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La muerte después de la muerte

Cuando se exhumen los restos del dictador Francisco Franco en España se extenderá una práctica usual e invasiva. ¿Qué otros cadáveres tuvieron que salir por la fuerza o por acuerdo de su morada definitiva?

Por redacción
| 10 de junio de 2019
La tumba de Francisco Franco en el la basílica del Valle de los Caídos. Hasta el lunes, la morada del Generalísimo.

Por: Agustina Bordigoni

 

 

Tres eran, según la fundación Francisco Franco, las condiciones que debían cumplir los hombres que serían enterrados en la Basílica del Valle de los Caídos después de inaugurada en 1959: ser españoles, profesar la religión católica (o al menos estar bautizados) y ser caídos en la Guerra Civil española.

 

De las tres, hay una que el propio Franco no cumplió. Nada menos que la tercera. Pero no es por eso que sus restos quieren ser exhumados por el gobierno español: el problema de fondo es que se trata de un monumento que sigue rindiendo honores a un dictador.

 

Víctimas y victimario comparten la misma fortuna y es ese el hecho que se desea corregir. Las controversias y la pelea por el destino de los restos de Franco (en la que gobierno, fundación, familiares y la propia iglesia están involucrados) pesan mucho más que los 2.000 kilos de granito que protegen la tumba. Y nos recuerdan, además, que más de una vez (y por diferentes motivos) los restos de importantes personajes de la historia han sido exhumados –más que para garantizar un descanso en paz de los muertos– para responder a una necesidad de los vivos.

 

El ansia por trascender y de que los seres importantes de nuestras vidas permanezcan puede tomar diferentes formas: hay quienes decidieron quedarse con los restos de personalidades célebres para conocer, de alguna manera, el porqué de su genialidad.

 

En 1737, casi 100 años después de la muerte de Galileo Galilei, los restos del científico fueron exhumados para darles un destino más acorde. La polémica que había generado en su época lo había llevado a una tumba discreta y poco accesible. Su exhumación no fue pacífica: cinco partes de su cuerpo (tres dedos, una vértebra y un diente) fueron separadas y exhibidas en museos, lejos de su descanso eterno: la Basílica de la Santa Cruz, en Florencia.

 

Ludwig Van Beethoven murió en 1827 y fue exhumado en 1863 debido al deterioro de su tumba. Pero entonces su cráneo desapareció y reapareció recién en 2005 cuando, después de varios análisis genéticos, se pudo comparar el ADN de los huesos con restos de cabello que estaban en manos de descendientes de Romeo Seligmann, un médico de Viena contemporáneo al compositor.

 

 

 


Pablo Neruda, poeta exhumado.

 

 

Cuerpos robados

 

En algunos casos, las exhumacio nes fueron consecuencia de robos frustrados: tras el asesinato de Abraham Lincoln en 1865, y de varios intentos de secuestro de su cuerpo en 1876, el ex presidente de EE.UU. estuvo fuera de su cripta por varios años, por lo que quienes visitaron su tumba durante la década siguiente rendían honores a un ataúd vacío. Entre 1865 y 1901 su morada final fue cambiada de lugar unas diez veces.     

 

El cuerpo de Charlie Chaplin fue robado de su tumba en 1978, un año después de su muerte. Dos ladrones inexpertos decidieron pedir un rescate a la familia para devolver el cuerpo, que estuvo perdido diez semanas. Los ladrones fueron finalmente capturados y, después de confesar su crimen, pidieron disculpas a la viuda del actor.

 

 

La vida y la muerte de un artista

 

Entre otros artistas exhumados, los casos de Salvador Dalí y de Pablo Neruda son tal vez los más emblemáticos: en 2017 el cuerpo del pintor, que murió en 1989, fue desenterrado por una demanda de paternidad. Los estudios de ADN finalmente demostraron que no era padre de Pilar Abel, la mujer que había presentado la demanda. Tras la exhumación se pudo observar que su bigote seguía intacto, señalando las 10 y 10. Neruda, en cambio, fue exhumado para determinar las verdaderas causas de su muerte: hay quienes hoy dudan (y los estudios no son concluyentes) que muriera de causas naturales y no como consecuencia de sus diferencias con Pinochet.

 

 


Creencias alrededor del cráneo de Pancho Villa.

 

 

Larga vida a la revolución

 

En 1997 el cuerpo de Ernesto “Che” Guevara fue exhumado junto a otros esqueletos de una fosa común en Bolivia. El objetivo era precisamente determinar si los restos eran efectivamente del líder revolucionario. Investigadores cubanos y argentinos lograron identificarlo 30 años después de su muerte y darle destino final en el mausoleo cubano de Santa Clara.

 

Otro revolucionario que siguió causando intrigas tras su muerte fue el mexicano Pancho Villa, muerto en 1923. Fue exhumado por ladrones de tumbas en 1926. O eso se cree, ya que el paradero de su cadáver sigue siendo un misterio. Varias personas dicen poseer su cráneo acribillado e incluso ofrecen parte de sus restos a la venta por internet.

 

 

Conquistador y libertario

 

El cuerpo de Cristóbal Colón dio varias vueltas (incluso llegó a Cuba a fines del siglo XVIII) hasta terminar en la catedral de Sevilla, tras su muerte en 1506. Es por eso que, hasta hace pocos años, se realizaron diferentes estudios para determinar si eran realmente sus restos los que se encontraban allí.

 

En el caso de Simón Bolívar, sus restos fueron exhumados y trasladados decenas de veces (la última en 2010) para determinar las verdaderas causas de su muerte en 1830. Un misterio que, después de tantos años, aún no ha sido resuelto de manera satisfactoria.

 

 

Exhumaciones con motivos políticos

 

En Chile, algunas exhumaciones fueron producto de la misma duda: las causas de la muerte de dos ex presidentes, en el contexto de un golpe militar. En el caso de Salvador Allende, los estudios determinaron que efectivamente se suicidó, mientras en el caso de Eduardo Frei Montalva se comprobó ciertamente que fue envenenado.

 

En Argentina, el cuerpo de Eva Duarte estuvo desaparecido durante casi 20 años tras su muerte en 1952. Tomado incluso como trofeo político, y reaparecido en Italia en 1971, los restos debieron esperar hasta 1974 para regresar a la Argentina. Su destino en el país tampoco sería el final: de la Quinta de Olivos pasaría a la bóveda familiar del cementerio de La Recoleta, lugar en donde finalmente descansa en paz.

 

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