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Inti Cuyum: club de guías de turismo, aventura, cultura y natura

Fueron los primeros en hacer excursiones a Sierras de Las Quijadas, Bajo de Véliz, El Chispiadero, Agua Hedionda. Hicieron senderos y dejaron su impronta. Trabajaron siempre en forma rudimentaria y primitiva.

Por Johnny Díaz
| 18 de enero de 2020
En El Diario. Juan Carlos Sombra, Juan Carlos Romero Gatica y Rubén Carbonell cuentan cómo nació el grupo.Fotos: Marianela Sánchez/Gentileza.

 

Todo comenzó durante el festejo del Día Nacional del Turismo, el 27 de septiembre de 1987, cuando el grupo integrado porSandra Myriam y Claudia Patricia Bustos, Susana Burroni, Juan Carlos Coria, Fernando Escudero, Enzo Gabriel Fiecconi, Javier Garcés Caymes, Patricia Guastadisegni, Néstor Aníbal Merlo, Javier Pedernera, Juan Carlos Romero Gatica y Juan Carlos Sombra fueron registrados como los primeros guías de turismo de San Luis por el Gobierno de la Provincia.

 

Ellos protagonizaron la primera excursión a Sierras de Las Quijadas cuando estas no eran ni siquiera una atracción turística, pero sí era de las bellezas naturales más imponentes de Sudamérica, aunque casi desconocidas.

 

Aquel festejo fue una suerte de broche de oro a lo mucho que se venía haciendo. Juan Carlos Romero Gatica recuerda: "Habíamos empezado dictando talleres de guías de turismo porque años atrás desempeñaba ese rol en el área de la Subsecretaría de Turismo de la provincia. Por razones particulares me radiqué en Buenos Aires, donde trabajé para empresas nacionales e internacionales de turismo. Cuando volví me dediqué a fomentar el turismo de mi provincia". Él se convirtió en uno de los fundadores del club de guías de turismo aventura, cultura y natura Inti-Cuyum (Sol de Cuyo).

 

"En 1991, como flamante institución, hicimos nuestra primera excursión a Sierras de Las Quijadas, que ya habíamos visitado en 1987 junto a Fernando Escudero (51), Juan Carlos Sombra (49), Juan Alberto Alfonso (51), Javier Pedernera (49), Armando La Vía (58) y Juan José Espinosa (49)".

 

 

Las Quijadas, 1991. El grupo hizo su primera excursión.

 

 

 A la excursión a ese emblemático lugar, hoy parque nacional, se le fueron sumando varias: Agua Hedionda, cerro Retama, La Encrucijada, El Realito cerca de Leandro Alem arriba. Los saltos del Tabaquillo y El Chispiadero pasando Mesilla de Cura, Bajo de Veliz, el Camino de los Valientes en El Zapallar cerca de Quines. En la zona de Nogolí, los cerros Tinaja, El Monigote y Las Piedras del Rayo. El Tomolasta y la Quebrada de Cautana, entre otros lugares, hoy vastamente conocidos.

 

"Nosotros creamos la institución con el interés de que nuestras bellezas fueran reconocidas a nivel nacional. En esos años en San Luis no existía la carrera de turismo, solo había un par de agencias. Tampoco tenía una difusión fuerte y valedera el turismo provincial, ni se hablaba de fomentar como se habla hoy. Tenemos rutas, caminos, autovías, hoteles y cabañas pero seguimos hablando de fomentar", agregó el guía.

 

Romero Gatica entiende que los talleres particulares sobre turismo habían dado resultado y había mucho entusiasmo. Aprovechaban los espacios que les cedían y, aunque había guías de turismo, ellos habían logrado el título en Mendoza o Buenos Aires.

 

 

Mesilla del Cura. Salto El Chispiadero de unos 30 metros.

 

 

"Así nos fuimos desarrollando, hasta fundamos Amitur, la Asociación Amigos del Turismo. De esa manera fuimos creciendo con mucho esfuerzo pero dedicados de lleno a la tarea de informar. Ese fue el verdadero comienzo", explicó.

 

El grupo recuerda vivencias y experiencias de todas las exploraciones, en especial la primera a Sierras de las Quijadas: "Teníamos mucha teoría pero poca práctica. Ir a Las Quijadas iba a ser un desafío muy grande. Nos pertrechamos con lo mejor y nos fuimos en colectivo, llevábamos picos, palas, rastrillos, comida y por supuesto carpas canadienses para descansar. La intención, después de caminar unos seis kilómetros, era armar senderos turísticos, respetando la flora, la fauna y el medio ambiente. Una vez en el lugar, ingresamos por Potrero de la Aguada, fuimos anotando en un cuaderno lo que hacíamos, cuidando hasta el más mínimo detalle en forma muy primitiva, rudimentaria y usando el sentido común, como por ejemplo: 'por acá hasta el quebracho blanco...' u otra, 'del arbolito aquel... al peñón grande...' y así sucesivamente. Hasta le fuimos poniendo nombre a los lugares: Aladino, Cabeza de Toro, El Botellón, El Ataúd y El Fraile, llegando hasta un lugar al que denominamos Los Farallones (que no es el actual) con una caminata de más de dos horas".

 

 

 

Sierras de Las Quijadas. Salida del torrente del Potrero de la Aguada hacia la zona de la laguna de Guanacache.

 

 

Para el grupo otra de las gratas sorpresas fue conocer la diversidad de fauna como halcones, cóndores, vencejos, jotes, maras, zorros, asnos salvajes y una flora de incomparable belleza. "Hicimos eso, lo respetamos y lo protegimos. Guardaparques nos permitió ingresar pero eso después todo cambió, quedó un guía, Marcelo La Vía", dicen orgullosos.

