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Una inversión con muchas y buenas ramificaciones

La riocuartense Solucer hará el desactivado de la soja y gelatinización de maíz para alimento balanceado. Y además, fertilizante biorgánico a partir de sangre vacuna.

Por Marcelo Dettoni
| 07 de abril de 2019
Todo listo. Una vista de la planta donde fabricarán el fertilizante biorgánico, que está pegada a la del desactivado de la soja y el maíz.

En una época en la cual la "bicicleta financiera" le gana a la cultura del trabajo, acicateada por un gobierno nacional que solo piensa en cerrar sus números sin importarle quiénes se quedan afuera de la ecuación, que una empresa se haya interesado en invertir y dar trabajo es una gran noticia.

 

Hoy la disfruta Naschel, que ya cuenta en su parque industrial con un nuevo emprendimiento agroindustrial, fruto de una inversión de 13 millones de pesos de la firma Solucer SA, de Río cuarto, que se dedica al acopio, comercialización, industrialización y agregado de valor de cereales en el sur cordobés.

 

La radicación de una nueva empresa no podría haber llegado en mejor momento para una ciudad que conoció épocas de bonanza con la industria textil, pero que con las sucesivas crisis económicas del país fue cediendo terreno y perdiendo puestos de trabajo para su gente. El parque industrial luce con movimiento, pero los conocedores aseguran que no tiene nada que ver con los buenos años de la promoción que tan bien manejó el gobierno provincial.

 

El costo de flete no es un tema menor en la actualidad. Con una planta que compre soja y maíz en Naschel se beneficiarán muchos productores de toda la zona.

 

Algunos camiones que entran y salen de predios poco habitados, obreros que se mueven en bicicleta en la fría mañana rumbo a sus empleos, una cosechadora que está a punto de arrancar con su tarea en el arranque del corolario de la campaña gruesa y poco más. Naschel está sumido en un sopor del que solo podrá salir si llegan más inversiones como la de Solucer. La materia prima la tienen, porque son tierras ideales para cultivar soja, maíz y sorgo en el verano, con temperaturas benignas y un buen régimen de lluvias, faltan industrias que puedan agregar valor con más regularidad a esa producción.

 

La empresa, en San Luis, decidió ir más allá de las actividades que lleva a cabo en la provincia vecina y está a punto de poner en funcionamiento una fábrica para hacer desactivado de soja y gelatinizado de maíz, dos procesos que ayudan a sumar materias primas para la confección de alimentos balanceados. El desembarco efectivo en la localidad se produjo hace tres años, cuando se hicieron cargo en un predio de una hectárea de un galpón abandonado, que antes había pertenecido a una algodonera, y que ya está casi listo para comenzar a operar luego de un intenso trabajo de recuperación de la infraestructura.

 

“No sabés cómo estaba esto, en estado deplorable, lo único que había quedado eran las paredes, hasta los caños habían arrancado. Realmente tuvimos que arrancar de cero, te diría que de menos diez…”, cuenta Javier Alarcón con una leve sonrisa que encierra satisfacción al ver que los trabajos avanzaron al punto de que hoy el galpón parece un quirófano por su pulcritud y orden. Tienen un comodato a diez años, con opción de compra si los negocios marchan como ellos esperan en el Valle del Conlara.

 

Él es el ingeniero de planta y a su vez socio de los dueños de Solucer en un emprendimiento paralelo que también están desarrollando, también en Naschel, en un galpón que está justo al lado, para producir fertilizantes biorgánicos. El predio luce altos silos recién instalados con un buen espacio para permitir la descarga de la soja y el maíz desde los camiones, celdas para depositar ambos cultivos y tolvas gigantescas por donde pasará la mercadería.

 

“Esta es una empresa integral, buscamos siempre el mejor desarrollo, pero sin perder sustentabilidad en la producción. Dentro del sector agroindustrial, hacemos productos innovadores, de alta calidad, porque tenemos una buena demanda tanto interna como externa”, cuenta Alarcón, como preludio para explicar de qué se tratan conceptos no tan difundidos como el desactivado de la soja y la gelatinización del maíz.

 

En cuanto al primer proceso, hay que saber que el grano de soja contiene una sustancia anti-nutritiva que bloquea la acción de la tripsina, que es la enzima que participa en la digestión de las proteínas del aparato digestivo. Por eso debe ser desactivada por medio del calor, ya sea en forma de vapor o tostada, para que pueda ser utilizada con eficiencia en las raciones de los animales.

 

El desactivado puede realizarse por métodos caseros, como el de hervir los granos, y luego secarlos o tostarlos, antes de proporcionarlos a los animales. En la desactivación por tostado se puede utilizar un tambor que gira sobre un eje descentrado expuesto a la llama por no más de 15 minutos, para evitar el quemado o sobrecalentamiento del grano. En forma industrial, como lo hará Solucer, la desactivación de la soja se produce cuando se le quita el aceite. Otra alternativa es la del extrusado, en el cual el grano de soja es pasado por un tornillo de alta presión y una temperatura de 134 grados, aproximadamente.

