15°SAN LUIS - Jueves 25 de Abril de 2024

15°SAN LUIS - Jueves 25 de Abril de 2024

EN VIVO

Zotero Quiroga: para no perder las costumbres

Su padre le enseñó el oficio de artesano en El Palmar, donde nació. Fue policía y se jubiló como sargento ayudante. Sus trabajos son conocidos en todo el país.

Por Johnny Díaz
| 28 de febrero de 2021

Una de las artesanías que más conocimiento y practicidad requiere es el trabajo con cuero o suela en todas sus expresiones. En esta parte del país tiene escasa aceptación. No así en el norte argentino, donde aún se mantiene viva la cultura de quienes hacen maravillas con el cuero en forma artesanal y con herramientas ancestrales.

 

San Luis mantiene a muchos de esos artesanos que silenciosa y celosamente trabajan, cuidan y enseñan el uso y costumbres de "saber trabajar la suela o el cuero del animal".

 

Zotero Quiroga es uno de ellos. Nació el 21 de julio de 1939 en el paraje El Palmar, a unos cinco kilómetros de San Francisco, bien al pie de las sierras, donde su padre don Miguel Quiroga tenía un  campito y se ocupaba del cuidado y la crianza de animales. Además, por supuesto, era artesano.

 

 

 

"Hacía estribos, bozales, carolas, lazos y arreglaba monturas, era otra cosa lo que se conocía como artesanía por aquellos años", asegura Zotero, que hace gala de su habilidad y sabiduría para hacer de un simple llavero hasta una complicada montura.

 

Su casa, que por rara coincidencia está en una calle que conduce a El Palmar, tiene una frondosa vegetación, árboles frutales, animales de corral, un perro con cara de pocos amigos y una amplia galería que permite charlar sin problemas pese al intenso calor y el perro que merodea por ahí.

 

Don Quiroga, próximo a cumplir 82 años, está casado hace 52 con Dora Suárez y tiene cuatro hijos: Miguel, que vive en Mendoza; Esther, que es docente de la Escuela Nº 3 "Manuel Belgrano" en San Luis; Vilma, que trabaja como agente penitenciaria, y Judith, que le diseña los trabajos a realizar. Además, once nietos y un bisnieto conforman la alegría de esta familia ensamblada con mucho amor y sacrificio.

 

 

 

La artesanía siempre fue moneda corriente en los Quiroga. Su papá Miguel y sus tíos Anacleto, Goyo y Luis eran muy talentosos trabajando el cuero, y de chico fue aprendiendo el maravilloso arte criollo bien campero.

 

Zotero, que es hijo único de Visitación Domínguez, dice que de muy niño se dedicaban a curtir cueros y a la crianza de animales. Aprendió a fabricar cubrecamas de cuero de chivo cocidos a mano con hilos de algodón, pellones, monturas, riendas, bozales y todo lo que lleva de vestimenta un caballo. También mangos para cuchillos y vainas, entre otros cientos de trabajos que se encarga de exponer y vender en las ferias o exposiciones por todo San Luis.

 

"Mis tíos curtían y trabajaban el cuero de oveja para hacer pellones, o de chivo para confeccionar cubrecamas; también el de vaca, que se cosía de noche, hasta las dos o tres de la mañana. El tiempo era muy importante, por esas raras costumbres, todo se hacía a mano. Hoy se usa la máquina, pero así fui aprendiendo".

 

 

 

"Mi padre me mandaba a la escuela normal de San Francisco, vivía en la casa de unos tíos y los viernes o sábados me iba a mi casa en El Palmar caminando, a veces me venían a buscar con un burro", recuerda.

 

"Un día dije que no quería seguir estudiando y mi padre me mandó a trabajar al campo. Aprendí muchas cosas: sembrar, manejar el arado, de todo. Ahí conocí la actividad rural, de la que no sabía nada porque estaba en la escuela. Tenía 16 años cuando comencé en esto de las artesanías, estaba feliz, porque trabajar en el campo y hacer artesanías me gustó toda la vida", reconoce con una sonrisa.

 

"Cuando regresé del servicio militar, un amigo y excompañero de la escuela estaba como segundo jefe y me ofreció ingresar a la Policía. Al principio no me interesó, pero me dijo que tenía en sus manos tres nombramientos, entre ellos el mío", arranca el relato.

 

 

 

"A la semana siguiente estaba en la comisaría, me jubilé como sargento ayudante, tuve varios destinos, entre ellos pasé por Quines, como encargado del destacamento de Río Gómez, y en La Tranca, en la época de los militares me mandaron de chofer. Por esos años, las guardias eran 24 por 24, como había poco personal siempre estábamos recargados. Hoy ya no son así, son 24 por 48 horas, pero nunca dejé de trabajar la suela o el cuero, incluso le vendía a la Policía correajes y me ganaba un lindo dinero", dice.

