26°SAN LUIS - Viernes 19 de Abril de 2024

26°SAN LUIS - Viernes 19 de Abril de 2024

EN VIVO

Pista y salón Maipú: un ícono de los bailes populares

Por su escenario mayor desfilaron los mejores músicos de San Luis y del país, encabezados por Sandro, quien fue quien más público llevó. El lugar aún conserva su estilo, pero funciona una empresa.

Por Johnny Díaz
| 01 de febrero de 2020
Isabel Pascual Osorio de Aman. "Mi marido era una persona muy trabajadora y lo demostraba todos los días". Fotos: Nicolás Varvara / Gentileza.

Los bailes populares se caracterizaron siempre por ser eso, simplemente populares. San Luis no fue la excepción de la regla, también tenía sus centros bailables donde concurrían masivamente a bailar tangos, cumbias, rock, y cualquier otra expresión musical en las décadas del 60 y del 70. 

 

Por esos años la capital sanluiseña tuvo por ejes bailables a Los Ranqueles (ubicado en Ituzaingo y Pringles), al club Defensores del Oeste (avenida Illia y Falucho), a La Merced (avenida Lafinur y Balcarce) y a Pista y Salón Maipú (Maipú y Teniente Ibáñez).

 

Cada uno a su tiempo marcó su época de brillo, esplendor y de efímero éxito. Los tres primeros tenían comisiones directivas porque eran sociedades. Solo el Maipú era un emprendimiento particular.

 

Pista y Salón Maipú fue propiedad de Adolfo Aman. Si bien se inició en sociedad con un comerciante amigo de apellido Blanco, la unión no duró mucho. Pero Aman siguió organizando bailes.

 

 

A puro baile. Los Alegres Apaches, un grupo musical integrado por militares que venía de Mendoza.

 

 

La historia dice que Blanco tenía un restaurante en las inmediaciones del Puente Blanco y trabó amistad con Aman. Entre charla y charla, se asociaron para organizar bailes en el salón que don Adolfo tenía sobre calle Maipú. Así nació el histórico lugar.

 

Aman, cuyo apellido es de origen suizo-alemán y que originariamente se escribía Hammann, se mostraba como un hombre  emprendedor y amante del trabajo. Era carpintero, se dedicaba a hacer muebles con su cuñado Celso Molinaroli, que estaba casado con una de sus hermanas. 

 

Pero también hacía fletes llevando arena o material para la construcción a Villa Huidobro, Vicuña Mackenna, Villa Valeria, Del Campillo o Huinca Renancó, y de allá volvía con cualquier tipo de carga. Había adquirido un viejo camión a un señor de apellido Grillo de la calle Chacabuco.

 

Hoy, Isabel Pascual Osorio, su esposa y quien lo acompañó hasta sus últimos días, confesó que  a su marido "no le faltaba trabajo, siempre estaba ocupado haciendo algo o viajando. Y fue en uno de esos viajes que comenzó a comprar sillas y equipar el salón que en el futuro sería un salón de baile".

 

 

Los Diamantes de Buenos Aires, que en aquellos años eran la sensación del momento.

 

 

Isabel o "Chabela", que tiene 86 años, dijo no recordar detalles del primer baile ni con quién, pero que seguramente fue con la orquesta típica Los Ases, (Juan Marchessi, Mario Baudry, Pocho Costamagna, Adolfo Gil y Juancito Muñoz). "Ensayaban acá en esta casa y en ese mismo piano —expresó mientras señalaba un antiguo piano ubicado a un costado del living— se preparaban para los sábados. Nunca voy a olvidar que para llevar el piano al salón, hicieron un carrito y allí lo acercaban al escenario". 

 

Consideró que "eran otras épocas, nadie tocaba nada, la puerta que da sobre el pasaje Teniente Ibáñez, por donde ingresaban músicos, mozos o los proveedores, nunca se cerró con llave o pasador, y nunca faltó nada". 

 

"Chabela" manifestó que Adolfo era muy generoso, a tal punto que colaboraba con el club Gimnasia y Esgrima cuando ellos hacían bailes con la orquesta de Francisco Colombo, "pero en la noche no los acompañaba, les prestaba el salón chico", aclaró. 

 

Contó que para la temporada, su marido se dedicaba a la organización y contratación de los músicos, lo hacía en compañía de su sobrino René, una especie de mano derecha que lo acompañaba a todos lados. Recordó con nostalgia lo bien que se trabajaba en cada verano y para carnaval. 

 

"No era menores los exitosos bailes de los sábados, teníamos mil sillas y muchas veces recurríamos a Defensores del Oeste o a La Merced para alquilarlas, el salón siempre estaba lleno". agregó su hijo Juan, que escuchaba atentamente.

 

"En la temporada él quería estar en todos lados y que nada faltara, controlaba que el salón estuviera impecable, la ubicación de las mesas y sillas, tarea que estaba a cargo del tío Oyola. Cuidaba el comportamiento de los bailarines y si veía que alguno se descontrolaba, le llamaba la atención, caso contrario le decía que por un fin de semana no volviera", sostuvo y añadió: "Tampoco le gustaba que hubiera fotógrafos, decía que a la privacidad de los clientes había que preservarla siempre". 

