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Cómo desobedecer a San Martín y convertirse en héroe

Pasó a la historia por un acto de arrojo, en el combate de Chancay. Pero su importancia va más allá de ese hecho aislado: fue soldado de tres guerras y murió en acción.

Por Gustavo Luna
| 20 de mayo de 2019
Una imagen inusual del monumento a Pringles en la plaza que lleva su nombre.

No deben haber sido muchos los soldados que hayan osado desobedecer una orden del general José de San Martín. Uno se sabe que lo hizo: Juan Pascual Pringles. No acatar una indicación que le había dado el Libertador casi le hizo perder la vida en las frías aguas del océano Pacífico, pero al final le significó ganar una medalla y la fama de valiente. Es, desde aquel 27 de noviembre de 1820, “el héroe de Chancay” y Bartolomé Mitre lo elevó al primer pedestal en el panteón de figuras emblema de la puntanidad.

 

Se necesita apenas un acto para ser tenido por héroe. En el caso del hijo de don Gabriel Pringles, mendocino, y de doña Juana Sosa, puntana descendiente de Juana Koslay, bastó con aquella hazaña. Pero no es aquella actitud temeraria en la playa de Pescadores, Perú, lo único que debe ser tenido en cuenta para calibrar su aporte a la historia puntana y argentina. Pringles no es sólo aquel hecho. Es la dedicación de toda su vida a la lucha, es la historia del soldado de tres guerras: por la emancipación americana, por la defensa de la integridad territorial argentina (contra Brasil, por la Banda Oriental) y por la organización política del país.

 

Nació el 17 de mayo de 1795. Según algunas fuentes, fue en la ciudad de San Luis, según otras, en “Los Tapiales” o en Saladillo. Tuvo cuatro hermanas y dos hermanos: María Isabel (nacida en 1786), Jacobo (1788), Margarita (1790), José León (1793), Melchora (1800), y Úrsula (1802). Su madre murió poco después del nacimiento de Úrsula.

 

Juan Pascual asistió en su niñez a la escuela de las Primeras Letras del Convento de Santo Domingo, luego se fue a Mendoza y trabajó como dependiente en una tienda. Con 19 años, volvió a San Luis en 1814 y al año siguiente se incorporó como alférez al Regimiento de Milicias de Caballería de San Luis.

 

En El Plumerillo, Mendoza, San Martín alistaba su ejército para traspasar los Andes y atacar al ejército realista en Chile, la primera fase del plan continental que había concebido. Entonces tuvo Pringles la primera oportunidad de servir al General y a su causa: en 1816 condujo de San Luis a Mendoza un contingente de esclavos negros para el Ejército de los Andes.
 

 

 


Un busto del puntano en Coronel Pringles, provincia de Buenos Aires.

 

 

Tres años después ocurrirán tres hechos importantes en la vida privada y en la vida militar del puntano. Juan Pascual se casó con Valeriana Villegas, nacida en Estancia Grande, y en 1819 nació su única hija, Fermina Nicasia Pringles.

 

Ese mismo año ayudó a sofocar la rebelión de los prisioneros españoles que estaban alojados en San Luis. Por su lejanía de todo, la ciudad había sido elegida para alojar a los soldados realistas capturados en distintas batallas, entre otras, la de Maipú, del 5 de abril de 1818, clave para la independencia de Chile. Los prisioneros, muchos de los cuales estaban alojados como huéspedes en casas de familia, sin vigilancia, vieron en la confianza de los puntanos la posibilidad de intentar un escape para reincorporarse a su ejército. Lo intentaron la madrugada del 8 de febrero, y les fue mal. Algunos fueron muertos en los enfrentamientos con la milicia y los civiles que se armaron para combatirlos, otros, juzgados y ajusticiados. En la defensa de la ciudad participaron Juan Pascual Pringles, como miliciano, y el riojano Juan Facundo Quiroga, “El Tigre de los Llanos”, que en ese momento estaba retenido en la ciudad.

 

La mención de Quiroga no es azarosa: él y Pringles serán adversarios, luego, en la lucha civil entre unitarios y federales. Y el puntano morirá a manos de los soldados del riojano, el 19 de marzo de 1831.

El levantamiento de 1819 fue un drama familiar para los Pringles. Melchora estaba de novia con Juan Ruiz Ordóñez, prisionero y sobrino del brigadier José Ordóñez, uno de los líderes del alzamiento. El joven de 17 años fue condenado y dos veces ordenaron fusilarlo, pero las dos veces fue salvado. Al final, se casó con la hermana de Juan Pascual y emigraron a España.

