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Los Cantores del Manantial: embajadores de música en el país

En mayo cumplen 56 años de trayectoria. El nombre es un homenaje a un pueblo de San Luis. Recorrieron el país levantando las banderas del folclore argentino.

Por Johnny Díaz
| 14 de marzo de 2021
El grupo musical es uno de los más antiguos de San Luis. Recorrieron todo el país con su particular estilo. Fotos: Marianela Sánchez/Gentileza.

Zamba de mi esperanza cantaba un grupo de amigos compuesto por José Humberto "Beto" Miranda, Gil y Pedro Morales, quienes venían de Las Voces del Horizonte y actuaban en bodegones, carpas o fogones de Villa de la Quebrada, en fiestas camperas, escuelas o cumpleaños.

 

"Hacíamos folclore nacional y se sumaron Isabel Altamira que cantaba litoraleño y Jesús Heredia", dijo "Beto", evocando el inicio de Los Cantores del Manantial.

 

Miranda agrega que él y Pedro Morales ya se habían casado y que decidieron ir a cantar a Villa de la Quebrada en busca de ganar experiencia y algún dinero: “En la Villa podíamos ‘chirolear’. Eran tiempos en que en una mesa cualquiera la gente no pedía una porción de chivo, pedía el chivo entero. Era otra vida, otros tiempos”.

 

 

 

Fue allá, a unos 38 kilómetros de San Luis y para la tradicional fiesta religiosa de 1965, que nacieron Los Cantores del Manantial. El nombre fue elegido en honor al pueblo de Villa General Roca, que originariamente se llamaba Los Manantiales, porque "Beto" es nacido ahí y porque pasando Los Molles, un manantial con ese nombre cruza la ruta provincial 3 (o Camino del Alto).

 

Ese fue el inicio de esta formación musical que en mayo próximo cumplirá 56 años de presentaciones en los escenarios del país.

 

Miranda recuerda que junto a los Los Usiqueños y Los Copleros con Marcelino "Chelo" Lucero, su hermano Santos, su primo Carlos Pereyra y Vargas, tocaban en la peña del dúo Balladores-Fernández, en Colón y Pedernera.

 

 

 

“Un día les hice saber a mis amigos que junto a mi hermano teníamos la posibilidad de ir a Buenos Aires y sumarnos a Los Chilicotes. Dejé el conjunto y en mi lugar ingresó ‘Chelo’ Lucero, pero por esas cosas de la vida descarté el viaje por un tiempo hasta que me decidí viajar y entró en mi lugar Osvaldo Iglesias”.

 

Iglesias cuenta que a los 14 años había comenzado como solista de música cuyana, “bien tonadero”, acompañado de “El Gato” Magallanes y Jofré. Contó que Pedro Morales lo había invitado a sumarse al grupo, pero desistía porque hacían música norteña y él tocaba y cantaba tonadas. Hasta que un día se enteró que habría un casting para elegir una voz masculina con ascendencia cuyana y sumarla al staff provincial de Cultura que ese año se presentaría en el festival de Cosquín. Velia Elina Vílchez era la directora del ballet. Las pruebas se tomaron en el sótano de una vieja casona de San Martín y Ayacucho donde hoy está Maxitodo.

 

 

 

“Me presenté como muchos. Quedé sorprendido porque una de las personas que oficiaba de jurado o seleccionador era el gran maestro Ariel Ramírez. Recuerdo que canté la cueca cuyana El Picahueso, de Horacio Arrieta Camara y Rafael Arancibia Laborda. Fui elegido y me sumé al grupo donde ya estaban Jesús Heredia, Pedro Morales y 'Chelo' Lucero”, recuerda Iglesias.

 

“Quiero destacar una anécdota muy simpática para esos años, y para reflejar hasta dónde llegaba mi amateurismo. Nunca había cantado con micrófono, no tenía ni idea de lo que era estar parado en un escenario como la plaza Próspero Molina de Cosquín. No desentoné, tenía 20 años, venía de cantar en fiestas chicas, escuelas y en el campo. Usted se imagina ese momento", se pregunta Osvaldo.