 

“Primero limpiamos la soja y enseguida la llevamos al desactivador para matar esa enzima y que se vuelva digerible. Es un proceso que se hace con temperaturas, entre los 110 y 120 grados, más presión sobre el grano. Luego se enfría y se distribuye”, explica con simpleza lo que parece mucho más complicado. Tienen un laboratorio armado para hacer los análisis de inocuidad y todo el proceso está controlado por Senasa.

 

En un mes esperan comenzar a producir con buen volumen, ya que cada desactivadora puede procesar 2.500 kilos por hora, y como son seis, serán 12.500 kilos.

 

La soja desactivada contiene bajo tenor de calcio y de metionina, lo cual debe ser tenido en cuenta en el momento de la preparación de los alimentos balanceados, sobre todo para aves y cerdos en las raciones iniciales, es decir, en los primeros veintiún días donde los requerimientos en ambas especies son muy altos.

 

Justamente ese es el mercado que quiere explotar la nueva empresa, los criaderos de pollos y de porcinos que están en Chile, apenas a poco más de 600 kilómetros de San Luis. “Es un país que consume mucha soja desactivada para hacer alimentos, y también puede llevar el maíz para el ganado vacuno”, agrega el encargado de la planta, quien vive en Naschel de lunes a viernes y vuelve a Río Cuarto los fines de semana, aunque cuando la empresa ya esté a pleno funcionamiento se va a radicar con su familia.

 

La soja la van a comprar a productores del Valle del Conlara, en la rica franja que costea a la autopista 55. Y lo mismo va a pasar con el maíz: “Es un negocio a dos puntas, porque nosotros contaremos con la materia prima todo el tiempo por la cercanía, y para los productores será una buena manera de ahorrar en flete, ya que no es lo mismo entregar la mercadería acá que llevarla al puerto de Rosario. Incluso estamos más a mano que las grandes empresas que procesan maíz en Villa Mercedes, como Glucovil o Diaser”, reflexiona Alarcón.

 

Si todavía no arrancaron es porque están esperando la aprobación de la obra que hicieron para que les llegue el gas natural a la planta. “Fue lo más complicado de todo, nos demoró más de la cuenta. Pero en los próximos días debería estar todo listo para empezar a funcionar. Las pruebas que hicimos dieron muy buenos resultados y la capacitación de la gente fue óptima, hay que pensar que en eso también arrancamos de cero, pero encontramos la mejor disposición de los operarios, que son todos de Naschel”, asegura el ingeniero de un emprendimiento que otorgó siete puestos de trabajo directo de entrada, que serán entre 15 y 20 cuando la planta comience a producir con intensidad. A lo que hay que sumar los empleos indirectos que comenzarán con la señal de largada: proveedores, camioneros para el transporte, consumo de gasoil y muchos otros que se irán dando sobre la marcha y que ayudarán en la reactivación económica que espera esta rica zona agrícola de San Luis.

 

El otro proceso que harán será el gelatinizado de maíz, otro componente del alimento balanceado que comen pollos y cerdos principalmente. En la gelatinización, los gránulos de almidón, que son insolubles en agua fría debido a que su estructura es altamente organizada, se calientan (60-70°C) y empieza un proceso lento de absorción de agua en las zonas intermicelares amorfas, que son menos organizadas y las más accesibles.

 

A medida que se incrementa la temperatura, se retiene más agua y el granulo empieza a hincharse y aumentar de volumen. El rango de temperatura en el que tiene lugar el hinchamiento de todos los gránulos se conoce como rango de gelatinización y es característico de ciertas variedades particulares de almidón. Al producirse el hinchamiento de los gránulos, hay también una extracción de la amilosa, que es liberada y queda en dispersión, con los gránulos intactos en suspensión. Si se continúa administrando calor a los gránulos hinchados, estos se romperán parcialmente y la amilosa y amilopectina se dispersarán en la disolución. Al final de este proceso se genera una pasta o gel que es el producto final.

 

“En términos simples, es un precocido del maíz a unos 80 grados aproximadamente, con el objetivo de ablandarlo. Llega en camiones, va a un reactor, se le da humedad, luego se le quita a cierta presión y el grano queda igual en cuanto al aspecto, pero blandito. Lo que se busca es aumentar la digestibilidad y bajar la porción de maíz en la ración”, describe Alarcón, ansioso por comenzar a operar. Al igual que todo Naschel, que ya disfruta de una nueva fuente de producción y trabajo para que no todo sea bicicleta financiera.

 

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