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"Necesitamos perspectiva de género en las resoluciones judiciales"

La abogada feminista que forma parte de la Secretaría de la Mujer de la Municipalidad de Villa Mercedes asegura que es necesario tender redes entre organismos, comunidad e instituciones para erradicar la violencia simbólica. 

Por redacción
| 13 de febrero de 2021
Orgullosamente feminista. Capobianco comenzó su carrera en 2009. Foto: Juan Andrés Galli.

Los primeros pasos de Laura Campobianco como abogada estuvieron empapados de lucha por los Derechos Humanos. Luego de participar en la Mesa Local de Perspectiva de Género en Villa Mercedes (organismo que le dio impulso al primer Consejo Municipal de Género), comenzó a dedicarse íntegramente a casos de violencia, en la provincia y en la ciudad. Participó en diferentes causas, una fue la que logró la prisión para Juan José Murúa, el femicida de Brenda Arias, asesinada en 2009. Para la representante legal, quien integra la Secretaría de la Mujer en la Comuna del Departamento Pedernera, es urgente y necesario hacer un trabajo conjunto para derribar la violencia simbólica que atraviesa todos los estamentos, entre ellos el judicial, y consideró que en materia de derechos "queda mucho por hacer".

 

 

 

 

—Como abogada, ¿siempre quisiste trabajar desde una línea más social?

 

—Cuando comencé a estudiar en la Universidad de Córdoba sentía que no me llegaba el derecho positivo, que es lo que se nos enseña generalmente, así como las bases del derecho colonial. Esa fue una de las razones por las que dejé, me vine a Mercedes y luego seguí hasta recibirme. Luego arranqué a trabajar, en 2009, aunque antes de tener el título ya lo venía haciendo en un estudio jurídico que es del abogado de mi familia. Soy dichosa de haber llegado ahí y haberme quedado porque allí también está mi socio, Alberto Mariani, que siempre ha sido muy comprometido con los Derechos Humanos. En ese lugar se respiraba luchas sociales, laborales o de personas que quedaban en la calle, situaciones de violencia policial hacia los pibes en los barrios. En ese momento no se hablaba de violencia de género, pero ya representábamos a muchas mujeres que sufrían violencia familiar. Fue pocos años después que, gracias a las luchas feministas, pudimos ponerle otro nombre.

 

 

—¿Vos te proclamás feminista?

 

—Sí, por supuesto. No solo me enuncio, sino que me enorgullece serlo.

 

 

—¿Cuándo comenzaste a dedicarte a los casos que involucraban a mujeres específicamente?

 

—A partir del año 2013, en la época del gobierno de Néstor Kirchner. Habían implementado políticas de visibilización a través del Consejo Nacional de las Mujeres. Se daban talleres y acá participé en conjunto con la fundación Mil Grullas. A la sede vinieron muchos profesionales para hablar de temas que era nuevos para mí. Paralelamente estuve en la conformación de la Mesa Local, que fue la primera de la ciudad. Ahí estábamos estudiantes, concejales, vecinos y vecinas, diferentes actores sociales. Lo que nos convocaba era la formación de un espacio plurisectorial para tratar el recrudecimiento de la violencia hacia las mujeres y disidencias que se estaba generando, y la cantidad de femicidios que mostraban los medios de comunicación. Nos sumamos para conversar, informarnos y acompañar a las víctimas y sus familias, porque no había ningún organismo que lo hiciera. Luego de un tiempo la abrimos a la comunidad para difundir lo que ocurría. Desde ese espacio, junto a otros colegas como Mariani, representábamos a la "Negrita" Garayalde, mamá de Brenda Arias, y nos organizamos para darle mayor visibilidad a su historia y para exigir colectivamente a la Justicia que avanzara.

 

 

—¿Cómo es tratar casos de ese tipo? ¿Te topaste con obstáculos?

 

—Creo que primero requiere de una deconstrucción personal, porque para poder acompañar y entender que no se está en la misma situación que la otra hay que empezar a mover y a recordar violencias que también nos toca transitar como mujeres, aun si no implican magnitudes físicas. Con esto me refiero a la violencia que sostiene a este sistema, que es la simbólica. Entonces, primero tiene que ver con empatizar, condolerte con el padecimiento de la otra. Y se trata de compromiso, respeto y formación, ya que —como dice Rita Segato— los abogados y abogadas, por lo menos en mi época, estamos formateados por un sistema jurídico positivista y colonial. Entender las vivencias y las violencias estructurales que son históricamente padecidas por nosotras también me lleva y nos lleva a tener un compromiso con la otra y hacia un estudio permanente de estas situaciones. Capacitarse abre puertas para pensar nuevas estrategias, otras formas de abordaje y no congelarse en las dolencias.

 

 

—En las causas provinciales en las que participaste, ¿con qué contexto judicial te encontraste?

 

—No en todos los casos las experiencias han sido similares. En el de Brenda entré en una etapa ya comenzada y teníamos que trabajar para lograr la prisión preventiva de Murúa, que hoy está condenado por femicidio aunque no esté caratulado así. No puedo dejar de reconocer la lucha, el ejemplo y el desgarre de la "Negrita", su mamá. Ella es —porque para mí lo es— una luchadora. Nosotros fuimos una especie de instrumento para reclamar desde lo legal esta búsqueda de justicia y verdad que solicitaba la familia. Después hubo otros casos que han sido mediatizados para poder difundirlos, dados los retrasos que llevaban. Porque lo que ocurre en la mayoría es que se ha tardado mucho tiempo para que las víctimas tengan un juicio justo y oportuno, entonces muchas veces es desgastante y cansador, quedan los sinsabores del letargo. Creo que en eso hay mucho para avanzar, tengo entendido que habrá reformas más adelante en los procedimientos y leyes provinciales; esperamos que sean cambios positivos y que vengan pronto.

