Letonia, Estonia y Rusia.

 

 


Viajaron desde Argentina hasta México en América, y desde allí cruzaron el auto hacia Europa en barco. Y muestran su camioneta con orgullo. ¿Cómo no hacerlo, si les permitió cruzar el mundo? “Sólo debimos cargar combustible y tener el service al día. Además le cambiamos dos veces las cubiertas. Lo único que nos pasó fue en México, en donde nos empezó a hacer un corte de corriente. Pero nada de otro mundo, tuvimos que cambiar cables de bujías y distribución. Y listo, a seguir andando”, deslizó el mendocino con una amplia sonrisa.
Una de las cosas que siempre quedan en la memoria en cada viaje es la gente que se conoce en el camino. Y vaya si han establecido relaciones humanas en este largo periplo de 77.000 kilómetros. “Nos han tratado como familia en todos los países en donde hemos ido. Pero en todos lados también hay gente mala. Ahí acudimos a nuestro perro. Y él nos ha salvado, pero fueron casos aislados. No tuvimos problemas importantes”. 
El final de este viaje de ida fue Rusia, adonde ingresaron hace diez días. “Fuimos a la Plaza Roja pero como es muy céntrico y nosotros dormimos adentro de la camioneta, no pudimos estacionar muy cerca del centro. Así que nos vinimos acá, en donde está la Selección. Es un pueblo muy tranquilo, muy hermoso, y nos han tratado muy bien”, explicó Mariana. Su novio la mira con ojos enamorados y completa: “Nos han invitado a comer los vecinos, y en el partido inaugural de Rusia fuimos a la casa de unos y festejábamos con vodka. Fue muy divertido”. 
No tienen entradas para ver a la Selección pero van a seguir al equipo en todas las ciudades en donde juegue. “Vamos a ir a Nizhni Novgorod y a San Petersburgo; y ojalá nos quedemos hasta la final”, dijo con esperanza la joven mendocina. 
Los chicos recalcan que fue un viaje impresionante pero que recién es la mitad, porque tras la Copa del Mundo hay que volver. “Quizás sea igual de largo, porque en Bélgica conocimos gente que nos ofreció trabajo. Así que estaremos allí unos diez meses.  Creemos que nos quedaremos dos o tres años más antes de volver a la Argentina”, concluyó “Tomy”. 
A su lado, Drako está tranquilo, echado y escucha cómo sus dueños cuentan sus andanzas. Quizá con la tranquilidad y satisfacción de haber cumplido esa vieja premisa de que el perro es el mejor amigo del hombre. 
 

 

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