30°SAN LUIS - Viernes 19 de Abril de 2024

30°SAN LUIS - Viernes 19 de Abril de 2024

EN VIVO

Uno de esos días en los que la historia cambia para siempre

Un actor, una científica y un escritor radicados en San Luis recuerdan cómo vivieron el momento en que el Apolo 11 llegó a la Luna y cómo cambió el mundo a partir de ese día.

Por redacción
| 22 de julio de 2019

El hecho de que un ser humano haya puesto un pie en la Luna se convirtió, hace 50 años, en uno de los hechos más trascendentes de la historia de la humanidad. Detrás de ese acontecimiento hubo y hay un sinfín de especulaciones que no hacen más que acrecentar lo que hoy tiene tintes de leyenda.

 

El pequeño paso que dio Neil Armstrong al descender del Apolo 11 y pisar el Mar de la Tranquilidad seguirá siendo un gran paso para el hombre aun cuando dentro de 50 años se cumpla un centenario de la hazaña. El 20 de julio de 1969 (el 21 en rigor, pues fue en la madrugada de ese día cuando se realizó el alunizaje) es uno de esos días que, por interés universal, se recuerdan para siempre.

 

“Cooltura” convocó a tres personalidades de la provincia que en aquel momento tenían la edad suficiente como para que la llegada quedará impregnada en sus vidas.

 

 

“Se nos terminó el romanticismo de la utopía”
Alejo Sosa, actor

 

En aquellos años se vivía una gran transición, estaba la Guerra Fría y las grandes potencias se disputaban la tenencia del poder para saber quién globalizaba al planeta. Acá pasó el Cordobazo y en el mundo salía Mao, la revolución cubana, el mayo francés y muchos pensábamos en cómo se iba a expandir el pensamiento a partir de ese momento.

 

La llegada del hombre a la Luna fue una jornada histórica, un renacimiento científico que cambió la visión del mundo que hasta entonces creía que tenían que dominar las tendencias capitalistas por sobre las liberales y democráticas.

 

Yo por entonces estudiaba en Córdoba, Ingeniería Civil, que después dejé para estudiar teatro. Tenía 24 años y no tenía televisor a color. Lo vi en un aparato en blanco y negro, por lo que todas las imágenes llegaban en gris.

 

La llegada hizo también que se nos terminara el romanticismo de la utopía. De chicos nos decían que en la superficie de la luna se representaba el pesebre o que en ella había un mensaje de amor en los amaneceres. Ahí nos dimos cuenta de que no era así (risas). Todos queríamos saber qué había en ella y ese día se acabó la idea mágica de la luna. En esa maravillosa transición para la humanidad descubrimos que la luna no tenía atmósfera, tenía mucha piedra, no tenía agua y se iba a usar como plataforma para conquistar otros planetas.

 

Incluso ese día se instauró el Día de la Amistad, pero la amistad en realidad es algo que viene de mucho tiempo antes. Si se cumpliera lo que dice Jesucristo, de que los humanos deben amarse unos a los otros, la sociedad no estaría tan dividida.

 

 

“Ese día, quise ser astronauta”
Alicia Bañuelos, ministra de Tecnología.

 

Yo vi la transmisión por televisión en mi casa de Villa Urquiza, con mi papá, mi mamá y mis hermanas. Recuerdo que era de noche y fue un shock enorme tanto para mí como para mi familia. De hecho, ese día quise ser astronauta.

 

Otra cosa que recuerdo fue que la ciudad estaba totalmente vacía. Nosotros vivíamos en un séptimo piso y nos asomamos con mi hermana y en las calles no había nadie, estaba todo el mundo pendiente de la televisión. Me acuerdo la voz del locutor que nos iba relatando todo lo que pasaba.

 

Ese acontecimiento sirvió para que la carrera espacial tuviera más éxito, para que la gente empezara a estudiar ciencias. Fue un hecho que actuó en toda la sociedad del mundo, de un modo u otro.

 

Recuerdo que unos años antes, los diarios sensacionalistas publicaron muchas teorías alocadas acerca de la luna: decían que era de piedra pómez y otras barbaridades por el estilo.

 

Más que la llegada en sí a mí me impactó mucho el momento del regreso, cuando los tres llegaron sanos y salvos.

