"Este mundo es más amigo de la gente que tiene plata"
El actor de "Puerta 7" y "El Marginal" habló de sus intenciones de trabajar en San Luis, de sus momentos de alta exposición pública y de la cuarentena. La vida de un intérprete que, cuando era chico, jamás se imaginó subir a un escenario.
Como un expolicía infiltrado en el pabellón sucio de la cárcel de Caseros; o del otro lado de la ley, en el cuerpo de un barrabrava violento, pero que a la vez ayuda a los pibes de su barrio, Esteban Lamothe siempre sabe ponerse del único lado que importa: el de la gente.
En una entrevista exclusiva con Cooltura, el popular actor de 43 años habló de su carrera, deslizó algunas cosas de su tan reservada vida privada y muchos de sus personajes más recordados y polémicos. También se tomó el tiempo de reflexionar sobre la política, las leyes en Argentina y el rol de la televisión en las nuevas generaciones.
Esteban nació en Florentino Ameghino, un pequeño pueblo del interior de la provincia de Buenos Aires. A los 17 años se mudó a Capital Federal, donde trabajó de mozo hasta casi los 30, cuando llegó al mundo de la televisión y el cine. Con "El Estudiante" obtuvo su primer gran protagónico y saltó a la fama.
A partir de entonces, no hizo más que crecer con personajes dramáticos como "Alejo", el violento novio de "Cielo" en "Abzurdha"; o Alberto, de la película "La Patota", la remake que Santiago Mitre hizo del filme de Daniel Tinayre.
También se destacó en la comedia en tiras televisivas como "Guapas", "Educando a Nina" y "Las Estrellas", la telenovela con la que ganó su primer Martín Fierro a "Mejor actor protagonista de ficción diaria".
Ahora, en tiempos de pandemia, Esteban trabaja en la escritura de guiones y la dirección de cortos. Además, dejó entrever algunos proyectos que tiene previstos para cuando finalice la cuarentena.
Me encantaría trabajar en San Luis alguna vez, porque nunca hice una película y por lo que sé es una provincia que apoya mucho la cultura"
―¿Siempre te imaginaste actuando? En general, se piensa que el actor se hace conocido de la noche a la mañana, ¿fuiste a muchos castings antes de llegar a donde estás?
―Nunca me imaginé siendo actor. Empecé a estudiar teatro a los 24 años y a trabajar de actor a los 27, todo fue bastante rápido, si se tiene en cuenta que es algo tan difícil vivir de la actuación. Me hice conocido bastante grande, después de los 30 años, entonces no fue de un día para el otro. Hice mil castings, mil cortos, mil obras de teatro y después, en un momento, llegué a la televisión que, por lo menos hace diez años, era lo que te daba la popularidad. Hoy en día está un poco en baja porque ya no hay tantas novelas o tiras. Está cambiando la forma de ver ficción, ya veremos hacia dónde se va ese público.
―A lo largo de tu carrera, ¿has hecho trabajos que no te han gustado?
―Siempre hice trabajos que en el momento de hacerlos me gustaron. Si ahora miro para atrás, siento que hay algunos que hubiera preferido no hacer o los hubiera hecho de otra manera, pero no tengo que echarle la culpa a nadie de eso y tampoco es culpa mía. En ese momento, los hice porque necesitaba la plata, tengo un hijo, tengo que pagar las cuentas y el alquiler. Los actores vivimos bastante al día, aun los que trabajamos mucho.
―Si tuvieras la oportunidad, ¿qué le dirías a tu "yo" más chico? ¿Cambiarías algo?
―No cambiaría nada de cuando fui chico, soy quien soy por la infancia que tuve, así que no tengo nada que cambiar. Si miro para atrás, le diría a mi “yo” chico que siga así y que nunca tenga miedo.
―¿Cómo fue la experiencia y el proceso de construir un personaje tan complejo como Patricio "Doc" Salgado en "El Marginal"?
―La experiencia de “El Marginal” fue muy intensa. Estuvo bueno entrar a un grupo que ya estaba armado, porque yo participé solo en la segunda temporada. Al personaje lo construimos con Sebastián Ortega, el creador de la serie; Pablo Culell, el productor; y, sobre todo, con Adrián Caetano, el director. Me parece que lo que más hice para componer el personaje fue estar ahí y tratar de ser permeable y flexible para intercambiar conceptos y maneras con el director. Creo que eso fue lo que hizo que saliera bien.
―"Doc" tiene escenas muy crudas, como cuando es abusado por sus compañeros en la cárcel. ¿Cómo es la grabación de ese tipo de escenas? ¿Cómo te preparás mentalmente para realizarlas?