 

 

Histórico. El salón grande a medio techar y con sillas y mesas listas para recibir al público. Entraban 2.500 personas. Era el más grande de San Luis. 

 

 

En relación a los músicos y cantantes que llegaban a San Luis, su hijo Juan admitió que fueron muchos, imposibles de recordar. "Yo era un adolescente cuando empecé a trabajar en el salón y entre los que vinieron recuerdo a Leonardo Miranda, Rudy Machado, Los Moros, Katunga, Sergio Denis, Los Ángeles Negros de Chile, Francisco Colombo y Los Alegres Apaches, un grupo de músicos militares ambos de Mendoza, Los Diamantes, la orquesta típica Los Ases, Quinta Generación, Los Play Boys, Frecuencia Modulada, Los Rebeldes (de los hermanos Pérez), Sandro, (el 2 de enero de 1970) y Los Playeros (con Alcides y Víctor Berardo) que organizaban los bailes matinée de 21 a 1 de la mañana en la escuela 'Mauricio P. Daract', fueron algunos de los muchos que mi padre contrataba". 

 

"Mi marido era el eje central, —cuenta con respeto— en las boleterías estaba una de mis hijas, María Isabel (le decíamos Mabel). Mi sobrino René y él organizaban todo y se quedaban en la cantina mientras los mozos Morita, Andrada, Cabrera, los hermanos Herrera y los hermanos Florencio y Leoncio Puebla iban y venían toda la noche, ellos eran quienes más trabajaban y, cuando la situación ameritaba, se contrataba más personal". 

 

"En una oportunidad, Adolfo contrató el show musical de Rudy Machado, eran buenos pero a muchos no les gustó y se lo hacían saber. Una vez contraté a un folclorista muy reconocido por ese entonces, vino muy poca gente, estaban unos amigos encabezados por Jesús Martín, que también era amigo de mi marido. También trajo a un grupo de bailaores y cantaores de España, pasó lo mismo, terminaron bailando acá en nuestra casa. La gente que venía a los bailes era muy especial, él los había acostumbrado así", dijo la mujer. 

 

Su hijo Juan recuerda que su padre era muy detallista en todo sentido, para armar el salón y colocar las mesas. Tiraba un hilo de lado a lado, se dejaba un pasillo al medio y el espacio para las sillas. Cada mozo tenía su sector y sus clientes. Cabían más de 2.500 personas, el salón siempre estaba armado de esa manera.

 

 

2 de enero del 70. Sandro hizo desbordar el lugar. No cabía un alfiler.

 

 

Aman contó que su padre "estaba atento a todo lo que pasaba en la pista, y cuando veía alguna anomalía pedía elegantemente que dejara el lugar. Había un respeto mutuo con los clientes. Acá venían a bailar muchos tangueros y como dice la letra, 'se formaban rueda' para verlos bailar". 

 

"Papá tenía un cliente que era un ejemplo. 'El Macho' Baigorria, siempre se ubicaba en uno de los bordes de la pista, bien vestido, elegante. Era un ritual, todos lo querían atender, tomaba un par de cervezas y después se retiraba, era un ejemplo de caballerosidad", agregó.

 

"Hubo muchas noches exitosas, pero una de las más grandes que tuvimos —relató la mujer— fue la presencia de Sandro. Fue el 2 de enero de 1970, un lleno total, había más de 3 mil personas, un récord para nuestra ciudad. Había gente trepada a las columnas de alumbrado, arriba de los techos de los vecinos y de la pared que da al pasaje Almafuerte". Fue inolvidable".

 

Aman adquirió un terreno en Villa de la Quebrada para continuar con la actividad en ese pueblo religioso. Cuando inauguraron estuvieron Los Playeros, que esa noche hicieron doblete, primero tocaron en El Pollo, después en el Maipú. 
"Estábamos muy nerviosos por el debut, recuerdo que Alcides nos dijo: 'Calma que después la gente se viene con nosotros', y así fue, pero esa es otra historia", agregó Isabel.

 

 

Amigos de todos. Adolfo Aman, su sobrino René, Florencio Puebla, Panchito Rotondo, Leoncio Puebla.

 

 

A fines de 1981, y en los primeros meses de 1982, Adolfo Aman tomó una drástica decisión: cerró las puertas del famoso salón. Un ícono de la noche sanluiseña comenzaba a entrar en la historia. La situación del país ya no era la misma y él se mostraba un poco cansado. El desgaste le estaba pasando factura a su salud. 

 

La radicación industrial trajo el progreso a San Luis pero él prefirió cerrar antes de tener conflictos ante el boom que representó la instalación masiva de empresas en San Luis.

 

El inmenso predio se transformó en Ángelo Paolo, una fábrica de ropa ya desaparecida y posteriormente en un negocio de alquiler de maquinaria. De Pista y Salón Maipú quedó el recuerdo de inolvidables noches bailables.
 

 

En 1957. Junto a David Fernández y Francisco Colombo de Mendoza, entre otros amigos.

 

LA MEJOR OPCIÓN PARA VER NUESTROS CONTENIDOS
Suscribite a El Diario de la República y tendrás acceso primero y mejor para leer online el PDF de cada edición papel del diario, a nuestros suplementos y a los clasificados web sin moverte de tu casa

Suscribite a El Diario y tendrás acceso a la versión digital de todos nuestros productos y contenido exclusivo