 

Juan Carlos Sombra agrega que no era parque nacional, pero que Guiñazú, Blasco, Ramón Ochoa y un biólogo que después se fue a Italia ya trabajaban en el lugar en representación del Gobierno de la Provincia.

 

Los fundadores de Inti-Cuyum dicen que eran verdaderos aventureros unidos por una pasión: el turismo. "Nunca escatimamos esfuerzos, nuestro objetivo era conocer y después llevar turistas a esos lugares", confían hoy.

 

Cuentan que fueron a El Realito cerca de Leandro Alem y que por comentarios sabían que era un lugar de difícil acceso. Allí conocieron a Albina Heredia, una lugareña que los fue guiando. Subieron por cuestas interminables a zonas donde habitaron aborígenes y encontraron restos de platos, puntas de flechas y todo lo que hace al uso cotidiano de aquellos primitivos. También cerca de la cumbre conocieron la casa de la familia Sosa, y cerca de allí más material de originarios en estado puro.

 

Sombra agregó que en una excursión al cerro Agua Hedionda conocieron una casa hecha con piedra laja, ahí se percataron que una luz muy intensa alumbraba el lugar mientras ellos buscaban agua. "Esa luz estaba como posicionada arriba nuestro, nunca supimos qué fue, pero nos asustamos", confesó.

 

Las anécdotas van y vienen. Romero Gatica dice que habían programado un ascenso a unas grutas del cerro Retama para bajar en la zona de Los Canales, cerca de Villa de la Quebrada pasando por Agua Hedionda y La Encrucijada, con mapas de Catastro y pertrechos facilitados por el Ejército. "Arriba nos sorprendió una tormenta y un fuerte viento, quedamos incomunicados y decidimos dormir en el lugar con el peligro al lado nuestro. Bajamos al otro día, después de pasar una mala noche, cuando escuchamos por radio que estaban buscando a los guías extraviados en la montaña. Nos queríamos morir". La madre de Javier Pedernera, al ver que su hijo no regresaba, consultó a una astróloga de San Luis que le manifestó que su hijo estaba herido en la montaña. La mujer se desesperó, fue a Defensa Civil y montaron un enorme operativo para rescatarlos. "Fue un papelón", recuerdan hoy.

 

 

El Realito. En la zona de Leandro Alem arriba se encuentra esta formación rocosa en forma de huevo o de maní. 

 

 

"En el Camino de los Valientes, subimos hasta un lugar de gigantescas formaciones rocosas en forma de cruces, como si fuera un altar para ritos satánicos. Según decían, ahí se juntaban brujas o hechiceras en noches de salamancas. Algo a lo que nunca le encontramos explicación y tampoco nos interesamos mucho, pero quedó para el recuerdo", explicó "Coquito" Sombra. "En Las Piedras del Rayo, Nogolí arriba y a unos 16 kilómetros, nos encontramos con un camino en muy buen estado, era como un balcón de donde se podían ver ríos muy caudalosos que de abajo no se ven", señalan a coro.

 

"A Bajo de Véliz fuimos más de 30 personas, en esa época era muy difícil llegar, los caminos eran otros y difíciles, el colectivero no quería bajar por lo escarpado del terreno. Llegamos caminando, recorrimos el lugar de una belleza extraordinaria, parecía que la historia se había detenido en el tiempo. Estábamos maravillados, con los años volví y ya nada era igual, los depredadores habían saqueado todo".

 

Romero Gatica habló con un lugareño que le manifestó que su apellido era Vélez y le mostró el documento, echando por tierra el histórico nombre de Véliz, pero ya la historia lo marcó como Bajo de Véliz y así quedó. Después de esa excursión hicieron otra a las canteras de piedra laja y a un lugar que se denominaba Cabeza de Novillo.

 

 

Salto Escondido. Un lugar de singular belleza y mucha agua, en las sierras de San Francisco del Monte de Oro.

 

 

"Ahí nació la posibilidad de hacer un programa de televisión. Queríamos documentar con videos y fotos nuestras experiencias. Al programa lo denominamos 'San Luis somos nosotros', iba al aire los domingos. Se emitió por Carolina Cable Color y Canal 13, finalmente lo hicimos por radio Universidad. La edición estaba a cargo de Rubén Carbonell y en las cámaras Juan Moyano y Jorge Andiñach. Fueron dos años muy lindos porque volvimos a recorrer la provincia. Lamentablemente por razones económicas dejamos de salir al aire", explicó Romero Gatica.

 

Todos dicen lo mismo: "Nosotros nos manejábamos solos, sin el apoyo de nadie, nos movíamos de un lado a otro con recursos propios y dentro de las posibilidades. Viajábamos en colectivo, ni bolsos teníamos, cada uno llevaba sus cosas, su comida y en algunos casos herramientas. Era todo muy romántico y artesanal".

 

Carbonell, Sombra y Romero Gatica, dicen que Inti-Cuyum fue un paradigma provincial en materia de turismo. Fueron ellos quienes dieron el puntapié inicial que dejó un legado muy importante a quienes les siguieron. Allanaron el camino a generaciones venideras en favor del turismo provincial. A ellos personalmente les sumó una inagotable fuente de sabiduría porque aprendieron a vivir día y noche en condiciones extremas, en lugares inhóspitos y en medio de la nada, pero con una belleza incomparable. Difundiendo el turismo, con un valor agregado; su amor por San Luis.

 

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