13°SAN LUIS - Jueves 25 de Abril de 2024

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“Tuve que luchar contra un medio machista y con muchos estereotipos”

La cantante, compositora y productora aseguró que le costó el doble que a cualquier hombre hacerse un lugar en el mundo de la música. Tras formar parte de un dueto y lanzarse como solista, ahora prepara un disco ecléctico con colaboraciones y un mix de géneros.

Por Astrid Moreno García
| 25 de agosto de 2020

Paty Cantú es una mujer camaleónica que se adapta, se renueva y cambia de piel para no solo sobrevivir, sino resaltar en la industria musical, a la que definió como “machista y con muchos estereotipos”. La cantante, compositora y productora no perdió el tiempo y aprovechó la pandemia para planificar su nuevo álbum que “no está casado con un solo concepto”.

 

La creadora de “La mexicana”, la canción que rota por las redes y los canales por estos días, salió a la luz a los 17 años, cuando formaba parte del dúo llamado Lu, que integraba con Mario Sandoval. Estuvieron juntos por más de diez años hasta que Paty dijo basta y se lanzó como solista. La cantante describió a ese tiempo como un período de gran crecimiento, aunque fue entonces cuando más sufrió el machismo.

 

La mexicana de 36 años habló con Cooltura sobre sus inicios, sus luchas, inspiraciones y lo que le depara el futuro. Una artista empoderada que se para sola en el escenario y plasma todos sus miedos, luchas, amores y desamores en sus canciones.

 

 

—¿Cuándo te diste cuenta que te gustaba la música?

 

―Me enamoré de la música desde muy chica; era algo que me conmovía, desde estar en una ópera a los tres o cuatro años y llorar porque mi juguete vibraba con las notas de los sopranos. Luego, mi hermana mayor me mostró a Queen y mi cuñado a Los Beatles. Tenía este enamoramiento por cosas que no entendía al cien por ciento, pero me decían algo. A los seis compuse mis primeras canciones, que eran como raps de protesta contra el bullying y la contaminación. Ya a los diez empecé con clases de instrumentos, me metí al coro de la escuela y me inscribía a los concursos de canto. Me enamoré del escenario, la libertad y la fuerza que me hacía sentir. A los 15 años me ofrecieron un contrato y no lo tomé porque implicaba separar a mis papás, dejar la escuela, mudarme y me daba mucho miedo no estar preparada. Después vino la siguiente oportunidad, que fue el dueto Lu, y la tomé.

 

 

—¿Qué utilizás para componer?

 

―Tomo un poco de todo. En mi música encontrarán todo tipo de historias: despecho, amor, desamor y protesta. Tuve una época emo en mi vida y de autoempoderamiento. Mi vida está planteada ahí, pero la verdad es que con el tiempo he aprendido más a escuchar lo que les ha pasado a los demás, relacionarme con ellos y contar sus historias. Me han dicho un montón de cosas, como que con tal canción alguien salió del closet, o se casó, o decidió no quitarse la vida. A veces no me imagino que una letra puede tener tanto efecto en la gente, pero es importante entender que la palabra tiene mucho poder.

 

 

—¿A qué apuntan tus letras?

 

―En general, intento normalizar nuestro derecho de igualdad, no solamente para las mujeres, sino para cualquier persona a quien han hecho sentir incómoda y diferente, para que se sientan libres de ser, de querer a quien quieran, de vivir con derecho a buscar su felicidad y de normalizar ciertas conversaciones.

 

 

—¿Qué artistas te inspiraron?

 

―Me gustan muchas cantantes, quienes son colegas y amigas, como Mon Laferte, Francisca Valenzuela y Lula Bertoldi. Hay mujeres que me transmiten mucha fuerza simplemente por la cara que dan ante los medios o géneros que solían ser tan machistas. Creo que lo que tienen en común es que yo sé por lo que han pasado, no literalmente, pero tengo una idea, porque yo también tuve que luchar contra un medio machista y contra muchos estereotipos para poder salir adelante y hacer una carrera con mi propia música en una industria de tantos hombres que nos han hecho sentir por años que hay pocos espacios para nosotras. Claro que ahora ha cambiado mucho, sobre todo con el género urbano, pero están todos los demás géneros en los que seguimos luchando. Me dan fuerza cuando a veces siento que no puedo más.

