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“Me gusta la idea de apelar al costado voyeur del lector”

Después de ser el primer ganador del Premio Clarín a mejor novela por “Una noche con Sabrina Love”, en 1998, el autor no se despega de ese papel y tampoco reniega de eso. Mientras presenta “Breves amores eternos” asegura que la literatura que hace debe tener los cinco sentidos y que hay que poner el cuerpo por los libros, no alcanza con que circulen.

Por Noelia Barroso
| 09 de diciembre de 2019

Con 28 años ganó el Premio Clarín a mejor novela por “Una noche con Sabrina Love”, cuyo jurado estaba integrado por Adolfo Bioy Casares, Augusto Roa Bastos y Guillermo Cabrera Infante. El guion fue llevado al cine dos años después de su publicación y aunque tuvo que revisarlo para la vigésima edición, no quiso cambiarle ni una sola coma. Publicó bajo el seudónimo de Ramón Paz los “Pornosonetos”, en 2016 editó “La uruguaya” y ahora mientras ensaya con su dúo “Pensé que era viernes”, saca a la luz el libro doble “Breves amores eternos”, compuesto por cuentos inéditos, y “Hoy temprano”, un libro que publicó en 2001.

 

Pedro Mairal exhibe eso que la gente no se anima a mostrar en las redes sociales, entre los puristas y la idealización de los amores breves, el autor describe la sexualidad sin dejar de lado la emoción y la intimidad cerebral.

 

―¿Vas a presentar el libro por el país?

 

—Me gustaría mucho ir por el interior en la medida en que vayan apareciendo invitaciones a ferias. Siempre me gusta dar vueltas por todos lados. Hay que poner el cuerpo por los libros, no alcanza solo con que circulen, hay que acompañarlo siempre y poner un poco la cara, que la gente te pregunte cosas, eso lo vuelve un poco más visible. Por alguna razón no alcanza solamente con los libros, la gente quiere al autor vivo, cuando está vivo. A mí me gusta, dura un tiempo con cada libro y después se corta, son unas rachas de mucha comunicación. Al final la literatura es comunicación. De alguna manera es comprobar que la comunicación sucedió y eso siempre es muy hermoso.

 

 

 

―¿Esperás traerlo a San Luis?

 

—Me encantaría ir a San Luis y recorrer un poco sus paisajes, siempre voy de pasada. Fui hace unos tres años a la Feria Villa Mercedes pero San Luis capital no conozco.

 

―¿Son dos libros en uno?

 

—Sí, está "Breves amores eternos" que son mis cuentos nuevos inéditos y también "Hoy temprano", mi libro de cuentos de 2001. Los dos en el mismo volumen, es un libro doble, escrito en dos tiempos. Son mis cuentos reunidos, no le quisimos poner cuentos completos porque tengo 49 años y me sonaba medio a lápida. Espero seguir escribiendo más.

 

―¿De qué se tratan ambos?

 

—"Breves..." en particular tiene quizás una especie de eje temático: esos amores que duran poco tiempo, que no terminan nunca de cansarse o de terminar de convivir entonces quedan para siempre en la sangre como un fuego que no se apaga nunca, justamente por esa brevedad. Eso los vuelve eternos. Parejas medio prohibidas, gente que se acuerda de amores de la adolescencia o que se imagina amores con alguien. Son amores casi más cerebrales que reales. Algunos sí se concretan pero otros son la manera en que se construye el deseo en el cerebro de los personajes.

 

 


"Una noche con Sabrina Love" ganó el Premio Clarín Novela y fue llevada al cine en 2000.

 

 

 

―En una reseña dice “el papel muy poco airoso de los hombres en las relaciones sentimentales”, ¿qué significa eso para vos?

 

—Hay personajes masculinos y femeninos. Los femeninos están con amores o escapes. Hay una mujer casada pero que tiene una relación con el fotógrafo de la revista donde trabaja y creo que esas mujeres tienen un norte más claro, más rumbo, incluso esta mujer. Si bien se siente atrapada en su matrimonio logra actuar y para afuera tiene la esperanza de que algún día va a vivir con ese amante y van a tener una casa. Lo que quiero decir es que hay una luz al final del túnel para los personajes femeninos. Los hombres, en cambio, están metidos en una gran torpeza emocional, en situaciones medio sórdidas algunos. Medio antihéroes, medio loosers. Me interesa mostrar un poco esa faceta masculina del tipo que está rumiando bronca. Mi personaje en 'La uruguaya' es un poco así, un tipo muy frustrado que de alguna manera le echa la culpa a la situación familiar por algo que le está pasando a él en realidad.

 

―En tus escritos hay una genitalidad manifiesta, ¿cómo lo interpreta el lector y qué retribuciones recibís?

 

—Algo que una vez me encantó fue cuando leí un cuento de ‘Breves amores…’ en un ciclo literario grande, había muchísimo público. Se me acercó al final una señora de unos setenta años, me agarró del brazo y me dijo al oído: ‘Mucha teta, mucho culo pero yo me emocioné’. Entonces ese es un poco el lugar donde voy. Hay genitalidad pero eso no está hecho gratuitamente ni para provocar ni para excitar. Está hecho porque yo creo que hay situaciones sexuales donde se ponen en juego un montón de cosas, la intimidad de la gente y la intimidad emocional. Me parece a mí que a veces cortar el plano, dejar eso afuera es dejar afuera una parte importantísima y que tiene que ver con la emoción. ¿Qué es lo que más te jode si te meten los cuernos? que tu pareja haya tenido intimidad con otra persona. La mecánica de los cuerpos, sí. Pero el mundo que se creó y se crea entre dos personas que están en la cama, la intimidad cerebral de esas dos personas. A ese lugar me interesa ir, a la intimidad casi cerebral de la construcción del deseo de los personajes.