 

 

 

“Ese mismo año, Canal 7 de Mendoza organizaba un concurso musical denominado ‘Siete de Oro’, en el que los canales de televisión de Cuyo debían enviar un conjunto que los representara. Mario Hernando Pérez, propietario de Canal 2 de TV circuito cerrado (funcionaba en calle Rivadavia, al lado de Aranjuez), nos eligió, hicimos ropa, bombachas, camisas, corraleras, fajas y botas. Viajamos en colectivo, solos con los instrumentos, las valijas y los sueños. Cuando llegamos, vimos que la teníamos complicada. Grupos de diferentes puntos de la región eran los favoritos, especialmente uno que apadrinaba ‘Tito’ Francia, eximio guitarrista mendocino, pero tuvimos la suerte de ganar con una cueca de Eladia Blázquez, ‘Volverás... volverás’. Los apadrinados por Francia fueron segundos, nos consagramos”, dice orgulloso.

 

Los Cantores del Manantial comenzaron a escribir su propia historia, de regreso a San Luis. Se presentaron, junto a varios grupos musicales del momento, en la peña "Oscarcito", en Mitre pasando Bolívar. En el lugar fueron detectados por directivos de LR1 radio El Mundo, que junto a Adolfo “Corchito” Fernández, representante de Sadaic en San Luis, fueron invitados a una presentación en Capital Federal. Un mes después, los sanluiseños estaban frente a los micrófonos y a la gran audiencia radial. Dos meses estuvieron allá, actuando para todo el país.

 

 

 

Ya consolidados a nivel nacional, volvieron a Buenos Aires para presentarse en diferentes escenarios, La casa de Margarita Palacios, La Rivereña, La Sanlorencista, El Rancho de Fernando Ochoa y El Palo Borracho, entre otros. Mientras, iban sumando presentaciones en las radios Splendid, Belgrano, Nacional Argentina, ATC, Canal 7, Canal 8 de Rosario, Canal 9 y en la costa atlántica, junto a Daniel Toro, Los Indios Tacunau y un showman. “Estuvimos nueve meses actuando fuera de nuestra provincia, fue un año muy positivo para el grupo y para San Luis”, dicen.

 

Después de pasar por algunos altibajos por cuestiones de la vida misma, donde la muerte sorprendió a Pedro Morales y algunos cambios propios de su largo peregrinar, hoy Los Cantores del Manantial, integrado por Osvaldo Iglesias, José Humberto “Beto” Miranda, Juan Carlos “Lito” Soria y Juan Carlos Cuello, evocan aquellos años.

 

 

 

En 1972, el grupo tuvo singular éxito en los festivales nacionales de La Cueca y el Damasco en Mendoza, Santa Lucía, San Juan y del Ternero. De regreso a San Luis no faltaron presentaciones en el Festival del Mármol Ónix, en La Toma, del Mate en Quines, del Valle en Merlo, Calle Angosta de Villa Mercedes y de la Tradición en Buena Esperanza. No faltaron en los festivales nacionales del Poncho y del Agua ardiente en Catamarca, y de La Chaya en La Rioja. Recorrienron Rancul, Arenales, Santa Rosa e Intendente Alvear en La Pampa. El sur argentino no fue menos para ellos, volvieron llenos de aplausos y reconocimientos, convirtiéndose así en la formación folclórica más representativa de San Luis.

 

Iglesias cuenta que después de una contratación musical, se acercó un militar de alto grado para ofrecerles su ayuda en caso de que fueran a Buenos Aires. Al poco tiempo el grupo viajó y se reencontró. El hombre les dio todas las posibilidades, los llevó a promocionar sus shows en todos los medios de difusión posible, mientras dormían, descansaban y se alimentaban en el casino de suboficiales. “Nos facilitó unas tarjetas para entrar y salir del cuartel a la hora que fuera necesario, una excelente persona a quien siempre agradecimos”, agregan.

