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A un siglo de la gripe española: una pandemia olvidada

"Fue en Estados Unidos donde se registraron los primeros brotes", recordó el historiador Guillermo Genini.   

Por redacción
| 29 de marzo de 2020
Letal. Soldados internados, contagiados con gripe española, en un hospital de campaña, en 1918.

Por: Guillermo Genini

 

 

La Historia como disciplina científica de lo social puede aportar al conocimiento sobre experiencias pasadas que nos ilustran cómo la humanidad enfrentó una pandemia que posee varias características semejantes, y algunas diferencias, a la actual expansión de coronavirus COVID-19.

 

Un ejemplo de ello ha sido la pandemia de la gripe española, que asoló al planeta entre 1918 y 1919 y estuvo directamente relacionada con el desarrollo y finalización de la Gran Guerra (1914-1918), que hoy conocemos como la Primera Guerra Mundial.

 

En abril de 1917, Estados Unidos les declaró la guerra al Imperio Alemán y sus aliados. Como el Ejército estadounidense era pequeño, se llevó a cabo una gran campaña de reclutamiento de varones jóvenes para marchar como cuerpos expedicionarios a combatir a Europa.

 

En marzo de 1918, en uno de los campamentos de adiestramiento militar ubicado en Kansas, se registraron los primeros casos de una gripe desconocida y de alto contagio. Otros focos coincidieron con lugares de gran concentración de personas, como cárceles y fábricas entre la población civil, pero fueron los contingentes militares quienes se convirtieron en los agentes que propagaron la enfermedad.  

 

Los especialistas (médicos, biólogos, historiadores) han discutido mucho sobre el origen de esta cepa de la gripe. Algunos señalan a China, que en 1916 tuvo un brote epidemiológico de una gripe de llamativa virulencia que se expandió a otras regiones por medio de la emigración de sus trabajadores hacia los países beligerantes.

 

 Otros señalan a Francia, por ser el lugar donde la concentración de tropas y las malas condiciones de salubridad hacían de las trincheras el lugar ideal para la propagación de las enfermedades virósicas. Sin embargo, fue en Estados Unidos donde se registraron los primeros brotes. Así, sea cual fuere su origen, fue la Gran Guerra el contexto histórico que posibilitó su desarrollo y expansión. 

 

Con la llegada de las tropas estadounidenses al puerto de Brest, en Francia, la epidemia hizo su aparición masiva en Europa hacia abril de 1918. Desde Francia por vía terrestre o marítima llegó hasta España, Italia, Suecia, Rusia y otros países europeos. Desde China se propagó a Birmania, India y Paquistán siguiendo la ruta de los puertos y las vías férreas. Las tripulaciones de los barcos eran especialmente propensas a contraer y propagar la gripe, por lo que no era de extrañar que los puertos se convirtieran en los primeros lugares en sufrir la epidemia.

 

En agosto de 1918 se produjo la aparición de una segunda fase de la gripe en forma simultánea en Francia (Europa), Estados Unidos (América) y Sierra Leona (África), por lo que se había convertido en una pandemia, es decir que la enfermedad se había extendido por todo el mundo.

 

Esta segunda fase fue la más mortífera pues a su alto grado de contagio se le agregó el colapso de los sistemas de salud y la tardía reacción de las autoridades en tomar medidas de aislamiento de los enfermos.

 

Sobre el nombre de gripe española cabe señalar un hecho significativo. Esta denominación apareció en Estados Unidos en septiembre de 1918 cuando las autoridades sanitarias debieron reconocer los mortales e incontrolables alcances de la enfermedad. La denominación de española se debió a que en ese país, un estado neutral durante la Gran Guerra, se conocieron los primeros informes públicos de la enfermedad por medio de la prensa, pues los diarios españoles estaban libres de censura gubernamental.

 

Así, como sostiene la historiadora Liliana Henao-Kaffurela, la lógica patriótica, xenófoba e hipócrita de la guerra se impuso a la evidencia médica asignándole a España un infundado origen de la enfermedad. 

 

Esta segunda fase se calcula que mató en el mundo entero entre 20 y 50 millones de personas, siendo más letal que el conflicto bélico mundial, atacando especialmente a las poblaciones adultas más empobrecidas o hacinadas.

 

La finalización de la guerra en noviembre de 1918 no mejoró la situación, pues las tropas que regresaron a sus respectivos países propagaron la enfermedad con mayor rapidez. En Argentina, la gripe española llegó al puerto de Buenos Aires en octubre de 1918 por medio de las tripulaciones de los barcos provenientes de España y Brasil. Desde el puerto se diseminó por todo el territorio.

 

Una tercera y última fase de la enfermedad se originó en el invierno boreal. Sin embargo, desde enero de 1919 la pandemia había comenzado a perder mucha fuerza en parte por las medidas de aislamiento que finalmente tomaron las autoridades sanitarias, por lo que la tasa de mortalidad se desplomó, por lo menos en los países centrales.

 

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