 

―¿Qué es lo fundamental que debe tener la literatura?

 

—A mí me gusta escribir una literatura que tenga presencia de los cinco sentidos. Necesito que lo que escribo los tenga para que el lector sienta que de alguna manera lo está viviendo. Es decir, que cuando lea eso tenga la sensación de que es una vida paralela. Para mí la literatura debe tener eso, crear la ilusión de una experiencia vital.

 

 


Una colección de cuentos que resulta ideal para adentrarse al mundo de Pedro Mairal. El primero, "Breves amores eternos", tiene condimentos eróticos, las distintas formas del amor, las relaciones de pareja o el sexo como escape con escenas muy bien resueltas. El segundo, "Hoy temprano", contiene historias amenas con finales sorprendentes.

 

 


También me gusta la idea de apelar al costado un poco voyeur del lector, el costado espía, chusma que me parece completamente lícito y que tiene que ver con mostrarle una vida ajena al lector y que sienta que de golpe está espiando un destino, una intimidad muy grande. También tratar de mostrar la condición humana, crear personajes creíbles y que el lector sienta empatía, identificación con esas voces, eso trato de hacer.

 

―¿Cómo ves la literatura argentina actual?

 

—Para mí hay un corrimiento de eje, tiene que ver con una literatura que solía ser bastante centrada en Buenos Aires, bastante porteña. Y ahora están trayendo una literatura más de imaginarios de provincia. Como Selva Almada, los cordobeses Luciano Lamberti y Federico Falco; o Hernán Ronsino con el campo de la provincia de Buenos Aires. Da la impresión de que el eje se está corriendo y están trayendo imaginarios que no necesariamente son la idealización del porteño que se va de vacaciones a la provincia, o del paisaje, sino que son a veces situaciones de mucha violencia, de desigualdad y muy injustas con escenarios de dominación. También hay un boom de literatura escrita por mujeres. Eso es otra cosa nueva, están siendo como el centro del canon. Como Leyla Guerriero, Selva Almada, Samantha Schweblin, María Gainza, Mariana Enríquez.

 

―¿Por qué creés que se da eso?

 

—Primero se juntó un grupo de muy buenas escritoras y segundo hay un "tomar la palabra". Es un momento de un surgimiento, para mí, de algo que estaba siempre como en un segundo plano. Había mujeres que escribían bien pero eran periféricas siempre, estoy pensando en Silvina Ocampo, medio oculta, al frente siempre estaban Bioy y Borges. Ahora hay como un "pasar a un primer plano", con todo lo que está pasando con el nuevo paradigma del feminismo. Hay voces de escritoras y me parece muy importante, como que se hace justicia.

 

―¿Seguís siendo el autor de "Una noche con Sabrina Love"?

 

—Sí, lo sigo siendo. Veinte años después los editores me dieron el libro para revisarlo. Y me di cuenta de que hoy lo escribiría todo distinto pero no le toqué ni una sola coma porque me pareció que el cuarentón medio desencantado que soy ahora no tenía por qué corregirle el texto al veinteañero entusiasta que escribió ese libro. No tenía por qué intervenirle. Hay una celebración del lenguaje en el libro, también del erotismo pero sobre todo del lenguaje, un entusiasmo verbal. Hoy día lo hubiera escrito distinto porque estoy más "gastado" iba a decir "pulido" pero es medio gastadito y más austero con el lenguaje quizás, menos lírico tal vez. Me pareció que era desleal.

 

―¿Qué sentiste al volver a leerlo?

 

—Primero me gustó, tengo que decirlo. Encontrarme con cosas, reencontrarme y reírme de cosas que me causaron gracia en ese momento. Siento que el libro tiene su fuerza, por algo es un libro tan viajero. Fue traducido a muchos idiomas, tiene la candidez de Daniel Montero que gana la noche con la actriz porno y todo en realidad es una gran excusa para mostrar la ruta, es sobre todo una novela de viaje y de aprendizaje. Me gusta mucho cómo salió, me alegra mucho haberlo hecho.

 

―¿Cómo es el Pedro actual?

 

—Un padre de familia, casado, tengo dos hijos, una pequeña y un hijo más grande. Cuido la casa, hago varios trabajos para pagar las cuentas, trabajo en la radio, doy seminarios de escritura creativa y también escribo para distintos medios. Así voy juntando el pan de cada día. Además estoy experimentando con la música, que es algo nuevo para mí. Tengo un dúo musical con un amigo, Rafa Otegui, nos llamamos "Pensé que era viernes".

 

―¿Cómo contrasta o se vincula con la escritura?

 

me saca de mi zona de confort. Estamos grabando canciones de a poco y las subiremos a Spotify, YouTube, tocamos en vivo de vez en cuando. Somos dos guitarras y dos voces. Escribo hace treinta años y hago música desde hace tres, así que de a poco voy aprendiendo.

 

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