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Una forma de amansar y cuidar al caballo

Una familia puntana sostiene un método de adiestrar animales basado en los indios ranqueles, pero sobre todo en la comprensión y en el amor. Detalles de una práctica única en el mundo.

Por Ayelen Anzulovich
| 21 de octubre de 2019

Domar es un estilo de vida que Oscar Scarpati junto a su familia intentan transmitir. Demuestran permanentemente en sus cursos que para amansar a un caballo no hace falta el maltrato: solamente paciencia, respeto y amor.

 

La “Doma India” –el estilo que la familia puntana practica hace años- nació como un homenaje a los indios ranqueles, a su manera de concebir la vida, la naturaleza y en particular al trato que tenían con los animales. “En mi adolescencia iba todos los veranos al Cerro del Morro y me ponía a charlar con don Cristóbal Luna, un indio ranquel de 82 años. Él fue el que me hizo conocer su cultura y enamorarme de su respeto por la Madre Tierra y sobre todo por cómo trataban y concebían al caballo” relató.

 

En 1996 Oscar hizo su primera presentación en público y cuando una persona se le acercó para preguntarle cómo se llamaba su método, en ese momento no supo qué responder. Luego vino una mujer y le cuestionó lo mismo, después de unos segundos lo pensó y lo primero que se le vino a la cabeza fue decir “Doma India”. Su respuesta fue contundente. Le explicó que la persona que más influyó en su vida, después de su madre, fue Cristóbal.

 

Scarpati expresó que tiene la sensación de que nació con esta vocación porque desde que pudo razonar, le gustaron los animales. Recordó una gran experiencia que tuvo a los 8 años. “En uno de los tantos días que salíamos a jugar con mis hermanos, me sorprendí al ver en un potrero a una yegua y su hijo, desde ese momento le llevé comida y así me gané la confianza de los dos, tal es así que al potrillo le puse Duque. En una de las tantas idas, Duque me acompañó hasta mi casa, lo tuve un largo tiempo hasta que mis padres me pidieron que lo devuelva. Aunque no era mío yo sentí que nos pertenecíamos. Ese fue mi primer acercamiento a los caballos y hoy hace más de 70 años que me siguen acompañando. No los cambiaría por nada”.

 

Así como en su momento su gran mentor le transmitió la pasión por esta profesión que tantas satisfacciones le ha dado, él intentó hacer lo mismo con sus hijos. Hoy Cristóbal, Luciana, Payné y Pincén son los encargados de continuar con su legado. Cristóbal es el mayor, tiene 41 años, está en pareja con Florencia y es padre de Abril, Pehuén y Nehuén.

 

Creció con caballos en el campo de su familia en San Luis y contó que no tiene registro de cuándo nació su amor por los caballos. “Desde muy chico acompañé a mi padre en cada demostración que hacía”.

 

Cristóbal pasó gran parte de su infancia en la casaquinta de sus abuelos, la famosa y tradicional “Casa Grande”, que estaba rodeada de una frondosa arboleda y estaba ubicada en la esquina de República del Líbano y San Juan. Su primer contacto fue con “Carpicho”, un potro que pertenecía a su familia. Sus padres le hicieron entender que había que cuidarlo, quererlo y por sobre todo respetarlo.

 

 

Los caballos de Cristóbal

 

El significado de los caballos en la vida de Cristóbal fue crucial. Explicó que viene de una familia muy numerosa y que cuando se juntaba con sus primos se sentía frágil, pero cuando estaba en soledad con los caballos sus sensaciones eran otras. Ahí se sentía diferente, seguro y fuerte, es por eso que hoy siente que estos animales le dan sentido a su vida.

 

Cuando este puntano tuvo que decidir si quería ir a la universidad o seguir junto a su padre, paradójicamente optó por los estudios y fue a seguir la carrera de abogacía a Buenos Aires, pero su mente y corazón estaban en otro lado.

 

Fue así que a los 24 años decidió que lo que quería hacer por el resto de su vida era estar con los caballos. “Ellos fueron, son y serán mi gran pasión. Desde ese instante no tuve ninguna duda de que mi elección fue la correcta”, dijo Cristóbal, quien volvió a San Luis y empezó a desarrollarse profesionalmente en lo que hoy es su vocación. “No he dejado de aprender, disfrutar y compartir mi vida con los caballos”, destacó.

 

 


Para domar piden un requisito: la pasión por los animales

 

 

Sobre qué es la “Doma India”, Cristóbal explicó que el método consiste en tratar de convencer al caballo “que hemos llegado a él para hacer una intromisión positiva en su vida. Es un método no violento, porque no se lo castiga, no se lo palanquea, no se lo tira de la boca, no se lo manea, ni se lo taquea”, detalló. Además, aseguró que los equinos entienden en actitudes y que su instinto es de preservación por eso están asustados al principio. “Se busca establecer un vínculo a través de un lenguaje corporal vivaz”.

 

El primer mandamiento a la hora de aprender a amansar un caballo es no enojarse, no frustrarse, sino acompañar al caballo en el proceso. Los entrenamientos para los futuros amansadores consisten en no caer fácilmente en el enojo sino en buscar el camino y reconocer su verdadera pasión. Los Scarpati consideran que la principal aptitud que debe tener una persona para domar, es algo que está implícito en cada uno de los que se acercan a los cursos y es la pasión por los animales. La familia Scarpati trabaja en equipo y cada uno de sus integrantes cumple un rol específico. Oscar y Cristóbal son los encargados de dar los cursos. Painé y Pincén tienen su participación en cada demostración. Abril y Florencia le dan el toque femenino, mientras que Frida, la madre de Cristóbal, y Luciana se encargan de que todas las consultas sean respondidas y de que cada alumno se sienta en casa durante el curso.

 

Cristóbal manifestó que es muy grande la satisfacción que siente al compartir esta vocación con su padre. “Tener la posibilidad de ir poniéndonos grandes y sentir que aparte de ser padre e hijo, somos amigos y compañeros es algo muy bonito. El solo imaginar que también me puede pasar con mis hijos me emociona, se dediquen o no a esta profesión siempre vamos a tener este punto de encuentro”, acentuó.

 

“Hoy me toca a mí estar al frente de este gran legado, es una motivación muy grande que tengo el poder dejarles a los que siguen algunas cosas logradas. Sé que ellos también van a tener sus propios desafíos”, concluyó Cristóbal.

 

En 1996 fundaron la “Escuela de Doma India”, amor y comprensión son los distintivos de esta escuela. Hoy recorren el mundo reivindicando la cultura ranquel y muestran cómo domaban los indios de su tierra.

 

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