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Falso "SAP": los niños y niñas no mienten

En las últimas semanas, el inexistente Síndrome de Alienación Parental volvió a tomar visibilidad por ser tratado en un programa televisivo, cuando su denominación ya fue rechazada y desmentida por organismos como la OMS o la Asociación Americana de Psiquiatría. Su aplicación produce severas afectaciones en los menores abusados por sus progenitores y castiga a las madres. 

Por Raquel Wolansky
| 21 de junio de 2020

¿Te imaginás un escenario peor que la violación a una mujer? Sí, hay algo peor: una niña violada por su progenitor, su tío o su abuelo, porque a ninguna mujer violada la obligarían a volver a tomar un café con su violador. En cambio, a muchas niñas y niños los obligan a revincularse con sus progenitores que fueron sus abusadores”, esta pregunta y su respuesta aún más dura la formula la periodista Luciana Peker en una campaña de difusión que busca llevar luz ante el falso Síndrome de Alienación Parental (SAP), que en los últimos días volvió a salir al aire irresponsablemente en un programa de la tarde en América TV aduciendo ser una realidad en aumento por la cuarentena. Pero lo cierto es que en la oscuridad y bajo las sombras habita en los tribunales de todo el país, torturando a mujeres que se animan a denunciar, vulnerando los derechos de los menores que son separados de sus madres protectoras y puestos muchas veces bajo la custodia de su abusador. 

 

Pero de qué se habla cuando se menciona el falso Síndrome de Alienación Parental. Se trata de un término que inventó en 1985 el psiquiatra estadounidense Richard Gardner para ser utilizado en la Justicia como instrumento de defensa para padres acusados de incesto (de lo que él mismo fue acusado por su exmujer).

 

Gardner sostuvo aberraciones como que “la sexualización de los niños puede tener propósitos procreativos”, “que el niño sexualmente abusado es considerado generalmente como la víctima a pesar de que pueda iniciar encuentros sexuales seduciendo al adulto” o “que las madres utilizan los abusos como una excusa para una campaña de denigración del padre”.

 

Y es lo que acá se traduce en frases nefastas como “es una denuncia falsa”, “la madre le llenó la cabeza”, “manipula al niño hasta convencerlo de que su padre es un violento y abusador para ir en contra de él”. Lo cierto es que este falso síndrome no tiene ninguna base científica y es rechazado por las principales instituciones del campo de la salud y la psiquiatría, incluyendo la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Asociación Americana de Psiquiatría. En Argentina, las cámaras de Diputados y Senadores del Congreso Nacional lo rechazaron en el año 2013.

 

 

 

“Esto está pasando y sucede en todo el país. En este último año tomó estado público un caso de una nena en La Rioja, donde la mamá de la menor, de solo 4 años, denunció abusos del abuelo, a quien inclusive se le encontró semen en la bombacha, y la jueza resolvió ponerle a la madre un impedimento de contacto, separándola de la única persona que la protegía y entregándola a la familia que está siendo denunciada”, contó Liliana Hendel en una entrevista con Tinta Violeta. La periodista feminista y psicóloga, escritora del libro “Violencia de Género: Las mentiras del patriarcado”, es una de las principales voces que difunde el daño que provoca este inexistente síndrome que sobrevive gracias a la complicidad del Sistema Judicial patriarcal con los varones violentos.

 

“A la Argentina ingresa de la mano del juez Eduardo Cárdenas que escribe un artículo denominado ‘El abuso de las denuncias de abuso’, que rápidamente se instala dentro del Sistema Judicial patriarcal sosteniendo que las denuncias son falsas y que las mujeres actúan despechadas, antes de creer que un progenitor abusa genitalmente de sus propios hijos o hijas”, explicó Hendel.