 

 

 

 

 

—¿Sentís que por ser mujer te costó más triunfar?

 

―He tenido que trabajar el doble para merecer la atención y la posibilidad de ciertos espacios. He tenido que justificar el doble mis razones, porque es más fácil funcionar cuando eres mujer si se siguen ciertos patrones de moda. No me refiero al tema físico, sino al género musical; ahora lo que tienes que hacer es, si haces pop, tiene que ser con urbano. Muchas veces entras a un estudio para componer con otras personas y, aunque llevo la carrera que llevo, me dicen "eres mainstream", no funciona nada más que reggaetón y baladas, y tengo que contestar: "Voy a hacer lo que quiera, no me limiten". También luché mucho por mis créditos como compositora: al principio, cuando hacía canciones no me daban crédito y la primera vez que quise firmar en una editora grande me dieron nada de dinero porque era una oportunidad por la que nadie apostaba.

 

 

—¿Hay prejuicio con los géneros que debe hacer una cantante mujer?

 

―Ahora que estoy abriéndome campo como productora veo que todavía en el pop siguen muchos parámetros y lineamientos que en la industria en general: como que las mujeres consumen músicos hombres y les gusta la música de hombres, entonces hay que hacer algo y no lo otro. Entonces si no conectas o si caes mal, hay demasiado prejuicio ahí. Creo que las mujeres en Latinoamérica somos las que estamos trabajando por educarnos a nosotras mismas y al resto de la sociedad, porque somos una sororidad y porque nos vamos a generar las oportunidades entre nosotras.

 

 

—Hiciste una colaboración con Fanny Lu y Melanie Pfirrman para “En mis tacones”

 

―Fue una invitación de Fanny Lu, una gran artista colombiana. Las colaboraciones que yo tomo cuando me invitan nunca tienen que ver con el escritorio de alguien más, sino con el gusto personal, de la música, la amistad o el mensaje. Y, definitivamente, Fanny toma esto. Ponernos a mí, a ella y una artista americana a decir "ponte en mis zapatos" es una forma muy simple pero muy poderosa; es un mensaje importante y claro. Me encantó hacerlo.

 

 

—¿Qué te motivó a hacer "La mexicana", tu último single?

 

―Quise hacer un “Empire state of mind”, que es la canción que todo el mundo cuando llega a Nueva York se imagina en su mente; quería una canción así para México, que cualquier persona de aquí o del extranjero pudiera llegar, escucharla y con ella aprender un poco de quiénes somos. Fue como pintar una fotografía: "Esto es México, con su historia, pero también desde un punto de vista actual", por eso lleva trap, cumbia y melodía ranchera y referencias a “Bésame mucho”, “Cielito lindo” y Juan Gabriel. Fue un poco como decir a la mujer, sea de donde sea, "siéntete orgullosa de tus raíces y tus luchas, que son lo que te han hecho fuerte".

 

 

—Comenzaste cantando en un dueto, ¿cuándo decidiste abrirte como solista?

 

―Fue una experiencia muy enriquecedora, aprendí muchísimo como música y como persona, pero también fueron años críticos. Fue el contexto más machista de la historia de mi carrera. Sufrí, me aguanté muchas cosas, callé y comprometí mucho por el "bien mayor". Dolía, pero a la vez tuve la maravillosa oportunidad de convivir con público de Brasil, Argentina, Venezuela y México. Fue muy bonito, pero era limitante y cuando llegó el momento en el que las dos opciones que se me dieron, por parte de mi excompañero, fueron "o no vuelves a componer, no te vuelves a meter en nada del proceso creativo y ahora eres mi corista, o termina". Elegí terminar.

 

 

—¿Cómo fue volver a empezar?

 

―Nadie daba nada por mí y tuve que empezar de cero de nuevo. Aposté por mí y encontré a dos o tres personas que lo hicieron, y a veces eso es todo lo que se necesita para que uno pueda salir adelante. Ese dolor me ayudó mucho y son cosas que pasan de la inmadurez cuando estás en un grupo, no creo que haya habido malas personas, pero había mucha ignorancia.

 

 

— Viniste a Argentina, ¿qué te pareció?

