17°SAN LUIS - Sabado 20 de Abril de 2024

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“Me gusta lo que rompe con las cosas como las conocemos”

A la cabeza de una camada de mujeres músicas que vino a revolucionar la escena, la compositora dice que uno de sus mayores méritos es ser todavía una desconocida. Además recuerda sus viajes a San Luis y asegura que sus colegas varones la siguen mirando con desprecio.

Por María Florencia Baccello
| 10 de marzo de 2020

La única persona que ganó esto que no es hombre fue Mercedes Sosa, hoy ganó una lesbiana". Desafiante como suele ser, frontal como es, Marilina Bertoldi se plantó la noche del 14 de mayo en la ceremonia de los Premios Gardel 2019, mientras recibía el Gardel de Oro por su disco "Prender un fuego", y puso su cara en medio de la escena musical argentina. Quienes no la conocían, la conocieron. Quizás, dar por sentado su orientación sexual es algo que no era necesario recalcar para muchos que la escuchaban en su discurso poco preparado. Pero para la cantautora, música y mujer orquesta, la visibilidad de su identidad de género debía revalorizarse desde su adolescencia.

 

Marilina, con su pelo revoltoso y su rebeldía, marcó un antes y un después en la música al ser reconocida por su enorme habilidad artística. En una entrevista exclusiva con “Cooltura”, la cantautora revivió, a poco menos de un año, aquel momento épico que vivió en la ceremonia que se realizó en Mendoza. También habló de la complicidad con su hermana Lula Bertoldi (guitarrista de "Eruca Sativa"), su rol como mujer en la música y lo tranquila que se siente al no sentirse tan "popular" como muchos esperan.

 

―¿Qué es lo que observa el público cuando te ve en el escenario?

 

―La idea es que mi show nunca pare de evolucionar. La idea es que sobre el escenario estén todos los instrumentos que tengo en mi casa y me suba a armar loops, temas conocidos e improvisados. Que al escuchar el show desde el público no se sienta que hay una sola persona en el escenario, sino al contrario, quiero que se escuchen un sinfín de instrumentos y sonoridades.

 

―Viniste a San Luis hace años con "Connor questa", tu primera banda. ¿Qué te gustó de su público?

 

―En esa época viajamos por todo el país, sin parar. Cada lugar en el cual nos daban un espacio lo tomábamos y nos mandábamos. Recuerdo esa época como si hubiese sido otra persona, con otras ambiciones y preocupaciones. Más presente que ahora y aun así con mucha incertidumbre respecto a qué iba a pasar conmigo. Lo recuerdo bien. Una época de búsquedas y San Luis nos recibió muy bien en ese momento. Volví hace poco como otra persona muy distinta, con una percepción diferente, ya que quien yo era ya no está.

 

 

 

 

―¿Sentiste algún cambio hacia vos dentro del ambiente artístico musical después de que te entregaron el premio Gardel?

 

―Sentí un cambio, sí. Sobre todo de parte de los hombres de otras generaciones, más grandes. Rechazo ante todo. Hacía rato no me sentía tan observada y comentada por lo bajo. Noté la diferencia que hacen conmigo y otros varones que quizás arrancan ahora. Llegar ahí me demostró muchas cosas que ya sospechaba. Y está bien, soy parte de otra escena, una escena que tengo que encargarme de nutrir y gestar porque casi no existe.
 

 

 

Muchos productores y artistas hombres se la agarran con nosotras, como si quisiéramos sacar un lugar que es de ellos por naturaleza.

 

 

 

―¿Aún te consideras una artista independiente, que forma parte del under?

 

―¿Sabés que si? Porque cada vez que le digo esto a la gente que me rodea me dicen que estoy loca. Pero sigo siendo desconocida para la mayoría, y quizás ese es mi mayor logro. Me gusta ir creciendo de a poco y en tramos razonables. Porque si explotás de golpe, ¿qué queda después? El trayecto hacia el autodescubrimiento artístico y personal es lo mejor de hacer lo que hago, entonces, hacerlo de a poco y seguir de algún modo en una escena no tan masiva me sirve mucho.

 

―María Gabriela Epumer fue una de tus artistas favoritas, ¿Hay algo de ella en tus canciones? Algo así como una musa.

 

―Lamentablemente la conocí tarde. Siento que ella es quien demuestra mi punto y el de muchas mujeres, en que necesitamos referentes ocupando espacios. De haberla conocido antes, en mi adolescencia, mi carrera hubiese sido otra. Hubiese sido una carrera más resuelta respecto a muchas inseguridades y respecto a muchas idealizaciones. Nunca me pensé ni me soñé haciendo lo que hago porque nunca lo vi. Y ahora, haciéndolo porque me es inevitable, entiendo que lo puedo hacer. Ella fue la primera solista de rock (al menos de la que yo tenga conocimiento) que componía, desarrollaba y exploraba conceptos, sonidos, profundidades, producciones. Sus discos no eran un puñado de canciones, sus discos eran conceptos que se desplegaban en canciones.

