12°SAN LUIS - Jueves 25 de Abril de 2024

12°SAN LUIS - Jueves 25 de Abril de 2024

EN VIVO

“Por leer un libro no dejo de ver una serie”

La conductora de “Bibliómanos” dice que la lectura debe tomarse como un entretenimiento cultural y asegura que cualquier tiempo libre es bueno para sumergirse en las historias literarias. Además elige cinco novelas de la literatura argentina actual.

Por Miguel Garro
| 01 de abril de 2019
Fotos: MA.

Visto desde la óptica de los grandes medios de comunicación, el gran logro de Eugenia Zicavo es mantener durante cinco temporadas en un canal de aire un programa en el que se hable sólo de libros. Aunque la joven socióloga y periodista cultural viene haciendo exactamente eso desde que empezó su carrera en la pantalla chica.

 

Siempre con sus anteojos de marco y una pose un tanto despreocupada, Eugenia empezó en 2010 con una columna en “Esta noche”, el programa que Gerardo Rozín tenía en C5N, luego pasó a tener su propio ciclo en el Canal de la Ciudad -que tiene alcance sólo para Buenos Airesy con “Bibliómanos”, que se ve todos los sábados por la Televisión Pública, se puso al frente de su mayor desafío. “Por lo general se cree que es difícil hablar en un medio masivo de un contenido que es falsamente visto como si fuera un consumo de alta cultura. Pero para mí la contradicción está ahí: los libros son un bien cultural como el cine, como las series”.

 

Zicavo tiene la teoría que un libro debe ser un divertimento más, un entretenimiento cultural que no debería resignarse a perder lugar frente a otras opciones. Y considera que la literatura nacional va por buen camino en esa disputa por la cantidad de lectores que hay en el país, por lo pujante que aparece la industria editorial y por los muchos buenos escritores que hay en la actualidad.

 

En “Bibliómanos”, Eugenia y Maximiliano Thomas recomiendan cinco libros sobre una temática especial con las condiciones televisivas actuales: la verdad irreverente de que “el tiempo es tirano” y la participación del público en las redes sociales. Para lo primero, Zicavo tuvo que aprender “a acomodar el contenido sin perder rigurosidad pero con poder de síntesis”; para lo segundo, eligió la paciencia.

 

La idea extendida de que la lectura corre en desventaja respecto a otros entretenimientos culturales es, para Zicavo, no del todo cierta, pero se anima a dar una explicación. “Habría que ver qué rol cumple en todo eso la escuela, donde la lectura a veces es una obligación, algo que no está bien porque entretenimiento y obligación nunca van de la mano. Los padres no les dicen a sus hijos ‘tenés que ver series’, les dicen ‘tenés que leer’”.

 

En ese tono imperativo está el error, dice la periodista y recuerda algo que le contó una vez el escritor Martín Kohan. “Me dijo que los padres les dicen a sus hijos que lean, pero si tienen un hijo lector se empiezan a preocupar porque no sale a jugar a la pelota con los otros chicos”.

 

La lucha permanente de la conductora de “Bibliómanos” es para que los nenes se enganchen en el universo de fantasía que les ofrece la literatura. “Después, de grande, el gusto viene solo. Me pasa a mí, que no salgo de casa sin un libro en la cartera; no voy ni a una fiesta sin un libro porque cada ratito libre que tengo lo uso para leer ¿Qué es mejor? ¿Esperar el 132 o estar en 1984 de Orwell?”.

 

Para Eugenia, el hecho de leer un libro no significa una pérdida de tiempo frente a la posibilidad de ver Netflix o de ir al cine. “Yo por leer un libro no dejo de ver una serie. Creo que son divertimentos culturales perfectamente compatibles, no entiendo a esa gente que elige entre una opción y otra, con la posibilidad de hacer las dos cosas”, dice la periodista, quien -vale aclararlo- trabaja de leer y recibe, gratis, 50 obras literarias al mes enviadas por las editoriales.