 

Hay que tener en cuenta que aquella fue la primera vez que el ser humano pisaba un lugar que no fuera el planeta Tierra, por eso el hecho es aún más conmocionante. De todas maneras, lo que sucedió el 20 de julio fue el punto culminante de una serie de acontecimientos que comenzó cuando Occidente se preguntó cómo hizo Rusia para avanzar tanto en materia espacial.

 

Y que terminó con muchos beneficios para la humanidad: las matemáticas se empezaron a enseñar en las escuelas de otro modo, la ciencia tuvo otro tipo de formación. Y que lo sigue siendo hoy porque la tecnología en ese entonces no estaba como ahora: había que ser muy valiente para subirse a esa nave y embarcarse en el espacio.

 

 

“Mientras escuchaba la radio, mi memoria voló hacia Sputnik”
Jorge Hadandoniou, escritor

 

El 1969 se había presentado bastante movido en Villa Mercedes. En abril, el argentino de básquetbol, una conferencia de Antonio Esteban Agüero y ya se había prologado el Cordobazo. Yo escribía para el diario “Impulso”, pero en julio ya no trabajaba allí. Transcurría el segundo año de mi docencia en el Instituto San Buenaventura, hacía una obligada pausa económica en mis estudios de Letras y mientras el San Martín de la plaza seguramente seguía inestable por cierto temor debido a su estatua levemente inclinada. Entonces me llegó la noticia.

 

El día anterior, una amiga con entusiasmo desbordante nos contó que iría a Villa Valeria o Río IV (no es precisa mi memoria en este momento) para ver el hecho más trascendente de la historia: la llegada del hombre a la Luna. Lo transmitían por televisión y aparentemente a Villa Mercedes no llegarían las imágenes.

 

Ese día estaba en casa y al sintonizar la radio con la vibrante voz de los locutores, mi memoria voló hacia el Sputnik, la perra Laika y los primeros hombres en el espacio. Las imágenes vendrían después. El brillo en los ojos y los gestos de nuestra amiga explicaban el impacto que produce ver un acontecimiento en directo.

 

Superado el día, transcurridas las vacaciones, el 27 de julio habría mucho por comentar, debatir y averiguar sin internet a la vista.

 

El mundo, según nosotros, vivía en plenitud la Guerra Fría. Por aquí, la dictadura de Onganía era solo un prólogo de tiempos más difíciles. Precisamente, la carrera espacial de la que nosotros éramos testigos muy lejanos, exponía en toda su aparente asepsia el calor de aquel enfrentamiento global. Nuestro pequeño país cotidiano era tranquilo, no tan lento; pero sí bastante seguro. Menos globalizado y más provinciano. De la tecnología nos vendrían cambios profundos o sutiles. Caligrafía, taquigrafía y mecanografía, materias que dictaba por aquel entonces, conocerían superación o límites inimaginables.

 

 

 

Wernher Von Braun, el hombre de las SS que llevó al hombre a la Luna
Por: Hernán Silva

 

Wernher Von Braun simboliza la singularidad y las contradicciones del siglo XX; también las de una Alemania tan capaz de llegar a las cotas más altas como de desbarrancarse en los pozos más profundos. Alcanzó quizá el mayor logro de la humanidad, aunque con el costo de olvidarse algunas veces de esa humanidad. Fue el artífice y el cerebro de la cohetería alemana del Tercer Reich, que disparó miles de misiles supersónicos sobre Inglaterra y Bélgica; y fue la persona clave del Programa Apolo norteamericano, que llevó el hombre a la Luna. Lo que Julio Verne soñó; Von Braun lo materializó.

 

Von Braun nació en 1912 en Prusia, en una familia de la nobleza alemana. Su obsesión por el viaje interplanetario, en una época en la que el avión recién empezaba a desarrollarse y en donde en las calles alemanas aún eran comunes las carretas como medio de transporte, se intensificó cuando su madre le regaló un telescopio. Les aseguraba a todos que él construiría el medio para llegar a la Luna.

 

En 1932 se recibe de ingeniero mecánico en el Instituto Politécnico de Berlín y dos años después consigue su doctorado en Física e Ingeniería Aeroespacial. La línea de vida de Von Braun, quien se había enrolado en el ejército alemán antes de la llegada de Adolf Hitler, iba a encontrarse inexorablemente con la trayectoria del nazismo, que una vez en el poder se interesó inmediatamente en el desarrollo de misiles de largo alcance. Su obsesión por los cohetes lo llevó a aceptar la invitación para ingresar al partido nazi y en 1940 se integra a las SS. Su razonamiento era más pragmático que ideológico: pensaba que si no tomaba estos pasos nunca podría llevar sus ideas a la práctica.