 

 

 

 

―¿Compartís cuestiones o momentos musicales con tu hermana Lula?

 

―Compartimos varias cosas que escuchamos juntas en la infancia y adolescencia, pero siempre tuvimos gustos distintos y siento que al pasar el tiempo nos despegamos más la una de la otra. Eso me gusta, porque aun así me gusta su gusto (risas). Digamos, la coherencia de su trayecto de escuchas. Después de un tiempo entendí por qué hoy escucha lo que escucha. Lo que compartimos es lo mejor de la historia, "Queen". Ella un día vino a mi cuarto, puso stop a lo que estaba escuchando, puso un casete, le dio play, e hizo lipsync de "Bohemian Rhapsody" enfrente mío mientras la miraba sin entender nada. En un momento el casete se trabó y nos reímos. Se fue furiosa, y ese es un momento que guardo en mi corazón. Habremos tenido 6 y 10 años.

 

―¿Qué artistas emergentes te gustan?

 

―En este momento estoy escuchando mucho jazz viejo, me cuesta agarrar algo nuevo. Son etapas. Pero puedo destacar artistas, “Sevdaliza” me parece una artista completamente revolucionaria en esta era. Si no la conocen, háganlo. De Argentina me gusta mucho "Agua Florida", siento que es una banda que le da a la escena algo que nunca fue visto ni escuchado antes. "Vedette" y "Pulpa Negra" rompen todo también. Me gusta lo que rompe con las cosas como las conocemos, al resto ya lo vi todo.

 

―¿Cuál fue tu reacción al enterarte de la ley de cupo femenino en los escenarios? ¿Qué pensás que sucederá a partir de ahora?

 

―Ante todo quiero destacar que no estuve a cargo ni tampoco formé parte del grupo que ha propuesto, escrito y propulsa do esta ley. Me linkean mucho a ella porque me preguntan del tema en cada nota que doy, entiendo el motivo, pero no soy la persona para defenderla en términos muy puntuales. Siento, aún así, que es un avance. Ya hemos visto que la presión social por mostrar más diversidad en los escenarios no es suficiente. Y así como se propulsó la ley de cupo para los escenarios, también hay leyes de cupo para otro tipo de espacios. Esas leyes han sido muy positivas y no han generado tanto rechazo como esta (lo cual habla mucho de la misoginia con la cual vivimos en este ambiente). Lo que estamos viviendo muchas artistas en este momento es una guerra en la cual muchos productores y artistas hombres se la agarran con nosotras, como si les quisiéramos sacar un lugar que es de ellos por naturaleza. En términos binarios es simple, somos mitad de la población hombres y mitad mujeres. Pero a los escenarios los ocupan en su noventa por ciento, o más, hombres. Y esto, insisto, es solo en términos binarios (digamos, sin tener en cuenta a todas las identidades que no entramos en las categorías de hombre o mujer). La matemática en sí ya plantea una rareza, si buscamos la base entendemos que no es por falta o exceso de talento de una parte de la sociedad esta diferencia. Se trata de una cuestión de privilegios y oportunidades que se les dan a unos y no a otros. Esta ley busca empezar a generar un cambio en una problemática que es mucho más profunda que esta “solución”, pero que definitivamente creo que ya ayuda mucho a este progreso que queremos alcanzar.
Creo que los productores de festivales han olvidado, o quizás nunca supieron, que lo que hacen, además de un negocio, es arte en pos de una mejora social. Y que el Estado imponga bases para lo que sucede en esos escenarios es elemental. No es el fin del negocio de nadie y el pataleo que hacen estos señores no es más que un capricho que demuestra su misoginia y su falta de creatividad. La forma de adaptarse es simple y no les va a quitar el negocio que tienen. Solo tienen que ser un poquito más inteligentes, pero eso a veces es mucho pedir.

 

 

 

 

―¿Cuál es, entonces, tu aporte al "mundo de la música" más allá de tus canciones?

 

―Personalmente prefiero poner mi energía en generar e impulsar nuevos espacios, pero apoyo y aplaudo a las mujeres y disidencias que han peleado por esta ley. Cada uno pelea en sus espacios y donde cree que puede sumar mejor.

 

―¿Cómo culminaste el 2019? ¿Qué planes u objetivos te propusiste cumplir este año?

 

―Terminé el año pasado, quemadísima, cansada. Di más de lo que pensé que podía. Superé mis expectativas en todo sentido. Nunca di tanto de mi. Necesito descansar. Obviamente tengo planes para el 2020, mil cosas en la cabeza. Pero para empezar a soñar con plenitud y arrancar a hacer algo, necesito descansar, olvidarme del reloj, no saber qué día es durante mucho tiempo, y estar fuera de la ciudad (ante todo).

 

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