 

Zotero cuenta que hace diez años atrás comenzó a sufrir de la columna, que su médico le aconsejó que dejara de trabajar, pero él, fiel a su costumbre, no atiende el llamado de su salud. Hoy realiza trabajos menores acompañado de su hija Judith, que le hace los diseños o dibujos. "Compartimos los trabajos, se ha convertido en mi socia", añade feliz.

 

 

 

Quiroga muestra un estribo de rara forma, parece un pie pequeño. "Este es un estribo para una dama, cuando sube enancada al caballo estriba su pie colocándolo de una manera elegante para tener mayor estabilidad. Tengan en cuenta que antes las mujeres no usaban pantalones y esta pieza artesanal de madera y cuero era muy utilizada por la gente de clase alta", advierte.

 

El artesano agrega que su hijo Miguel, quien está radicado en Mendoza, es el encargado de comprarle la materia prima, sobre todo la suela. "El primer paso para un buen trabajo es limpiarla a cuchillo, sacarle todas las imperfecciones, se le saca el pellejo, se descarna hasta que queda limpia. Después viene el proceso del modelado, buscando no desperdiciar material por el costo", cuenta.

 

"Es ahí cuando se comienza con los cortes 'a filo', a darle forma y luego a pulir los contornos para que no queden los bordes propios del cuero que suelen ser muy cortantes. Algunos usan rebajadores, pero mi herramienta es el cuchillo, además las fabrico personal-mente", aporta con orgullo.

 

 

 

"Se pule con el cuero húmedo y con una simple herramienta, una madera de algarrobo negro que supo ser de mi padre. También tengo otras, una de tintitaco y la de retamo, que sirven para ir haciendo las figuras o las líneas, depende del trabajo".

 

Mira fijo y agrega: "Como se lo cuento es fácil, pero no es así, lleva mucho tiempo hacer un trabajo. Tenga en cuenta que todo es a mano y con herramientas ancestrales, como lo hacían nuestros antepasados, con técnicas que fueron pasando de boca en boca. No hay un libro que diga cómo se debe trabajar el cuero en 'la hechura' de una montura".

 

Don Zotero sostiene que participó en varias exposiciones provinciales y otras nacionales. "Cuando no pude viajar envié mis trabajos, para que no se pierdan o se queden en el olvido. Me perjudicó mi salud, enfermé de la columna y estuve cuatro meses internado. Por eso el año pasado no pude trabajar, solo cosas livianas, pero pienso volver con todo apenas mi médico me dé el alta", jura.

 

 

 

Se da un tiempo para contar una anécdota de hace unos cuantos años. Por pedido de la Municipalidad, Giberto (Gibo) Fernández, un artesano muy reconocido en el pueblo, tuvo que hacer una bolsa para llevar los palos de golf. "Era una tarea muy importante y Gibo era muy capaz, la hizo y después preguntó para quién era, a lo que le contestaron que el destinatario era el presidente de la Nación, Carlos Saúl Menem".

 

"Para nosotros, los artesanos sanfrancisqueños, fue uno de los orgullos más grandes, una inyección de ánimo, imagínese usted... Fernández era uno de los nuestros y fue un orgullo para San Francisco", agrega sin dudar.

 

 

 

Zotero se mantiene en su vieja silla. Aunque su dolorida y ajetreada columna no lo deja de molestar, con sus manos curtidas por el tiempo y ajadas por el uso de tanto sobar y curtir cueros, no duda en señalar: "Lamentablemente el trabajar la suela o el cuero son oficios que se van perdiendo, ya nadie quiere hacerlo, hace mucho tiempo en la Municipalidad abrieron las inscripciones para un curso donde enseñarían el oficio, pero tuvo poca aceptación, una gran pena". Considera que hoy se vende poco y nada, el material "se ha ido muy arriba" y el turista ya no compra como antes, solo se lleva recuerdos, mates forrados, llaveros, pulseras o pequeños adornos porque una pieza grande puede llegar a costar muchos miles de pesos. "La situación está difícil, pero nuestros usos y costumbres no deben perderse en el olvido", pide en un ruego.

 

LA MEJOR OPCIÓN PARA VER NUESTROS CONTENIDOS
Suscribite a El Diario de la República y tendrás acceso primero y mejor para leer online el PDF de cada edición papel del diario, a nuestros suplementos y a los clasificados web sin moverte de tu casa

Suscribite a El Diario y tendrás acceso a la versión digital de todos nuestros productos y contenido exclusivo