 

 

Por la emancipación

 

El 9 de noviembre de ese año, Juan Pascual se incorporó como alférez al Regimiento de Granaderos a Caballo del Ejército de los Andes. Ya liberada Chile, San Martín preparaba la segunda parte del plan continental, que consistía en atacar a los españoles en Perú. Para eso reclutaba soldados en el campamento de Las Chacras (Juana Koslay).

 

En noviembre de 1820, Pringles desembarcó en Huacho, Perú. Una semana después, como parte del regimiento del coronel Rudecindo Alvarado, fue al encuentro del contacto con el regimiento “Numancia”, del ejército enemigo, que por estar compuesto por mayoría de criollos, tenía la voluntad de pasarse al ejército patriota.

 

Alvarado destacó una partida de veinte hombres al mando de Pringles. Le transmitió la orden de San Martín de no presentar batalla en caso de encontrarse con tropas enemigas. Lo que el libertador y Alvarado habían previsto, ocurrió. El puntano se topó con una partida de setenta soldados realistas. Y no hizo lo que le habían indicado: ordenó a sus diecinueve hombres atacar.

 

La carga fue tan sorpresiva que lograron abrir una brecha en el frente enemigo. Pero los otros los sobraban en número. Tres soldados de la partida de Pringles murieron y once, entre ellos él mismo, resultaron heridos. El panorama empeoró cuando lo encerró, por retaguardia, otra tropa de cien soldados realistas. Pringles comprendió que morirían todos o caerían prisioneros.

 

No había nada que pudiera hacer. Con los soldados que le quedaban, viró hacia la playa de Chancay y se adentró en el mar, como señal de su resistencia a entregarse. Valdez, el jefe enemigo, finalmente le prometió que les perdonaría la vida. Pringles y sus hombres cayeron prisioneros.

 

El 10 de enero de 1821, Pringles y sus soldados fueron canjeados por prisioneros españoles y volvieron a las filas del ejército libertador.

 

En la orden del día, San Martín publicó: “El oficial Pringles y los individuos que lo acompañaron el 27 de noviembre han llenado mis esperanzas y cumplido sus deberes a la Patria; pero es sensible que aquel oficial, al paso que acreditó su valor, obró sin previsión dejándose sorprender del enemigo: él debía ser juzgado como corresponde, y sólo el ejemplo extraordinario que ha dado de su bravura, lo salva de las leyes militares”. Más claro, imposible. Además, les adjudicó una medalla con la leyenda “Gloria a los vencidos en Chancay”.

 

Después de las entrevistas con Bolívar en Guayaquil, del 26 y 27 de julio de 1822, San Martín renunció a la campaña libertadora. Pringles, ascendido a capitán el 1º de setiembre de ese año, quedó, como todo el ejército patriota, bajo las órdenes del venezolano. Con él participará en las batallas de Junín y Ayacucho, que marcan el fin del dominio español en Sudamérica.

 

En enero de 1826, Bolívar ascendió al puntano al grado de teniente coronel.

Se había acabado la guerra por la emancipación y el 21 de abril Pringles emprende el regreso a San Luis.

 

El 25 de julio fue a Buenos Aires, a pedir su retiro del ejército. Pensaba que había llegado el tiempo del reposo del guerrero. Pero no. El 10 de diciembre del año anterior, el imperio del Brasil le había declarado la guerra a la Argentina, porque quería anexarse la Banda Oriental (actual República Oriental del Uruguay), hasta entonces una de las Provincias Unidas del Río de la Plata. El “Héroe de Chancay” no tendría descanso: fue enviado junto a otros 350 puntanos a combatir por la defensa del territorio. El ejército recuperó la Banda Oriental en el campo de batalla, pero el gobierno la resignó por la vía diplomática. Ese desenlace tuvo graves repercusiones puertas adentro del país, porque, furiosos con el gobierno por lo que consideraban una traición, y acicateados por los unitarios, el ejército volvió al país y dio el primer golpe de Estado de la historia nacional, encabezado por Juan Lavalle y José María Paz.

 

Eso encendió la mecha de la guerra entre unitarios y federales. Pringles y otro insigne puntano, de destacada actuación en las guerras por la independencia y por la soberanía, Juan Esteban Pedernera, se alistaron en el bando unitario.

 

En esa guerra civil encontró la muerte Pringles, el soldado de tres guerras, que no alcanzó a decirle adiós a las armas.

 

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