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Una panadería conquista paladares desde hace 45 años

Abrió sus puertas en diciembre de 1974. La familia Ledesma fundó uno de los locales más antiguos del rubro, en el corazón del barrio Rafael Origone.

Por redacción
| 20 de enero de 2020
En el local producen alimentos dulces y salados. Las más elegidas son las facturas.

Desde la calle Arenales al 400, un aroma dulce atrae a cientos de vecinos del barrio Rafael Origone, pero también de otros complejos cercanos. Allí, en un estrecho local de color verde y negro, funciona la panadería "El Milagro", que desde hace 45 años conquista los paladares más exigentes de la ciudad. Fue una de las primeras de la zona y está entre las más antiguas del rubro.

 

 


Rosa y Domingo Ledesma apostaron al amor y a la producción propia hace cuatro décadas.

 

 

Los fundadores son Domingo y Rosa, un matrimonio que llegó a Villa Mercedes en 1974 y no dudó en apostar a la producción propia. La pareja se casó el 14 de diciembre de ese año, y el 23 abrió su sucursal a pasitos de la actual, y cinco años después se animó a un espacio más grande. Además de cosechar logros y clientes, los Ledesma tuvieron cinco hijos: Cristina, Luis, Santiago, María José y Jorge. Este último es el mayor y el actual encargado. "Mis papás le dedicaron toda su vida a esto y ahora están descansando y disfrutando en Ushuaia, donde vive una de mis hermanas. Desde el año pasado quedé al frente de la panadería junto a mi esposa Marcela. Es un gran desafío. Si bien no tenemos hijos, este proyecto es un adolescente bastante demandante", contó entre risas.

 

 

“Vivir en una panadería tiene de todo. Cuando no estaban nuestros padres, teníamos que venir a trabajar muy temprano”, comentó Jorge, encargado de la panadería “El Milagro”.

 

 

Jorge recordó que el impulsor que le dio vida a "El Milagro" fue su padre. "Él es tucumano y cuando tenía 15 se ganó el título de maestro panadero, era muy audaz. Luego creció y le tocó hacer el Servicio Militar, fue entonces cuando conoció Villa Mercedes. Le gustó mucho, vio una oportunidad única acá", mencionó.

 

Jorge tiene 44 años y conoce cada detalle de su apreciado "segundo hogar". Con nostalgia señaló que "vivir en una panadería, tiene de todo". "Cuando no estaban nuestros padres teníamos que venir a trabajar, a veces muy temprano. En más de una oportunidad, alguno se quedó dormido entre la harina y los canastos", dijo.

 

 


El año pasado, Jorge y su esposa Marcela quedaron al frente de la tradicional panadería.

 

 

Por el local pasaron cientos de personas que compraron durante su infancia, adolescencia y adultez, y continúan haciéndolo. Pero además de las delicias que preparan los Ledesma, llegan al lugar para compartir con Marcela. La mujer es la encargada de atender al público y a su vez, tiene un rol muy especial. "Soy como una especie de psicóloga. Siempre les pregunto cómo están, si les pasa algo. Ellos me cuentan todo, nos quedamos charlando bastante. A la mayoría ya los conozco y a veces hasta les hago acordar si tomaron la medicación o cosas así", comentó.

 

Aunque pasaron cuatro décadas de la inauguración, el negocio mantiene vivo el espíritu de las primeras épocas. No solo se refleja en algunos muebles y canastas, que son testigos del crecimiento de la familia, sino que conservan el sabor que los caracteriza. De eso se encargan Alberto y Adolfo Verón, dos hermanos que trabajan allí desde hace más de veinte años. "Ellos son responsables de que todo tenga el mismo gusto de siempre. Los vecinos nos quieren porque usamos los mismos ingredientes y recetas. En eso no hemos cambiado", destacó el mayor de los Ledesma.

 

 

“Soy como una psicóloga de los clientes. Siempre les pregunto cómo están, si les pasa algo. Ellos me cuentan todo”, dijo Marcela, encargada de la panadería “El Milagro”.

 

 

A fin de año celebrarán otro aniversario y la pareja desea con ansias poder llegar a los 50, y celebrar a lo grande. Y si bien ellos no fueron ajenos a la vorágine de subas y tarifazos que azotaron al país en los últimos años, tienen una regla que mantienen con firmeza: "Producir a bajo costo, pero sostener la calidad y el sabor que le supieron dar Domingo y Rosa".

 

"Tenemos precios accesibles porque somos pocos, no hay más de cinco empleados. Tampoco hacemos repartos, la producción se concentra acá, y creo que eso nos ayuda a continuar. Esperamos poder seguir haciéndolo. La gente nos ayuda a seguir y eso es muy valioso para nosotros", expresó Jorge.

 

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