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Más preparadas, menos lugar

A finales del siglo XIX Argentina vio por primera vez egresarse a una mujer de una carrera universitaria. Fue en 1889 cuando Cecilia Grierson recibió el título de médica en la Universidad de Buenos Aires. Hoy, a más de cien años de ese momento, las mujeres representan más del 61% de los egresados de las universidades del país. Un gran avance. Pero la realidad es que a pesar de que las estudiantes y egresadas son mayoría en las casas de estudios, el número de mujeres en los cargos directivos es mínimo. Según el Departamento de Información Universitaria, que depende del Ministerio de Educación, un 58% de los estudiantes universitarios son mujeres y de los egresados, ellas representan un 61,1%, tal como especifican en el informe “Mujeres en el Sistema Universitario Argentino 2018-2019”, que recopila datos de ese período en las universidades argentinas.

 

Además, la cantidad de mujeres estudiantes supera a los varones en casi todas las ramas. La brecha más grande la tienen las carreras relacionadas con la salud, en las que las alumnas representan el 73% del total; y las humanísticas, donde el 70,3% es mujer. La excepción se da en las ciencias aplicadas, con solo un 36% de ellas que se inclinan por esta rama.

 

En las carreras de posgrado también son mayoría, con un 58,3% de estudiantes y un 57,8% de egresadas.

 

Entonces, si la mayoría de los títulos de grado y posgrado va a parar a manos de mujeres, ¿por qué el 87% de los rectores de universidades son varones? ¿Por qué el techo de cristal continúa más firme que nunca a pesar de la presencia mayoritariamente femenina en las casas de altos estudios? Para el cargo de decano las cifras mejoran, pero aún son minoría: las mujeres solo representan un 34%. Mientras que para vicedecana asciende a 47%. En los cargos docentes el porcentaje es paritario.

 

El campo laboral fuera de la universidad no es ajeno a esto. Según un informe que presentó el Indec en marzo de este año, la tasa de empleo de los varones es del 57,7%, mientras que la de las mujeres es del 39,4%. En las edades comprendidas entre los 30 y 64 años 8 de cada 10 varones participan en el mercado laboral, mientras que solo 5 de cada 10 mujeres lo hacen. Un número que llama todavía más la atención si se tiene en cuenta que entre las personas con preparación hay mayoría de mujeres.

 

El embudo que reflejan las estadísticas se puede traducir principalmente en una discriminación por género y en pocas oportunidades para las mujeres que se ven en los techos y paredes de cristal, y demás obstáculos culturales que debemos atravesar

 

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