 

―Me encanta, tiene un movimiento musical tan poderoso que nunca pensé que pudiera hacer un espacio para mí. La última vez que fui, en febrero, el recibimiento que me han dado ha sido así de casa, desde los conciertos hasta los colegas músicos. Es de los primeros lugares en los que lloré y de los que más extraño visitar.

 

 

—¿Con qué artistas argentinos te gustaría hacer una colaboración?

 

-Me parecen brillantes Natalie Pérez, Lula Bertoldi, Abel Pintos, Los Caligaris y volvería a trabajar con Luciano Pereyra.

 

 

Paty Cantú es una mujer camaleónica que se adapta, se renueva y cambia de piel para no solo sobrevivir, sino resaltar en la industria musical, a la que definió como “machista y con muchos estereotipos”. La cantante, compositora y productora no perdió el tiempo y aprovechó la pandemia para planificar su nuevo álbum que “no está casado con un solo concepto”.

 

La creadora de “La mexicana”, la canción que rota por las redes y los canales por estos días, salió a la luz a los 17 años, cuando formaba parte del dúo llamado Lu, que integraba con Mario Sandoval. Estuvieron juntos por más de diez años hasta que Paty dijo basta y se lanzó como solista. La cantante describió a ese tiempo como un período de gran crecimiento, aunque fue entonces cuando más sufrió el machismo.

 

La mexicana de 36 años habló con Cooltura sobre sus inicios, sus luchas, inspiraciones y lo que le depara el futuro. Una artista empoderada que se para sola en el escenario y plasma todos sus miedos, luchas, amores y desamores en sus canciones.

 

 

—¿Cuándo te diste cuenta que te gustaba la música?

 

―Me enamoré de la música desde muy chica; era algo que me conmovía, desde estar en una ópera a los tres o cuatro años y llorar porque mi juguete vibraba con las notas de los sopranos. Luego, mi hermana mayor me mostró a Queen y mi cuñado a Los Beatles. Tenía este enamoramiento por cosas que no entendía al cien por ciento, pero me decían algo. A los seis compuse mis primeras canciones, que eran como raps de protesta contra el bullying y la contaminación. Ya a los diez empecé con clases de instrumentos, me metí al coro de la escuela y me inscribía a los concursos de canto. Me enamoré del escenario, la libertad y la fuerza que me hacía sentir. A los 15 años me ofrecieron un contrato y no lo tomé porque implicaba separar a mis papás, dejar la escuela, mudarme y me daba mucho miedo no estar preparada. Después vino la siguiente oportunidad, que fue el dueto Lu, y la tomé.

 

 

—¿Qué utilizás para componer?

 

―Tomo un poco de todo. En mi música encontrarán todo tipo de historias: despecho, amor, desamor y protesta. Tuve una época emo en mi vida y de autoempoderamiento. Mi vida está planteada ahí, pero la verdad es que con el tiempo he aprendido más a escuchar lo que les ha pasado a los demás, relacionarme con ellos y contar sus historias. Me han dicho un montón de cosas, como que con tal canción alguien salió del closet, o se casó, o decidió no quitarse la vida. A veces no me imagino que una letra puede tener tanto efecto en la gente, pero es importante entender que la palabra tiene mucho poder.

 

 

—¿A qué apuntan tus letras?

 

―En general, intento normalizar nuestro derecho de igualdad, no solamente para las mujeres, sino para cualquier persona a quien han hecho sentir incómoda y diferente, para que se sientan libres de ser, de querer a quien quieran, de vivir con derecho a buscar su felicidad y de normalizar ciertas conversaciones.

 

 

—¿Qué artistas te inspiraron?

 

―Me gustan muchas cantantes, quienes son colegas y amigas, como Mon Laferte, Francisca Valenzuela y Lula Bertoldi. Hay mujeres que me transmiten mucha fuerza simplemente por la cara que dan ante los medios o géneros que solían ser tan machistas. Creo que lo que tienen en común es que yo sé por lo que han pasado, no literalmente, pero tengo una idea, porque yo también tuve que luchar contra un medio machista y contra muchos estereotipos para poder salir adelante y hacer una carrera con mi propia música en una industria de tantos hombres que nos han hecho sentir por años que hay pocos espacios para nosotras. Claro que ahora ha cambiado mucho, sobre todo con el género urbano, pero están todos los demás géneros en los que seguimos luchando. Me dan fuerza cuando a veces siento que no puedo más.

