Es hora de hablar en serio

Atrás quedaron esas épocas en las que la palabra menstruación era considerada casi prohibida. Hoy no solo se habla libremente del tema, sino que el ciclo menstrual tomó protagonismo y no solo desde el punto de vista del conocimiento de la salud sexual y reproductiva, sino también como un aspecto más de las desigualdades de género. Por eso, es hora de hablar de menstruación, pero en serio.

Son varios los países del mundo en donde se han retirado los impuestos a los productos de gestión menstrual, por considerarlos de primera necesidad. En algunos, incluso, tiene provisión gratuita, como Escocia, Kenya, Nueva Zelanda, Inglaterra, Estados Unidos y Botswana. En nuestro país tres distritos ya se sumaron a esta corriente mundial y dieron un paso adelante en materia de políticas públicas para alivianar el costo que significa para muchas mujeres menstruar mes a mes. Santa Fe se convirtió en la primera capital argentina en implementar una ordenanza que establece la distribución gratuita de productos de gestión menstrual en centros de salud, escuelas, refugios y cárceles. El Municipio de Morón también ofrece el retiro gratuito de estos elementos en centros de salud y se convirtió, así, en el primero de la provincia de Buenos Aires en tomar acciones para disminuir esta desigualdad. El tercer distrito que replicó la medida fue San Rafael, en Mendoza, donde también aprobaron una ordenanza que establece la provisión de estos elementos de manera gratuita, además del acceso a la información sobre el tema.

Quienes empujan para llevar la menstruación a una política de Estado son las mujeres de la campaña #Menstruacción, quienes forman parte de la agrupación Economía Femini(s)ta. Desde el 2017 buscan visibilizar la problemática y presentaron un proyecto para que se les quite el IVA a los productos de gestión menstrual y se los reparta gratuitamente en colegios. Según el último informe que publicaron, el costo de menstruar actual es de $2.992 anuales para quienes utilizan toallitas y de $3.925 anuales para quienes utilizan tampones. Además, en el mismo informe, explicaron que las toallitas tuvieron un incremento de precio anual del 21%, mientras que los tampones, un 32%. El cálculo se hizo teniendo en cuenta el valor de estos productos, la cantidad de ciclos en un año y el uso que se le da. Por supuesto que puede tener variaciones de una persona a otra. El punto es que muchas mujeres no pueden acceder a estos productos y en las familias en las que hay más de una mujer menstruante el costo se hace difícil de afrontar.

Ya tres ciudades argentinas pusieron el foco en temas que algunos años atrás resultaban incuestionables, pero que hoy son determinantes a la hora de elaborar políticas públicas que tengan en cuenta las desigualdades estructurales que vivimos mujeres y cuerpos menstruantes. Esperemos que para este año la lista se amplíe. Hablar de menstruación es urgente.