 

Como lo hacía Jorge Luis Borges, Zicavo recomienda abandonar un libro cuando el lector no se engancha con la historia, a la vez que sostiene que no elige sus lecturas por la cantidad de ejemplares vendidos de un autor aunque tampoco deja de leer a un best seller. Como ejemplo nombra a Claudia Piñeyro, una de sus autoras preferidas. Otro consejo que se atreve a dar la joven es no leer las contratapas antes de elegir un libro. “Yo las leo después y me cago de risa”.

 

Para la socióloga, el momento de la literatura argentina actual es uno de los mejores de la historia por la presencia de muchos autores jóvenes, algunos de generaciones intermedias que dejaron su huella y la permanencia de los clásicos que sirven para dar el impulso inicial. A eso se suma una gran cantidad de mujeres escritoras que dan un nuevo tono y un nuevo lenguaje al panorama. “Años atrás eso no pasaba, de hecho hay que esforzarse mucho para mencionar a diez autoras argentinas; ahora mismo hay cuatro o cinco que tienen una calidad y una potencia realmente sorprendentes”.

 

 

Beya de Gabriela Cabezón Cámara, con ilustraciones de Iñaki Echeverría

 

Gabriela me parece una de las voces más interesantes de la literatura argentina contemporánea, capaz de mezclar la gauchesca, con la solidaridad social y la poesía. Esta es una novela sobre la trata, muy fuerte, muy dura, que tiene esta versión ilustrada en blanco y negro, que suaviza un poco el argumento. Trata del secuestro de una chica y hasta que la leí nunca se me había hecho tan patente el hecho de que la prostitución forzada es también una tortura corporal.

 

 

Distancia de rescate de Samanta Schewblin

 

Es una novela corta, tiene 120 páginas que se leen rápido pero vino a romper todo en el género fantástico. Cuenta la historia de una mujer que llega con su hijo a un pueblo marcado por el auge de la soja. Samanta, que no tiene hijos, se encarga de inventar esa distancia de rescate entre un padre y un hijo, que es el tiempo en que se puede salvar de algo a alguien. Con esta novela, la escritora le puso nombre a una sensación que los padres tienen con sus hijos.

 

 

Muerta de hambre de Fernanda García Lao

 

Es un monólogo muy resentido de una preadolescente obesa, que se la pasa comiendo. Pocas autoras en el mundo consiguieron una voz tan personal en su primera novela, pero Fernanda es actriz y funda una lengua gracias a la dramaturgia. Ella escribe como sí misma. Tiene una pluma muy reconocida que en esta historia, en la que la chica gorda recibe a dos hermanastras de cuerpo perfecto, se hace lugar para el cinismo y el humor negro.

 

 

Tres veces luz de Juan Mattio

 

Es una pequeña novela policial que empieza contando la historia de un barco que llega a Rosario, de donde es el autor. Hay un inmigrante que no se sabe de dónde es porque no habla, pero la verdadera trama es la que se cuenta sobre la realidad de los niños polizones, que en general no sobreviven. La segunda mitad de la novela transcurre en un container donde el polizón y un hombre adulto permanecen encerrados por nueve días. Mattio, que es periodista y conoce del tema, cuenta esa supervivencia. Es ideal para llevarla al cine o al teatro.

 

 

Ceviche de Federico Levin

 

La elijo porque retrata muy bien el barrio del Abasto y porque a los que le gusta la comida peruana se van a sentir muy atraídos ya que el autor hasta se da el lujo de incorporar recetas en el argumento. Eso sí, no hay que leerla con hambre. Se trata de un periodista gastronómico freelance -un personaje desagradable, a lo Ignatius Reilly de “La conjura de los necios”- que está obsesionado con comer el mejor ceviche de su vida. El día que lo encuentra es testigo de un asesinato.

 

LA MEJOR OPCIÓN PARA VER NUESTROS CONTENIDOS
Suscribite a El Diario de la República y tendrás acceso primero y mejor para leer online el PDF de cada edición papel del diario, a nuestros suplementos y a los clasificados web sin moverte de tu casa

Suscribite a El Diario y tendrás acceso a la versión digital de todos nuestros productos y contenido exclusivo