Son cultores de la difamación y la infamia. Sin embargo, se dicen puristas de la mejor academia periodística. No chequean una información ni por casualidad. No le dan la posibilidad al involucrado para que se defienda. Jamás. Buscan una foto de un momento parecido unos cuantos años atrás, y tergiversan, confunden y mienten. Por supuesto no hay castigo alguno. Pese a sus lamentos, siguen gozando de la más absoluta libertad para informar… y para mentir. Así debe ser en un sistema democrático. Es un derecho y a nadie se le ocurre cercenarlo, aunque en más de una ocasión se victimicen y pataleen. Y “el coro de ángeles” copia y pega, y de paso se monta en la mentira y la descalificación. Y es muy saludable que sigan escribiendo, hablando y publicando en las redes con la más absoluta libertad, así debe funcionar. La irresponsabilidad y la imprudencia corren por cuenta de los autores de las reiteradas infamias disfrazadas de crónica periodística. Se creen muy poderosos, aunque nadie les teme. Les va a costar igualar algunos antecedentes. La familia, a la que permanentemente injurian, tiene vasta experiencia en soportar agravios. Fueron capaces de direccionar una entrevista para despedazar a un ser entrañablemente querido que había fallecido hacía muy poco.
De todos modos, él los conocía como nadie, y luchaba para que, en la más absoluta libertad, se siguieran expresando. A esa búsqueda de la libertad consagró su vida. A esos despropósitos, también le llaman periodismo. Y habitualmente lo denominan periodismo independiente. Título pretencioso, si los hay. Y, por supuesto, consideran que son los únicos independientes. No tienen ideología, ni tendencia, ni pensamiento, ni intereses. Solo ellos tienen formación, capacidad, ética y valores para encarnar el ideal periodístico que pretenden alcanzar. Y, es cierto, que hay un solo veredicto que contemplar: el de la audiencia, el del público, el de los lectores. Lo que no se puede es vanagloriarse de la más absoluta pureza y caer en las peores bajezas intelectuales, todo al mismo tiempo. Y, en esos espacios, quejarse de la falta de espacios para expresarse.
En simultáneo desconocen, la disculpa, la retractación y el derecho a réplica. Espantados corren a buscar “sesudos periodistas nacionales” para que les den la razón y los protejan de fantasmas y persecuciones. Son tantos los fantasmas, que resulta inexplicable que, en distintos medios, vengan ejerciendo desde hace años el oficio de informar de las formas más variadas. Como hacen escuela, hay también meritorios jóvenes que, con llamativa fruición, ya se enrolan en el derrotero de la mentira y el montaje alevoso de informaciones falsas y maliciosas. No les cuesta mucho fundamentar su proceder, jamás se detienen a hacerlo. Creen que describir y agrandar la supuesta maldad de su supuesto enemigo los justifica y les da entidad. Felizmente en San Luis van a poder seguir ejerciendo en la más absoluta libertad la profesión que se les antoje. El modo en que lo hagan tiene que ver con la conciencia y la responsabilidad de cada hombre y de cada mujer que abraza tan digna profesión. Ojalá reine siempre la más absoluta libertad para que cada cual se exprese como lo considere justo y oportuno. Ojalá prevalezca la verdad en beneficio de quienes consumen noticias.
Pero en el más absoluto imperio de todas las libertades, es imprescindible decir que la directora de este medio no concurrió a la marcha del lunes 8 de marzo en conmemoración del Día Internacional de la Mujer Trabajadora como intencionadamente publicaron algunos medios locales. La foto que se difundió es de años atrás. Cabe aclarar que hubiera ido de muy buen grado. Que adhiere a la causa y es orgullosa mentora de la misma. Y que si no la horrorizan las mentiras y las maniobras incalificables que algunos realizan, y otros replican y amplifican, mucho menos le resulta despiadadamente condenable una pintada callejera.


Más Noticias