 

 

—¿Sentís que por ser mujer te costó más triunfar?

 

―He tenido que trabajar el doble para merecer la atención y la posibilidad de ciertos espacios. He tenido que justificar el doble mis razones, porque es más fácil funcionar cuando eres mujer si se siguen ciertos patrones de moda. No me refiero al tema físico, sino al género musical; ahora lo que tienes que hacer es, si haces pop, tiene que ser con urbano. Muchas veces entras a un estudio para componer con otras personas y, aunque llevo la carrera que llevo, me dicen "eres mainstream", no funciona nada más que reggaetón y baladas, y tengo que contestar: "Voy a hacer lo que quiera, no me limiten". También luché mucho por mis créditos como compositora: al principio, cuando hacía canciones no me daban crédito y la primera vez que quise firmar en una editora grande me dieron nada de dinero porque era una oportunidad por la que nadie apostaba.

 

 

—¿Hay prejuicio con los géneros que debe hacer una cantante mujer?

 

―Ahora que estoy abriéndome campo como productora veo que todavía en el pop siguen muchos parámetros y lineamientos que en la industria en general: como que las mujeres consumen músicos hombres y les gusta la música de hombres, entonces hay que hacer algo y no lo otro. Entonces si no conectas o si caes mal, hay demasiado prejuicio ahí. Creo que las mujeres en Latinoamérica somos las que estamos trabajando por educarnos a nosotras mismas y al resto de la sociedad, porque somos una sororidad y porque nos vamos a generar las oportunidades entre nosotras.

 

 

—Hiciste una colaboración con Fanny Lu y Melanie Pfirrman para “En mis tacones”

 

―Fue una invitación de Fanny Lu, una gran artista colombiana. Las colaboraciones que yo tomo cuando me invitan nunca tienen que ver con el escritorio de alguien más, sino con el gusto personal, de la música, la amistad o el mensaje. Y, definitivamente, Fanny toma esto. Ponernos a mí, a ella y una artista americana a decir "ponte en mis zapatos" es una forma muy simple pero muy poderosa; es un mensaje importante y claro. Me encantó hacerlo.

 

 

—¿Qué te motivó a hacer "La mexicana", tu último single?

 

―Quise hacer un “Empire state of mind”, que es la canción que todo el mundo cuando llega a Nueva York se imagina en su mente; quería una canción así para México, que cualquier persona de aquí o del extranjero pudiera llegar, escucharla y con ella aprender un poco de quiénes somos. Fue como pintar una fotografía: "Esto es México, con su historia, pero también desde un punto de vista actual", por eso lleva trap, cumbia y melodía ranchera y referencias a “Bésame mucho”, “Cielito lindo” y Juan Gabriel. Fue un poco como decir a la mujer, sea de donde sea, "siéntete orgullosa de tus raíces y tus luchas, que son lo que te han hecho fuerte".

 

 

 

 

 

—Comenzaste cantando en un dueto, ¿cuándo decidiste abrirte como solista?

 

―Fue una experiencia muy enriquecedora, aprendí muchísimo como música y como persona, pero también fueron años críticos. Fue el contexto más machista de la historia de mi carrera. Sufrí, me aguanté muchas cosas, callé y comprometí mucho por el "bien mayor". Dolía, pero a la vez tuve la maravillosa oportunidad de convivir con público de Brasil, Argentina, Venezuela y México. Fue muy bonito, pero era limitante y cuando llegó el momento en el que las dos opciones que se me dieron, por parte de mi excompañero, fueron "o no vuelves a componer, no te vuelves a meter en nada del proceso creativo y ahora eres mi corista, o termina". Elegí terminar.

 

 

—¿Cómo fue volver a empezar?

 

―Nadie daba nada por mí y tuve que empezar de cero de nuevo. Aposté por mí y encontré a dos o tres personas que lo hicieron, y a veces eso es todo lo que se necesita para que uno pueda salir adelante. Ese dolor me ayudó mucho y son cosas que pasan de la inmadurez cuando estás en un grupo, no creo que haya habido malas personas, pero había mucha ignorancia.

