15°SAN LUIS - Miércoles 24 de Abril de 2024

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Atravesando el mar de la realidad

De defensor de la paz en la historieta a hombre de la guerra en televisión. El marino cumplió 90 años y múltiples roles desde su creación. La Gran Depresión primero y la Segunda Guerra Mundial después dieron la oportunidad al personaje (o a sus creadores) de vender espinacas, estampillas e ideas mientras peleaba con Brutus y buscaba a Olivia.

Por redacción
| 01 de julio de 2019

Por: Agustina Bordigoni

 


Popeye nació unos meses antes de la Gran Depresión. Si bien su primera aparición fue el 17 de enero de 1929 en la tira cómica The Thimble Theatre, escrita por Elzie Crisler Segar, para algunos el personaje fue creado realmente el 1º de julio de ese mismo año. Tal vez la confusión (por la que aún se lo saluda en enero y en julio) tenga que ver con el protagonismo que fue tomando una caricatura secundaria y circunstancial: un marino de nariz peculiar, tuerto y de brazos tatuados que fumaba pipa y que era contratado para llevar a los protagonistas de la tira al casino en una isla lejana se convertiría al poco tiempo en el preferido del público, personaje principal y luego en un ícono del siglo XX.

 

Y no es para menos. Su fama le permitió hacer, decir y vender muchas cosas: espinacas, estampillas y por sobre todo las ideas predominantes de una época.

 

 

La gran crisis del 30 fue producto de varios factores y casi todos ellos fueron abordados por Popeye, que a esa altura ya se había convertido en una celebridad.

 

 

Si bien mantuvo su ojo saltón (al que le debe su nombre popeye) y sus características físicas principales, el personaje fue mutando hasta convertirse en el consumidor de espinacas que conocemos hoy, en el soldado ejemplar de la armada estadounidense y (para muchos) en el primer superhéroe de la historia. Poco a poco el marinero gracioso y contestatario, que ganó en las primeras tiras el amor de Olivia Oyl, pasó por la radio, la televisión y el cine y se convirtió en un personaje que traspasó las líneas de su creador.

 

De marinero a consejero político, pasando por soldado, padre soltero, enamorado y justiciero, Popeye nació en 1929 y renació en diferentes formas varias décadas después.

 

La crisis económica que azotó al mundo en 1930 y la Segunda Guerra Mundial fueron escenarios en los que el personaje estuvo muy presente, a pesar de que hoy se lo recuerde simplemente como el marino vegetariano por excelencia que peleaba contra Brutus por el amor de Olivia Oyl.

 

 

 

Popeye, la crisis y las espinacas

 

Si bien es hoy su rasgo más característico, Popeye no siempre comió espinacas. De hecho, su suerte provenía al principio de frotar la cabeza de una gallina mágica llamada Bernice.

 

Las verduras aparecieron mucho tiempo después. Fue por 1932 cuando las consumió por primera vez y recién en 1933 cuando comenzaron a darle el poder indestructible y vida al personaje que recordamos actualmente. Según cuenta la leyenda (difícil de comprobar pero ampliamente difundida) fue el propio gobierno quien encargó que el personaje comiera cada vez más espinacas para fomentar el consumo en la población. Desde entonces, cuando abría una lata de esta verdura, al marino le crecían los músculos del brazo y se convertía en un héroe indestructible para cualquier contrincante.

 

Lo que fue descartado como mito es que el fomento del consumo de las espinacas fue producto de un error (ya que por la supuesta falta de una coma en un estudio publicado en 1870 las espinacas tendrían 35 miligramos de hierro cada 100 gramos cuando en realidad tienen 3,5), algo que se desmintió unos años después.

 

Pero lo cierto es que las ventas de la verdura aumentaron entre un 30 y un 33% en ese momento en el contexto de una gran crisis económica mundial, lo que explica que varias ciudades norteamericanas tengan una estatua en su honor: en Arkansas, Illinois y Texas, la figura del marinero recuerda cómo el personaje propició la venta y consumo de ese producto. De hecho, muchos publicistas lo consideran un ejemplo de la forma en la que se puede fomentar una alimentación saludable a través de la publicidad animada.

 

Pero el papel del marino en ese contexto no fue el único. A través de su autor, la tira que protagonizaba se convirtió en síntesis y en mirada aguda de la realidad.

 

 

 

Popeye y la Gran Depresión

 

El personaje de Popeye surgiría el mismo año en el que –aunque unos meses después– se produciría el fenómeno conocido como el crack del 29: los precios de las acciones se desplomaron en la Bolsa de Valores de Nueva York y los inversores, que por muchos años habían obtenido cuantiosas ganancias del mercado financiero, iniciaron una corrida para vender sus valores. La crisis financiera que inició el 24 de octubre de 1929 (conocido como “jueves negro”) se extendió a la semana siguiente y generó un desplome imparable de la bolsa de Wall Street (la más importante del mundo) y afectó posteriormente a todos los sectores de la economía.