―El proceso de grabación de escenas complejas, como puede ser una violación, una escena de sexo o una escena de tiros y sangre, en general es siempre distinto, depende con las personas que uno trabaje. Sin embargo, a esta altura de mi carrera, estoy bastante acostumbrado a hacer escenas difíciles y siempre me apoyo mucho en los compañeros con los que voy a trabajar, en el director y los actores. Las ensayamos mucho. También me baso en el cuidado del cuerpo del otro y el mío, para no lastimarnos y estar todos contentos. Pero lo más importante es el consenso previo de qué hacer y qué no en la escena: hay que pactarlo antes, la confianza nace ahí. Si yo te digo que voy a hacer una cosa y después hago otra, rompo esa confianza. Pero por suerte siempre trabajé con compañeros hermosos.
―¿Alguna vez viniste a San Luis?
―He pasado por San Luis muchas veces, he ido a veranear alguna vez a Merlo y me gusta mucho. Sobre todo esa zona de Traslasierra. Me encantaría ir a trabajar allá alguna vez; porque nunca hice una película ni nada. Ojalá tenga la suerte de participar de algún proyecto porque lo poco que conozco de la provincia me gusta mucho. Además, tengo un amigo ahí, al que quiero un montón. Sería un lujazo poder trabajar en San Luis.
―Fabián, tu personaje de "Puerta 7", es mano derecha de uno de los líderes de la barrabrava; tortura y mata gente, pero a la vez es solidario con los vecinos de su barrio. ¿Qué opinás de esa dicotomía en su forma de ser?
―Justamente esa dicotomía es lo más interesante de Fabián. Cuando un personaje, como en este caso, es muy radical y se va a los extremos, digamos, me gusta trabajarlo. Por un lado tortura, aprieta gente y hace cosas horribles; y, por otro, tiene una conciencia social, es alguien que está dispuesto a ayudar a otros o ayudar a los que ve que la están pasando mal. Esa dualidad siempre es buena en los personajes, porque se escapa de una cosa más tradicional que es que el malo es solamente malo y el bueno es solamente bueno. Sin embargo, el malo no es malo las 24 horas del día y el bueno tampoco. Está bueno contar eso.
―¿Va a haber segunda temporada?
―Ojalá. Creo que esto que tiene el personaje es muy interesante y todavía estamos en la punta del iceberg. Ojalá hagamos más temporadas porque sé que se puede ampliar y crecer un montón todavía.
―Fabián tiene una frase muy particular, "Las leyes están hechas para los chetos", que se hizo muy famosa. ¿Qué opinás de ella?
―Creo que, en general, el mundo en el que vivimos es un mucho más "justo", benévolo y más amigo de la gente que tiene plata. Por suerte ahora en este país tenemos un presidente que, a mi entender, no está haciendo eso y quiere distribuir las cosas un poco mejor. La frase "Las leyes están hechas para los chetos" es una sentencia demasiado sectaria y que suena muy fuerte y muy violenta. La violencia de la frase por ahí empaña un poco algo que es tan simple y tan real como que las leyes están hechas para quienes tiene más plata y los benefician siempre a ellos, al igual que benefician más a los hombres que a las mujeres. Son grandes paradigmas y cuestiones que espero que las generaciones que vienen, yo tengo 43, todavía me queda un rato, puedan hacer algo al respecto.
―¿Cómo te llevás con la exposición y el hecho de que te reconozcan en la calle?
―En relación a la exposición creo que tuve épocas: hace unos años, bastante más intensas que ahora, en las que prácticamente me era imposible salir a la calle, pero las generaciones cambian muy rápido. Creo que siempre lo manejé bastante bien, con cuidado y sin faltarle el respeto a nadie, ni a los periodistas. Es un poco incómodo cuando los medios hablan mucho de vos o de tu vida privada, pero creo que me acostumbré y lo llevé bastante bien, sin herir a nadie ni dejar que me lastimen a mí tampoco.
―Si bien aún falta un tiempo para poder regresar a la actividad, ¿hay algún proyecto en puerta?
―En cuanto a los proyectos, está pendiente la temporada dos de "Puerta 7", que, si se puede y se confirma, se filmará este año. Me quedó pendiente también una película en Uruguay, que estaba por empezar a filmar y finalmente por la pandemia se paró, no sé qué irá a pasar con eso, pero estará parado al menos hasta que se sepa allá qué protocolos van a tomar. Después, estoy escribiendo una película y dirigiendo un par de cortos.
―¿Cómo llevás la cuarentena? ¿Qué tipo de actividades hacés para distraerte?
―Estoy llevando bastante bien toda esta situación. Estuve entrenando en mi casa, pero me lastimé un codo y tuve que dejar. También estoy leyendo, escribiendo un guion y esperando que se reactive mi rubro, que supongo va a ser uno de los últimos en arrancar. Pero hay que ponerle buena onda, sobre todo porque paso mucho tiempo con mi hijo Luis Ernesto.


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