13°SAN LUIS - Jueves 25 de Abril de 2024

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Una voz que cambia angustia por canción

Pequeñas delicias de la vida conyugal y activas anécdotas sobre las instituciones conforman el libro en el que la cantante contó algunos secretos de su vida cercana a las mayores estrellas del rock. Además, continúa haciendo canciones —estrena una este mes—y sigue su carrera de convertirse en una artista sin tiempo.

Por Miguel Garro
| 06 de julio de 2020

El plan de María Rosa Yorio fue, en algún momento de su vida, comprar una casa en San Luis y sumarse a los pioneros del rock nacional que residen en la provincia, como sus entrañables Black Amaya, Rinaldo Rafanelli y, hasta hace algunos años, Edelmiro Molinari. El Valle del Conlara aparece en un horizonte posible, un lugar en el que podrá —se ilusiona— componer, escribir y armar su huerta naturista.

Alguna vez María Rosa, madre del único hijo de Charly García, visitó la Casa de la Música de Villa Mercedes para dar talleres de canto y pasó unos días en Potrero de los Funes, un lugar que la dejó encantada. "A partir de ese momento, tuve la pequeña fantasía de comprarme algo allá: me hablaron muy bien de Carpintería y Papagayos", dijo la cantante que en su formación artística cuenta pasos por el Coro Nacional de Niños, donde cantó obras clásicas, y por la Escuela Nacional de Danzas.

Por ahora, la residencia de Yorio es un departamento frente a la plaza San Martín, en Retiro, que comparte con su perra Winnie y donde permanecerá, según prometió, durante la nueva cuarentena ordenada por el gobierno nacional. "Hay una panadería abajo, pero ya hablé con los dueños para que me traigan todo", sostuvo el lunes pasado, en una charla telefónica con Cooltura, sobre el filo de la nueva etapa del aislamiento.

La impresión que da por su trabajo es que, encerrada o libre, María Rosa no para de crear. En todas las plataformas musicales están sus canciones, en una tarea muy costosa que hizo en compañía de su nuevo sello discográfico. Asimismo, una editorial le pidió que prepare una suerte de continuidad de "Asesíname", el libro sobre rock y feminismo que lanzó el año pasado. Finalmente, está preparando un show de stand up musical, con el que planea visitar San Luis en algún momento.

Este mes, la cantante presentó, además, "Beepolar", una canción de su autoría que muestra su búsqueda y, por qué no, su situación actual: "Cómo la razón/puede hacernos sufrir tan fácil/Cómo un corazón/se desvanece y yo lo veo tan frágil", dice letra, llena de íntima revelación. 

El tema pasará a conformar un muestrario que en Spotify contiene "Las arenas del circo", "Blues desesperado", "Semana de una cantante", "A su majestad el mar" y otros sencillos que muestran su variada propuesta y su necesidad de no encasillarse en cajones de tiempo y espacios. 

El mayor hallazgo que hay en las plataformas son "Con los ojos cerrados", "Por la vida" y "Rodillas", tres discos a los que María Rosa —por esas cosas que tiene el mercado discográfico— no tenía acceso, por más que fueran de su autoría. En ese aspecto, se vio favorecida por la gestión del Instituto Nacional de la Música, que compró todos los derechos a las discográficas y se los devolvió a sus dueños.

"Ese es un mérito de Cristina Fernández de Kirchner, hay que decirlo", sentenció María Rosa con el nombre y el apellido completo de la expresidenta. "Además, se encontraron las cintas originales, algo muy loco porque no mucha gente sabe que en aquella época las cintas se volvían a usar para otras grabaciones".

El próximo paso fue mejorar el sonido, hacer algunas regrabaciones y subir todo el material a las redes sociales. Quienes ingresen al mundo Yorio por Facebook tendrán acceso a una serie de imperdibles comentarios de la cantante que podrían adelantar lo que planea para su stand up. María Rosa se describe tal cual sus escritos: a veces sentimental, a veces un volcán a punto de estallar, aunque siempre ecléctica y despojada de algunos vicios del mercado: "Yo nunca tuve ambiciones", remató.

 

 

La colina de la vida
Yorio recuerda cada vez que entró a un estudio de grabación para hacer sus discos de su etapa solista o para grabar con "PorSuiGieco", la banda que conformó con Charly García, Nito Mestre, Raúl Porchetto y León Gieco, y que en 1975 se convirtió en el primer supergrupo del rock argentino. María Rosa, por entonces pareja de García, hizo los coros de todos los clásicos que componen aquel inolvidable álbum.

Después, fue parte de Los Desconocidos de Siempre, el conjunto que Nito Mestre formó apenas disuelto Sui Generis y que dejó, entre otros, las impecables "Iba acabándose el vino" y "Mientras no tenga miedo de hablar", con la voz de Yorio (también compositora del tema) en todo su esplendor.

"Cada disco que grabé, en grupo o solista, fue un ejercicio emocional enorme. Me acuerdo, fundamentalmente, los nervios que tenía cuando hicimos 'Quiero ver, quiero ser, quiero entrar', que al final fue uno de los temas más conocidos del disco", recordó la cantante, quien se define como "una buena virginiana".

El paso del tiempo encontró a María Rosa siempre con trabajo, sorprendida por las respuestas que obtiene en las redes sociales y, sobre todo, con los nuevos manejos de la música. "Los que manejan los algoritmos saben cómo aprovechar a los que escuchan y tienen todo un concepto para acercar las canciones a todo el que esté interesado. Por eso me apuran para que haga cosas nuevas", agregó quien hace años escogió la alimentación naturista como modo de vida y un menú a base de semillas, legumbres y verduras.

La otra ocupación que tiene la artista es la escritura. Tardó seis meses en recopilar las anécdotas y las fotos de "Asesíname" y quedó muy satisfecha con los resultados. "Tengo muchas ganas de seguir haciendo cosas, mientras eso me acompañe, voy a continuar con la creación".
 

 

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