 

 

— Viniste a Argentina, ¿qué te pareció?

 

―Me encanta, tiene un movimiento musical tan poderoso que nunca pensé que pudiera hacer un espacio para mí. La última vez que fui, en febrero, el recibimiento que me han dado ha sido así de casa, desde los conciertos hasta los colegas músicos. Es de los primeros lugares en los que lloré y de los que más extraño visitar.

 

 

—¿Con qué artistas argentinos te gustaría hacer una colaboración?

 

-Me parecen brillantes Natalie Pérez, Lula Bertoldi, Abel Pintos, Los Caligaris y volvería a trabajar con Luciano Pereyra.

 

 

—¿Cómo llevás la cuarentena?

 

―He hecho un poco de todo: empecé shockeada y después me convertí en alguien productivo hacia afuera; hice entrevistas, compuse música y me sumé iniciativas para poder ayudar desde distintos ángulos a gente que la está pasando peor que uno. Se ha convertido en un par de lentes de visión mucho más amplia de lo que es el mundo y de lo que es uno frente al espejo. Siempre he sido alguien que tiene novio por miedo a estar sola, he tenido que enfrentar eso de forma forzosa y lo he intentado ver todo positivo. También ha sido algo que me ha inspirado en mi parte creativa para componer y producir.

 

 

—¿Cómo se vive la pandemia en México?

 

―Estamos en fases diferentes en distintos Estados, hay lugares que son más pequeños y han podido ir avanzando en salir de las restricciones y las ciudades más grandes tienen la complicación. Es difícil, porque hay mucha gente que no puede parar de trabajar, que debe tomar transporte público y exponer su vida. Es muy del mexicano que primero arriesga la vida antes que dejar a su familia sin comer; es algo loable y, a la vez, es triste.

 

 

—¿Qué sigue en tu carrera?

 

―Se viene más música. Estaré lanzando sencillos, hay algunos que ya tienen videos porque los dejé hechos antes de la pandemia. Estimo que para septiembre va a salir una primera versión de un álbum, pero no creo que pueda parar ahí porque no he dejado de componer en la pandemia. Hay muchas cosas que mostrar, colaboraciones con mexicanos, argentinos, estadounidenses y en distintos géneros; no está casado con un solo concepto el disco, pero sí con mensajes reales de gente real. También vendrán conciertos virtuales, espero que para principios del año que viene venga una vacuna para poder vernos de frente otra vez.

 

―He hecho un poco de todo: empecé shockeada y después me convertí en alguien productivo hacia afuera; hice entrevistas, compuse música y me sumé iniciativas para poder ayudar desde distintos ángulos a gente que la está pasando peor que uno. Se ha convertido en un par de lentes de visión mucho más amplia de lo que es el mundo y de lo que es uno frente al espejo. Siempre he sido alguien que tiene novio por miedo a estar sola, he tenido que enfrentar eso de forma forzosa y lo he intentado ver todo positivo. También ha sido algo que me ha inspirado en mi parte creativa para componer y producir.

 

 

—¿Cómo se vive la pandemia en México?

 

―Estamos en fases diferentes en distintos Estados, hay lugares que son más pequeños y han podido ir avanzando en salir de las restricciones y las ciudades más grandes tienen la complicación. Es difícil, porque hay mucha gente que no puede parar de trabajar, que debe tomar transporte público y exponer su vida. Es muy del mexicano que primero arriesga la vida antes que dejar a su familia sin comer; es algo loable y, a la vez, es triste.

 

 

—¿Qué sigue en tu carrera?

 

―Se viene más música. Estaré lanzando sencillos, hay algunos que ya tienen videos porque los dejé hechos antes de la pandemia. Estimo que para septiembre va a salir una primera versión de un álbum, pero no creo que pueda parar ahí porque no he dejado de componer en la pandemia. Hay muchas cosas que mostrar, colaboraciones con mexicanos, argentinos, estadounidenses y en distintos géneros; no está casado con un solo concepto el disco, pero sí con mensajes reales de gente real. También vendrán conciertos virtuales, espero que para principios del año que viene venga una vacuna para poder vernos de frente otra vez.

 

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