 

Esa es, según muchos especialistas, la principal causa de la crisis que azotaría a EE.UU. y al mundo en los años siguientes y que se conocería después como la Gran Depresión.

 

Pero, si bien es cierto que el crack del 29 fue una causa, no fue la única. La gran crisis del 30 fue producto de varios factores y casi todos ellos fueron abordados por el personaje que ya se había convertido en una celebridad.

 

Popeye se vuelve así salvador de un país ficticio (Nazilia) que ha quedado en ruinas después de la guerra. En la historia, publicada entre 1931 y 1932, el marino ayuda a ganar la contienda al país y luego a intentar salir de una gran crisis económica:

 


-Hemos ganado la guerra, pero ¿Qué hemos ganado?- pregunta el Rey de Nazilia a Popeye.

 

- Hemos ganado una depresión, nada más. Contesta el marino.

 

 

Así, Crisler Segar (que aún dibujaba la tira y lo haría hasta su muerte en 1938) analiza también una de las causas de la crisis: las necesidades de la guerra habían llevado a los países a quedarse sin reservas y a imprimir dinero sin valor respaldado en oro para solventar sus gastos, lo cual había generado una gran inflación. Fue lo que sucedió por ejemplo en la Alemania de posguerra.

 

Volviendo a las causas de la Gran Depresión y habiendo abordado la primera (las dificultades causadas por la Primera Guerra Mundial en los países europeos), Segar, a través de Popeye, analiza otras dos: el fallo en el funcionamiento del patrón oro y el nivel de endeudamiento de los países europeos tras la guerra frente a un acreedor como los Estados Unidos, renuente a cualquier renegociación:

 


-No sé mucho de gobiernos, pero pensaba que cada vez que imprimes monedas hay que meter oro o algo en el tesoro… -Dice Popeye al Rey.

 

- Abandoné ese sistema hace años… contesta su majestad.

 

 

En efecto, para ese entonces, Gran Bretaña y Japón habían abandonado el patrón oro producto de la crisis. Causa o consecuencia de esa situación, el metal con el que se medía el valor de las monedas y que era a su vez respaldo de los valores locales como hoy el dólar había dejado de funcionar.

 

Al rey de Nazilia también lo perseguían sus acreedores: no solo Popeye (a quien le debía por los servicios prestados), sino también a otros de países como Zukilania. Probablemente el autor hiciera referencia al endeudamiento de los países europeos y de la propia Alemania, que habían empeorado considerablemente su situación económica:

 


-Caballeros, he llegado a la conclusión de que la guerra no vale la pena.-Dijo el Rey

 

-Sobre todo si te olvidas de porqué estas combatiendo, afirmó Popeye.

 


El marino se apropiaba así de la voz del autor. El tono humorístico del personaje dio lugar a la reflexión, aunque lamentablemente la Segunda Guerra estaba en puerta. El creador del personaje no vivió para verla, pero sí Popeye, que tomó un rol protagónico y –probablemente– muy diferente al concebido por Segar.

 

 

Popeye y la Segunda Guerra Mundial

 

De defensor de la paz a ícono de la guerra, así podría resumirse el papel que jugó Popeye durante la conflagración. Fue sobre todo en los cortos televisivos, en los que frecuentemente aparecía enfrentándose (y ganando todas las batallas) contra nazis y japoneses.

 

Atrás quedaba el personaje gracioso de las primeras tiras, que, aunque mediante el uso de la fuerza y una dudosa moral, no representaba ni por asomo al soldado que se uniría al ejército en “The mighty navy”, un corto protagonizado por el marino en 1941.

 

Desde ese entonces se enfrentó a nazis y japoneses, a quienes ganó en todos los capítulos. Pero el personaje, vestido ahora con el uniforme de la armada norteamericana (que usaría por varias décadas), además protagonizó afiches y publicidades, entre ellas algunas para la venta de estampillas de guerra.

 

Las potencias del Eje también debían temer a este personaje que se volvía así un héroe de guerra distinto al marinero gracioso y un tanto ingenuo de las décadas anteriores.

 

Tal vez el corto más emblemático de esta nueva realidad sea el titulado como “You’re a sap, Mr. Jap”, de 1942:

 

“Tú eres un tonto, señor japo/ Incomodas a los yankees/ Tú eres tonto, señor japo/ El tío Sam les dará nalgadas/ Esperen y observen antes de que los acabemos”, canta Popeye en el inicio de la animación.

 

En el video el marinero enfrenta a los japoneses (o japanazis, en el film) a los que desde luego gana y aplasta sin ayuda, con la fuerza que solo un hombre norteamericano puede tener. Mientras un barco de pésima calidad (con el cartel de made in Japan) se desmorona, la bandera del enemigo se hunde en el mar. Pero el mar la arrastra como la cadena de un inodoro, cerrando un capítulo tristemente memorable del marino que había ganado los corazones del público por motivos mucho más loables que ese.

 

 

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