 

 

—Uno de los reclamos de los feminismos es que la Justicia es patriarcal, ¿opinás así?

 

—Coincido pero porque nuestro sistema en general lo es, está asentado en bases en las se subordina a la mujer con respecto al varón. Lo vemos en diferentes instituciones, no solo en el sistema judicial. Está tan amalgamado y sostenido por lo simbólico que se visibiliza a través del lenguaje, de las normas, de las formas de pensar. Son costumbres que están naturalizadas y que hay que dejar de tomarlas como tal, y creo que eso se puede hacer a través de la Educación Sexual Integral (ESI). Es sumamente importante que la apliquemos porque este sistema no deja de darse en la vida cotidiana, en lo social, cultural, en los organismos públicos y privados, en cualquier estamento y poder del Estado. Las personas estamos dentro y atravesadas por ello. Igualmente no es lo mismo pensar el patriarcado tiempo atrás que ahora, porque tenemos operadores y operadoras de la Justicia y en todos los ámbitos que (a través de la formación obligatoria, como lo es la Ley Micaela, o por voluntad propia) se están deconstruyendo. Necesitamos poder ver en las resoluciones judiciales y en la aplicación del derecho la perspectiva de género. Yo soy optimista, considero que nos falta muchísimo, pero vamos a ver reformas.

 

 

Lucha colectiva. Integró la Mesa Local de Perspectiva de Género.

 

 

—¿Qué es lo que falla en la Justicia cuando ocurren casos en los que la víctima denuncia y no obtiene respuestas o cuando el violento no cumple una perimetral?

 

—No es solo responsabilidad de la Justicia, sino de todos y de todas. Por supuesto que cabe en mayor medida a quienes tienen que tomar decisiones e implementar políticas públicas para ocuparse de las víctimas y resguardarlas, pero también para dar una sanción al agresor y al violento. Por eso digo que no debe darse de manera aislada, creo que lo que hace falta es una mayor articulación, un abordaje desde los distintos sectores: Policía, Poder Ejecutivo, etcétera. Debe haber un trabajo en conjunto. Esto no pasa solo porque no se tomó una medida, los grados de responsabilidad son diferentes pero es necesario que se haga de manera articulada. Se tiene que convocar a las organizaciones para que se puedan pensar alternativas, estrategias, entre otras cosas.

 

 

—Entonces, ¿deben mejorar las medidas?

 

—Las medidas judiciales que se toman de manera inmediata, que son protectorias, son un instrumento más pero no son suficientes. En el sistema judicial tiene que haber un entrecruzamiento de datos en todas las causas. Es importante porque muchas veces pasa que el agresor incumple, la víctima hace la denuncia y hay tres causas anteriores o similares, y ninguna está conectada dentro del sistema. Hay que darle mayor atención y una sanción más efectiva, más concreta para el violento. Debe haber una coordinación en todas las áreas como el Juzgado de Familia, de Violencia, de Instrucción, en lo Correccional. Y si bien pienso que se ha avanzado en algunas cosas, por ejemplo que ahora podés hacer una denuncia sin necesidad de ir a una comisaría donde, quizás, muchas veces no la toman o se revictimiza a la persona y en donde ni siquiera existe la expresión "violencia de género" a la hora de hacer un informe, todavía queda mucho camino por delante.

 

 

—¿Cuán importante es el rol de los movimientos feministas en materia de derechos adquiridos?

 

—Es fundamental. Es gracias a las organizaciones sociales, feministas y disidentes que se lograron estos reconocimientos y que se pudo visibilizar la violencia. Pero todavía hay que mover fichas en lo más profundo de la sociedad y creo que es fundamental el rol de la educación, porque están asentadas en esa violencia que es la más grande, la simbólica. La que está tan naturalizada que no la vemos, que se reproduce y de alguna manera es tolerada por la sociedad.

 

 

—¿Creés que a la sociedad y a los organismos les llevará tiempo cumplir con la Ley del Aborto?

 

—Va a variar de acuerdo a las provincias y ciudades, ya que hay poblaciones que son más conservadoras que otras. Así como también sabemos que hay movimientos feministas que están organizados para hacerla respetar y exigir los derechos que sean vulnerados; además hay instituciones para poder denunciar. Pero considero que hay que estar al pie del cañón más que nunca. Tenemos que estar más que preparadas para denunciar y visibilizar esos incumplimientos.

 

 

—¿Es posible aspirar a un sistema judicial menos patriarcal?

 

—Esa es una pregunta difícil. Si es desde un sentido del deseo, espero que, si no se cae, lo tiren (ríe). Pero soy optimista, hay muchos obstáculos más que resolver. No podemos plantearnos un sistema patriarcal sin repensar el capitalismo, si no nos planteamos las cuestiones fundamentales como el cuidado de la tierra, entre otras cosas. Estos temas están ligados a las relaciones desiguales de poder de los opresores, que son pocos, y los oprimidos, quienes son muchos y muchas.

 

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