12°SAN LUIS - Sabado 11 de Mayo de 2024

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El ritmo del que todos hablan

Lo popularizaron Beyonce y Miley Cirus y consiste en un movimiento estratégico de caderas y glúteos al ritmo de la música. Hace pocos meses abrieron las primeras clases en San Luis y es un boom, sobre todo entre las adolescentes. ¿De qué se trata el controvertido baile que cosechó miles de seguidores e igual número de detractores?

Por Florencia Espinosa
| 18 de septiembre de 2018
Fotos: Street Flow - Nicolás Varvara

Un grupo de chicas jóvenes llegan sonrientes. Afuera está soleado pero fresco, el invierno todavía no quiere irse, aunque adentro del local de la academia de baile Street Flow suena música fuerte y el precalentamiento para la clase de Twerk se hace en pantalones cortos y musculosas. Las chicas se agachan, hacen abdominales, estiran las piernas. Se preparan para una hora de intenso y controvertido baile, el mismo que popularizaron hace apenas unos años Beyonce o Miley Cyrus en sus videos y conciertos y, claro, fanatizó a miles de mujeres en el mundo. Hoy es un boom, sobre todo entre las adolescentes. Las profesoras aseguran que no hace falta tener experiencia, que cualquiera puede ir y aprender. Aunque sí es necesario un requisito básico: despojarse de prejuicios y vergüenza, y animarse a mover las caderas y cola al ritmo de la música, como lo hacen las reinas del pop.

 

 

Apenas abrieron las clases tuvieron un aluvión de mujeres interesadas en practicar el baile. La demanda era alta, la disciplina gustaba y no había dónde aprenderla.

 

 

El entrenamiento es fuerte y completo. Trabaja todo el cuerpo, sobre todo la parte inferior, pero también el abdomen y la resistencia aeróbica. “Es un entrenamiento intenso, que llega a consumir unas 600 calorías por clase. Las chicas vienen y se dan cuenta de que trabajan un montón. Quienes asisten por varias semanas enseguida perciben los cambios en el cuerpo, porque tiene un movimiento particular y modela caderas, cintura y glúteos”, explicó Vanesa Herbas, dueña de la academia de dan - zas, que está hace dos años en San Luis dictando cursos de instructorado y a partir de abril de este año abrió sus puertas a todo público. El primer obstáculo que tuvo que sortear fue el prejuicio. “Fue el desafío más grande que tuvimos, sobre todo por lo que expresa el twerk a la vista de la gente. Y San Luis es una provincia que no está acostumbrada a esto, con una sociedad muy conservadora. Por eso tratamos de hacer todo muy cuidado, no dejamos que lo practiquen niños, es para adolescentes en la última etapa. La gente empezó a confiar y lo ven como algo bueno, incluso muchos gimnasios sumaron algunos movimientos del twerk en sus clases, porque es muy bueno, consiste en hacer mucha fuerza con las caderas, piernas y glúteos, es como una sentadilla eterna”, comentó. Además tienen en simultáneo el instructorado en la disciplina, que arrancó en febrero y terminará en noviembre, donde quince chicas se capacitan para luego poder enseñar el ritmo.

 


 

Apenas abrieron las primeras clases tuvieron un aluvión de mujeres interesadas en practicar el ritmo del momento. La demanda era muy alta. “Las chicas estaban súper interesadas y no tenían dónde practicarlo. Eso hizo que pusiéramos clases todos los días. Consultas tenemos todo el tiempo a través de las redes sociales, pero hay muchas chicas que quieren y no se animan. Les gusta, quieren venir, pero les da vergüenza”, dijo. También tienen alumnos hombres, pero son minoría. “Desde que arrancamos hasta hoy ha cambiado el panorama. El prejuicio bajó. Las alumnas que pedían no salir en fotos y videos, ahora se filman y lo suben ellas. Lo que tiene el twerk es que ayuda a aceptar el cuerpo de cada una, les da más seguridad”, admitió la profesora. Para poder practicar bien el baile la vestimenta tiene que ser cómoda. Lo ideal es hacerlo con short y rodilleras, porque hay coreografías que demandan movimientos en el piso. “Al principio ninguna viene con pantalones cortos, todas aparecen en calzas. Pero con el tiempo se van desinhibiendo y logran animarse a ponerse short. Cada una tiene su proceso, es cuestión de sentirse segura”, contó Vanesa.

 

Si bien el prejuicio es menor con el paso del tiempo, aún continúa la mirada acusadora, ya que además de ser un baile novedoso, consiste básicamente en movimientos con mucha connotación sexual. “Está bueno reconocerlo y admitir que es un baile con mucho contenido sensual, no lo negamos porque es así. Pero lo hacemos sin prejuicio, porque también es una forma de entrenar y de sentirse bien. Nos escriben de todo en las redes sociales, muchos nos critican, pero respondemos con respeto y tratando de explicar realmente de qué se trata”, confesó. “Recibimos cientos de críticas, sobre todo de hombres. Dicen que no les parece que las chicas hagan estas cosas. Otros insultan deliberadamente. Las profesoras me muestran los mensajes que reciben y son todos muy ofensivos”, admitió.
 

 


La clase arranca al ritmo de una canción afro, que posee golpes definidos que las alumnas acompañarán con un preciso movimiento de caderas. Florencia Rodríguez, la instructora, explicó que la música varía de una clase a otra, que se elige en base al ritmo y a la posibilidad de innovar con las coreografías. Con sólo 19 años contó que empezó a interesarse en la disciplina hace tres años, cuando miraba videos por internet. Luego se especializó en la academia y hoy enseña allí tres veces por semana. “Para mí en lo personal lo que me gustó del Twerk es que yo me sentía muy acomplejada conmigo misma, y cuando empecé a aprender esto me sentí muy bien, me sentí linda, cómoda con mi cuerpo. Yo quiero transmitirles eso a las alumnas. Cuando bailo me siento libre, es mi cable a tierra”, expresó. Claro que esa libertad a veces parece que molestara. “Es un estilo de baile como cualquier otro, tiene su técnica. La vestimenta que usamos es la necesaria para poder hacerlo bien. En ballet usan mallas y nadie les dice nada. El prejuicio me afectaba pero ahora ya no, creo que nadie es quién para juzgar y menos sin saber. A muchas alumnas las han tildado de ‘fáciles’ por bailar así”, contó. “Otras chicas me dicen que están ‘gorditas’ para practicar twerk, y eso me duele. Hay que aceptarse como somos, venir y pasarla bien”, reflexionó.

 

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