El regreso sanador de una artista no acostumbrada al silencio
Luego de refugiarse en su casa de Potrero con su hijo tras "la tragedia al interior de mi familia", la cantante villamercedina vuelve con un oficio que nunca olvida y una frase que es una línea de conducta: "Nunca se me ocurrió entretener a nadie con mi canto".
Ni en las circunstancias más dolorosas, oscuras e inexplicables, Marysol Mediavilla tomó el silencio como opción. Sin embargo, un hecho que trascendió cualquier posibilidad de comprensión la obligó a tomar distancia y refugiarse en su casa de Potrero de los Funes, en la docencia y en la literatura, algunas actividades por las que no tenía que estar tan abiertamente expuesta.
Tras ese período de introspección, la cantante villamercedina se decidió a regresar con “El oficio olvidao”, un espectáculo que dará el sábado a las 21 en el “Portal 217” de Villa Mercedes. El retorno será con canciones propias, rodeada de amigos y amigas y con la ilusión de dejar atrás lo que la obligó a resguardarse.
Marysol adjudicó a “la inevitable exposición pública de lo privado, de la tragedia al interior de mi familia” las razones de su silencio. “Todo eso –dijo- tuvo claramente consecuencias, para nada amables, en mi estado psico emocional, en mi cuerpo físico. Necesité alejarme de los escenarios, de todo tipo, para descansar, transmutar, sanar e integrar lo vivido”.
Ese proceso no significó, en absoluto, el freno en las actividades de Mediavilla, quien es el sostén de su familia y tuvo que trabajar en el área de Ciencias Humanas en la docencia, lo que representa para ella “una apuesta a la vida”.
El nombre del show que mostrará el sábado es también el nombre de la última canción que la artista escribió y apareció como respuesta a una pregunta que se hizo con frecuencia: ¿Volveré a cantar?. Lo afirmativo de la contestación la pone contenta, pero para eso tuvo que pasar la tormenta.
“Lo personal que, de algún modo, siempre es también colectivo se tornó abrumador. Exceso de información, estímulos visuales, redes, demasiado ruido y yo preferí callar. Hasta que la música vuelve a buscarte y te encuentra. No es una quien decide, al menos no, en mi caso”, agregó la villamercedina.
La carrera artística que programó Mediavilla no tiene que ver, aclaró, con el montaje de shows, ni la producción en serie, “ni una carrera hacia la luna”. Es más, en tiempos en donde todo parece fugaz, incluso la llegada el reconocimiento, la artista se animó a una sentencia que parece ir en contrasentido de la actualidad: “Nunca se me ocurrió entretener a nadie con mi canto, al contrario”.
Con esa certeza entiende Marysol su oficio “que es tan cíclico como mi ser femenino”, además de entender que la práctica hace al maestro y que todo aquello que no se ejercita puede desaparecer.
No obstante, la cantante no está en condiciones de asegurar que el retorno del sábado sea permanente o solo un momento en su vida, que luego podría seguir como hasta ahora. “Tengo pensado recorrer un par de sitios más con mi guitarra”, afirmó y dejó alguna esperanza abierta.
Si hubo algún hecho que le indicara a Marysol que era el momento de retornar fue “el deseo genuino en todo el cuerpo de compartirme a través de la música”, por más que el contexto sea de “caos generalizado”, como define Mediavilla a la época actual.
“Estructuras que implosionan, dentro y fuera de nosotros y nosotros en medio de una revolución tecnológica de la que somos demasiado contemporáneos para poder pensarla; genocidio y deshumanización a cielo abierto; la siempre amenazada soberanía argentina, el desguace de las instituciones que amplían y protegen nuestros derechos y garantías; el asedio constante y premeditado de nuestra autoestima como trabajadores del arte”, enumeró la cantante.
Por más que la cantante vive en Potrero de los Funes (“este cuenquito serrano que posibilitó nuestro descanso”), se define como mercedina hasta el tuétano y está segura de que la ciudad “con todas sus luces y sus sombras”, la definió como artista. Por eso es que el lugar elegido para el regreso sea justamente su pueblo y el Portal 271, un lugar autogestionado “sostenido por valiosos artistas del pago”.


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