 

A partir de allí, se establece un juego de luces y sombras en relación a este inexistente síndrome que se impone como una verdad absoluta en los tribunales: “Una madre le llena la cabeza a los niños, manipula a sus hijos como botín de guerra de un matrimonio que se disuelve suponiendo que una mujer madre puede convencer a su hija o hijo de que su papá es violento, es un abusador o un golpeador”.

 

Ante este panorama la especialista se preguntó: “¿De verdad se puede creer que un niño que repite esto y que lo sostiene sea una mentira? Es un absurdo, ningún niño que no ha sido abusado sostiene frente a profesionales calificados un abuso que alguien le dijo que diga. Esto lo afirmo además como psicóloga, es imposible que un menor invente una situación tan perturbadora como es el abuso sexual en las infancias si es que no sucedió. No hay forma que lo sostenga en una Cámara Gesell o ante un tribunal, se cae inmediatamente. No hay forma de que sostenga un relato de la crueldad que implica la situación de abuso, salvo que la haya vivido”.

 

Además, ante situaciones de abuso describió que los chicos sueñan y tienen pesadillas, se hacen de nuevo pis o caca, si hablaban dejan de hablar o empiezan a tartamudear, dejan de comer, tienen escenas de terror cuando están con personas adultas o se expresan claramente través de los dibujos.

 

“Cuando se judicializa bajo los adeptos de este falso síndrome no hay pruebas, porque la palabra de la mujer no es considerada prueba y mucho menos la del niño, entonces se resuelve impidiendo el contacto con la madre ‘manipuladora’. Como existe una ley penal que dice que quien interfiera en el contacto será sancionado, hay en la actualidad una enorme cantidad de madres protectoras en nuestro país a quienes les arrancaron a sus hijos y se los entregaron al varón que esta mujer estaba denunciando”, explica Hendel que suma además el concepto de revinculaciones forzosas.  

 

“Allí empieza a producirse el verdadero impedimento de contacto, con ese niño que no puede volver a la casa de su mamá, en realidad su hogar. No puedo volver a jugar con sus juguetes, no puede volver a su cama, si hay una mascota, no puede jugar con ella. Y la pregunta es, más allá del papá violento o supongamos una mamá violenta, cuál es el lugar del Sistema Judicial que somete a los niños a estos calvarios”.

 

 

Una luz en el camino

 

Después de haber luchado más de 10 años para desterrar el SAP, junto a cientos de madres protectoras que el Sistema Judicial expulsó, Liliana confía: “Yo remarco que cada vez el tema toma más notoriedad, en ese sentido, el periodismo cumple una función relevante, es fundamental hacer circular esta información para contrarrestar la mentira. Por otro lado tenemos dos extremos: la necesidad de que comience a aplicarse la Ley de Educación Sexual Integral como debe ser en todo el país y en el otro extremo una posibilidad concreta de que terminada la pandemia efectivamente haya una Ley Micaela en los tribunales de todo el país”.
 
 

 

Nunca solas
 

 

“La Justicia no tiene ni idea lo que significa para una mujer encarar el laberinto burocrático de hacer una denuncia” y ante esta privación de medidas de protección contra el abuso y las violencias para madres y niños la especialista sugiere: “Nunca denuncien solas”.

 

“Después de tantos años, si algo aprendí es que no hay que mandar a las mujeres a que denuncien si no tienen la certeza de que va a ser protegida como corresponde. Lo que sí recomiendo siempre es no quedarse solas, buscar amigas, generar redes, por suerte en el país los movimientos de mujeres son muchos, apelar a alguno de los grupos con agenda de género que son los que la van a conectar con otro grupo”. 

 

Y en cuanto a los menores, sugiere reconfirmarles que les creemos, que estamos con ellos, que si la Justicia los llega a separar se va a hacer todo lo posible para recuperarlos, que no van a ser abandonados aunque haya un sistema que interfiere en el contacto. “Garantizarles todo el tiempo la presencia amorosa para con la infancia que está siendo sometida es la clave”, concluyó.
 

 

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