 

 

 

El músico dice que, después de varias semanas de actuaciones en Buenos Aires, mantuvieron una reunión con Julio Marbis, donde estaban Ariel Ramírez, Jorge Cafrune, Eduardo Falú y Romero, de Las Voces de Salta. Querían saber de su trayectoria y su futuro.

 

"Tuvimos la gran suerte de hacer hasta tres presentaciones por noche, en distintos escenarios. Nosotros hacíamos mucho cuyano pero la gente nos pedía temas norteños y chacareras, ‘mechábamos’ nuestro repertorio en la medida que podíamos”, señala Osvaldo Iglesias.

 

En 1988, el alejamiento de Jesús Heredia hizo que volviera "Beto" Miranda. "El 24 de agosto de ese año tocamos en la Iglesia Catedral, una cantata que se hizo para homenajear al santo patrono de San Luis. Fue el aplauso más grande y sonoro que tuvimos, nunca lo olvidaremos”, señalan.

 

1990 fue un año de reformas en el grupo. Chelo dio un paso al costado y se sumó Orlando Fernández. También integraron la nueva formación Abel Giménez y Humberto “Osito” Soloa.

 

 

 

“A nivel país, sumábamos el acordeón de Juan Ruiz, el bajo de Jorge Reinoso y la batería de Joel Amaya. En 2012, el conjunto representó a San Luis en una nueva edición del festival de Cosquín", agregan.

 

Cuentan que personalmente organizaban sus propios festivales sin desmerecer las contrataciones. Les iba muy bien, porque siempre obtenían el reconocimiento del público. "Pretendemos que esta nueva formación siga con la misma mística. El 2020 fue malo para todos, y nosotros no fuimos la excepción, hay que esperar y estar listo para subir a un escenario”, dicen.

 

Hoy "Lito" Soria, uno de los nuevos integrantes, reconoce que siempre tuvo el anhelo y la esperanza de poder sumarse al grupo. “Es una gran responsabilidad ser parte de esta formación, son excelentes músicos y mejores personas”. Agrega que en otras épocas integró Los Actuales junto a Juan Garro y Cabrera con actuaciones en Buenos Aires llevados por Carlos Camargo y Pablo Castro. "Lito", últimamente estaba con Los Cantores de Inti Huasi. “Ese es mi verdadero origen”, explica.

 

Juan Carlos Cuello, de reconocida trayectoria en el ambiente cuyano, supo integrar por muchos años el dúo Cuello-Giménez, y también estuvo mucho tiempo con los hermanos Ivar e Isaac Escudero. Ivar falleció en un accidente, dejando su lugar a Ramón Vicente “Coco” Escudero que vive en La Punta.

 

 

 

Cuello es otro músico que se suma a la histórica formación cuyana. “Conocía de siempre a Los Cantores, y sentía mucha admiración por ellos, es un orgullo como músico y cantor integrar sus filas. Creo estar a la altura de las circunstancias”, señala.

 

En 2015, cuando estaban haciendo un material discográfico en La Casa de la Música, la muerte de Pedro Morales (el 6 de agosto) dejó un inmenso vacío. Una cruel enfermedad se lo llevó para siempre y volvieron a foja cero.

 

También la baja de "Chelo" Lucero, que se alejó por cansancio y por problemas de salud, marcó al grupo. “No habíamos completado el material a grabar, la partida de Pedro nos golpeó muy mal, hoy estamos trabajando para volver a los escenarios y para mayo festejar los 56 años de vida musical de Los Cantores del Manantial”, dice con vehemencia Osvaldo Iglesias.

 

Lejos, muy lejos, pero nunca olvidada quedó la "Zamba de mi esperanza" que, con particular estilo, cantaban en los bodegones y fogones de la Villa de la Quebrada.

 

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