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Epsy Campbell: "Hay una situación de crispación, la más importante de los últimos años"

La vicepresidenta de Costa Rica admite que la crisis que trajo la pandemia genera impotencia en la población costarricense.

Por Agustina Bordigoni
| 25 de octubre de 2020
Pro y contras. La vice elogió la respuesta del sistema sanitario, pero admitió la crisis económica que causó el virus. Fotos: Gentileza Vicepresidencia de Costa Rica.

“Se ha iniciado un proceso de diálogo nacional, pero sin dudas hay una situación de crispación, de las más importantes de los últimos años”. Así lo aseguró Epsy Campbell, vicepresidenta de Costa Rica, en una charla exclusiva con El Diario de la República.

 

Campbell dialogó con el medio sobre la estrategia del país durante la pandemia y acerca de las manifestaciones que en los últimos días sacudieron a la nación centroamericana. Estas fueron generadas por las consecuencias económicas que provocaron las medidas de aislamiento impuestas para frenar los contagios de coronavirus.

 

 

 

—Una de las cuestiones que se destacan sobre el manejo de la pandemia en Costa Rica es su sistema de salud y la disciplina de la población en el cumplimiento de las medidas impuestas. ¿En qué se basó su estrategia?

 

—En salud Costa Rica ha sido pionera. Tiene un sistema público, con una cobertura del 90%, y solidario: el impuesto que pagamos a la seguridad social es proporcional al ingreso, y es un pago que se le hace directamente a la Caja Costarricense del Seguro Social. La Caja tiene una cobertura en cuatro niveles: de atención básica, que son los equipos de atención que literalmente llegan a la casa de la gente; los centros de atención regional, con más servicios y especialistas; los hospitales regionales; y los hospitales nacionales. Durante mucho tiempo Costa Rica invirtió en este modelo de llevar la salud a la casa, el “hospital sin paredes”, y fue la base de lo que hoy conocemos como equipos básicos de atención.

 

En ese contexto cae la pandemia en Costa Rica. El Ministerio de Salud desde enero nos advierte que estamos a las puertas de una pandemia y que vamos a tener que tomar decisiones contundentes. Yo creo que fuimos el primer país que se guardó antes de la primera ola, con muy pocos casos nosotros tomamos medidas. Principalmente, dos tipos de restricciones: sanitarias a los negocios y vehiculares para el tránsito regular de las personas. Esto lo que le permite al sistema es generar las condiciones de infraestructura para atender de forma apropiada. La máxima del gobierno era: “Es una pandemia y por lo tanto no vamos a poder controlar al 100% la posibilidad de contagio, lo que tenemos que garantizar es que el sistema hospitalario pueda responder a las demandas y que no nos pase como otros países que tuvieron que definir a qué persona le colocan un respirador”.

 

No hemos colapsado el sistema, a pesar de que nos encontramos en la ola más importante. Hoy es el momento en el que el país tiene más muertes (un poco más de 1.000 durante estos ocho meses de pandemia); sin embargo la tasa de mortalidad está aproximadamente en un 1%. Después de contener, el país planteó una estrategia que es en la que estamos ahora: Costa Rica trabaja y se cuida.

 

Pospandemia. Campbell señaló que la economía comenzó a repuntar.

 

 

—¿Cómo trabajan en el inevitable impacto económico de la COVID-19?

 

—Las medidas, si bien salvaron muchísimas vidas, tuvieron consecuencias económicas dramáticas. Se duplicó el desempleo a poco más del 24%. Y para las mujeres es muchísimo más dramático: es el 30%. Mucha gente ha pasado a la informalidad y hay un decrecimiento de la economía de más del 5%.

 

Hace un mes empezó la reactivación económica. Teníamos todo cerrado para controlar los contagios, ahora empezamos con una estrategia de apertura de diferentes sectores.

 

Costa Rica depende mucho del turismo internacional. Este es un país pequeño, de 5 millones y medio de habitantes, y el año pasado recibió 3 millones de turistas. Hay zonas que dependen de la actividad turística. El establecimiento de protocolos en absolutamente todo nos permite iniciar la actividad, lo que nos ha dado un respiro: hubo una leve disminución del desempleo, de aproximadamente un punto porcentual.

 

Pero también se le pasó la responsabilidad a la gente. La posibilidad de mantener estos niveles manejables para el sistema de salud implica que todas las personas asumen su responsabilidad, y entonces en esta estrategia vamos mirando cómo algunas actividades económicas empiezan a tener mayor dinamismo, incluido el turismo: en septiembre, cuando empezamos la apertura de cielos, entre 5.000 y 7.000 personas visitaron el país. Esta es una cifra pequeñísima para lo que significaría la realidad costarricense. A partir del 1º de noviembre tenemos apertura total de cielos. Obviamente todavía se están pidiendo las pruebas PCR para las personas que ingresan al país.

 

Si bien salvaron muchísimas vidas, las medidas tuvieron consecuencias económicas dramáticas. El desempleo se duplicó (Epsy Campbell)

—Su país vivió en los últimos días una serie de manifestaciones. ¿Por qué? ¿En qué estado se encuentran hoy?

 

—Hicimos bien la tarea en materia de la pandemia, pero eso tuvo consecuencias tremendas en el trabajo. Además, el país viene acumulando desde hace años las consecuencias de no tomar decisiones en materia de progresividad de las reformas tributarias,  entonces tenemos una clase que cada vez está más excluida, una pobreza dura de más del 20%. Y si a esto se le suma la pandemia, que la gente se queda sin trabajo, se genera lo que es lógico: una rabia que va in crescendo. Nosotros tuvimos la posibilidad de aportar un bono para las personas que habían perdido el trabajo los primeros tres meses de la pandemia, pero Costa Rica venía de una situación fiscal muy frágil.

 

Esto genera un estallido social, y es en las zonas rurales donde la exclusión siempre es mayor.

 

Se generó un proceso complejo de cierre de carreteras por algunos grupos. El presidente (Carlos Alvarado Quesada) planteó la posibilidad de generar un empréstito necesario, porque no tenemos de dónde sacar dinero. Se contrajeron los ingresos del Estado y tenemos una deuda interna muy alta a tasas de interés altísimas.

 

Se planteó la posibilidad de hacer un paquete de reformas para producir ingresos para el Estado costarricense. Pero en el interín un crédito con el FMI, por las condiciones que ofrecía, era la alternativa que el presidente había identificado como la salida. Bueno, eso no fue aceptado por la sociedad. Digamos que ni siquiera empezamos la negociación con el Fondo.

 

Esto también obligó a que, escuchando a la gente, el presidente dijese: “Retiro la propuesta inicial, conversemos entre los sectores para mirar cuál es la salida macroeconómica y conversemos en toda esta zona rural muy excluida para la reactivación económica pospandemia”.

 

Yo diría que la causa fundamental es el hambre. La gente fue muy disciplinada como dijo usted, pero al final las consecuencias en la vida común, cuando ya se queda sin trabajo, obviamente uno entiende que también hay mucha impotencia. Se ha iniciado un proceso de diálogo nacional, pero no cabe la menor duda de que tenemos una de las situaciones de crispación más importantes de los últimos años.

 

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