 

El 3 de octubre de 1942, tras algunos intentos fallidos, con su equipo de científicos logró disparar el primer misil balístico moderno de largo alcance y con trayectoria suborbital. El artefacto recorrió una distancia de casi doscientos kilómetros y alcanzó varios kilómetros de altura. Londres, entre otros objetivos, podía ser golpeada con un arma supersónica en pocos minutos y sin ninguna posibilidad de defensa. Hitler estaba extasiado. Tenía en sus manos una auténtica Wunderwaffen (arma maravillosa en alemán) para bombardear sin restricciones las ciudades del enemigo y así ganar la guerra. Por eso autorizó su producción masiva. Alemania, a pesar de las exigencias y las limitaciones de la contienda, es capaz de producir unos 10 mil cohetes, también conocidos como V2.

 

Pero para la fabricación de estos misiles, concentrada en la planta de Mittelwerk, los nazis utilizaron trabajadores esclavos y prisioneros de guerra. Von Braun, que incluso tuvo problemas por la Gestapo al expresar algunas reticencias por los planes de Hitler, admitió sin embargo haber visitado esta infraestructura construida en las montañas, en donde fallecieron miles de personas por sus condiciones brutales. Para el proyecto de producción del V2 es creado específicamente el campo de concentración de Mittelbau-Dora, en el centro de Alemania. El Tercer Reich impacta unos 1.200 V2 en territorio inglés y más de 1.600 en Bélgica y en otros objetivos localizados en el continente europeo. En 1945 Von Braun ve cerca el final del régimen nazi y contacta a los aliados. Al mismo tiempo los Estados Unidos ya habían puesto en marcha un operativo para tratar de reclutar a la mayor cantidad de científicos alemanes. Von Braun finalmente decide entregarse a los norteamericanos, junto a 500 científicos que integraban su equipo de trabajo. Los rusos también estaban detrás del científico alemán, pero habían llegado tarde. El gobierno estadounidense establece los términos. Von Braun colaborará con ellos, y ellos pasarán por alto su pasado con el nazismo y la responsabilidad por las víctimas que habían trabajado en la construcción de los misiles balísticos.

 

El científico alemán no pierde tiempo y ya para 1950 se embarca con el gobierno de los Estados Unidos en distintos proyectos que en definitiva le permitirán cumplir el sueño que se trazó cuando era joven, llegar a la Luna. En plena Guerra Fría, y con una Unión Soviética que ya había colocado el primer satélite en órbita, los norteamericanos no tienen ningún reparo en invertir miles de millones de dólares para recuperar terreno en la carrera espacial.

 

Von Braun desarrolla el misil balístico Júpiter y es el jefe de diseño de los cohetes Saturno, el vehículo que permitirá llevar al hombre al satélite natural de la Tierra en 1969. La proeza técnica alcanzada por el Programa Apolo es inimaginable. Los cohetes Saturno V son los mayores y más potentes que haya construido alguna vez la NASA. Superaban los 110 metros de altura (la medida equivalente a un edificio de 36 pisos y casi veinte metros por arriba de la Estatua de la Libertad), pesaban 2.700 toneladas al momento del despegue y estaban conformados por varias etapas. El 20 de julio de 1969, a los 57 años, el científico alemán alcanza el increíble sueño de construir el medio que llevó el hombre a la Luna.

 

“He aprendido a usar la palabra imposible con la mayor de las precauciones”, aseguró alguna vez Von Braun, quien dijo que la ciencia no tiene una dimensión moral y que es como un cuchillo: “Si se lo das a un cirujano o a un asesino, cada uno lo usará de manera diferente”.

 

LA MEJOR OPCIÓN PARA VER NUESTROS CONTENIDOS
Suscribite a El Diario de la República y tendrás acceso primero y mejor para leer online el PDF de cada edición papel del diario, a nuestros suplementos y a los clasificados web sin moverte de tu casa

Suscribite a El Diario y tendrás acceso a la versión digital de todos nuestros productos y contenido exclusivo