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Cáncer de mama: "Estar anímicamente bien ayuda a curarte más rápido"

Percibió anomalías durante un autoexamen. Es paciente del Centro Oncológico Integral y del salón de oncoestética.

Por Romina Oddone
| 19 de octubre de 2019
Rejuvenecer. Elizabeth destacó la atención de Javier y Ana Paula en el salón de oncoestética. Foto: Marianela Sánchez.

La cara más shockeante de una enfermedad es cuando se muestra fuera del cuerpo, es ahí cuando se hace real, tanto para quien la padece como para quienes lo rodean. Para Elizabeth Martín (56), ese momento sucedió frente al espejo. Ahí vio como su hermoso y abundante cabello ondulado se desprendía de su cabeza a mechones y no podía hacer nada para evitarlo. “Fue la consecuencia visible de lo que me estaba pasando”, lamentó. Pero el espíritu inquebrantable de Elizabeth la mantuvo de pie, por ella y su familia. 

 

 

 

 

“Todos los años me hacía la mamografía, menos el año pasado, pero como en mi familia nunca hubo un caso de cáncer de mama, pensaba que no tenía sentido hacérmela todos los años”, relató. En mayo, mientras se hacía un autoexamen, palpó un “bultito” en uno de sus pechos. Sacó un turno en la Maternidad Provincial "Teresita Baigorria" para hacerse una mamografía, una semana después se hizo el estudio y le dieron el diagnóstico: tenía un pequeño tumor maligno. 

 

“Al médico no le gustó lo que veía, me dijo que la forma que tenía mostraba que era algo malo. Me mandó con otro doctor, un cirujano especialista en mama. Tuve una muy buena atención, no solo en la calidad humana que fue excelente, sino también en el aspecto tecnológico. Los equipos que tiene la provincia son muy superiores a otros”, comentó.

 

 

Elizabeth Martín. "Javier y Ana Paula me sacaron 20 años de encima. Me enseñaron técnicas de maquillaje y los productos que puedo usar".

 

 

Unos meses antes, en noviembre de 2018, su hermana dos años mayor que ella, había sufrido la misma enfermedad, pero en silencio. “Cuando me enteré, ya se había operado”, dijo. 

 

“Le salió algo como a mí. Ella tiene una buena obra social, se podría haber tratado en cualquier hospital del país, pero prefirió hacerlo en donde vive, en General Pico, La Pampa. La tecnología que utilizaron conmigo fue muy superior a la que usaron con ella. A mí, cuando me operaron, me sacaron el ganglio centinela que es lo que se hace normalmente para ver si hay un tumor maligno. En cambio a ella le sacaron todos los ganglios debajo del brazo y eso no era necesario”, explicó Elizabeth. 

 

“Por eso digo que los avances tecnológicos y los buenos profesionales, como mi doctor Federico Giubergia, tienen mucho que ver en el éxito de una cirugía como esta y son cosas que hay que destacar”, completó.

 

Si bien pensó que no le iban a hacer quimioterapia, los médicos optaron por realizar el tratamiento porque, aunque el tumor no era muy grande, "cuando lo analizaron encontraron dos lesiones más chicas y decidieron prevenir", relató.

 

"Solo son cuatro sesiones, se hacen cada 21 días y ya voy por la mitad", dijo con una sonrisa de alivio. "Lo peor fue ver cómo se caía mi cabello, además había perdido brillo, estaba muerto, fue horrible. Me gustaba mucho y de pronto se empezó a caer, había mechones que faltaban, me miraba al espejo y parecía una señora de 150 años", expresó.

 

 

Revitalizar el espíritu 

 

Apenas Elizabeth comenzó a transitar su tratamiento, conoció el salón de oncoestética del Centro Oncológico Integral del Puente Blanco. Ahí conoció al estilista, Javier Quiroga y a la maquilladora, Ana Paula Oberti, que la ayudaron a reencontrarse con ella misma. "Una vez que me pelé me sentí muchísimo mejor. Tengo una colección de gorritos que uso, porque no me gustan mucho las pelucas y los pañuelos me parecen incómodos. También me enseñaron técnicas de maquillaje y los productos que puedo usar. Ellos me quitaron 20 años de encima", exclamó entre risas. 

 

"Con la quimio uno siente la piel reseca y el pelo destruido. Las consecuencias son muy fuertes. Hay días que estás decaído, cuesta, es muy agresivo, pero es lo que salva", consideró y afirmó: "Es fundamental sentirse bien, eso te ayuda anímicamente a transitar esta enfermedad y a curarte más rápido. Además los chicos -por Quiroga y Oberti- son maravillosos, me miman y me cuidan muchísimo".

 

"Si bien tengo tres hijos que ya son mayores, soy el único sostén de mi familia. Mis hijos me ayudan con lo que pueden y están muy pendientes de mí. Me cuidan un montón y eso me incentiva a estar bien. Creo que nunca decaí porque sé que me estoy curando, que estoy en buenas manos. Lo del pelo es anecdótico, son un par de meses y después vuelve a crecer", dijo. Y aconsejó: "Lo importante es que cuando uno encuentra algún 'bultito' tiene que ir y hacerse los estudios. Algo agarrado a tiempo tiene solución, pero si se deja estar después los problemas son mayores".

 

 

Un pedido especial

 

Para el salón de oncoestética es fundamental tener un stock de pelucas para ofrecerle a las pacientes. "Estamos armando el Banco Provincial de Pelucas Solidarias de San Luis, también recaudamos cabello para empezar a hacer las nuestras y sabemos que hay muchas pelucas guardadas en los roperos de pacientes que en algún momento las necesitaron", anunció Quiroga. 

 

"Queremos ayudar a las personas que están en crisis y necesitan enfrentar el día a día. Sin dudas hay otras personas que prefieren mostrar su realidad, esta es una terapia alternativa algunos la usan, otros no. Por eso le pedimos a la gente que traigan sus pelucas que nosotros las acondicionamos y prestamos. También nos encargamos de hacer el seguimiento para que vayan y vengan sin ningún costo", enfatizó.

 

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