El largo camino del “tío Ho”
Fue una de las figuras más importantes de la independencia de Vietnam. Tuvo varias identidades, pero se quedó con la más iluminada.
Nguyen Sinh Cung, mundialmente conocido como Ho Chi Minh, nació el 19 de mayo de 1890 en el territorio de lo que hoy es Vietnam, por entonces parte de la colonia francesa de Indochina.
Se trataba de un terreno muy rico, en el que se producían caucho y arroz como productos principales (además del azúcar de caña, el algodón y el café, todos bienes de exportación). Sin dudas era la más próspera de las colonias para los franceses. Claro que únicamente para los franceses, porque el joven Nguyen era testigo desde pequeño —y a pesar de haber crecido en una familia medianamente acomodada— de las desigualdades, la pobreza y la falta de derechos de los campesinos nativos, quienes si bien eran parte de la cadena productiva, no eran considerados ciudadanos en su propio país.
Fue esa idea la que comenzó a rondar en la cabeza de Nguyen: el nacionalismo y la independencia se transformarían en su bandera hasta el final de sus días.
El nacimiento del revolucionario
La familia de Nguyen gozaba de ciertos privilegios: su padre era funcionario del gobierno local, aunque no por eso menos crítico con las autoridades. Esa posición le garantizó la educación en un país en el que más del 90% de la población era analfabeta, y el aprendizaje de idiomas como el chino y el francés, que luego le servirían para emprender su misión.
Fue precisamente ese segundo idioma el que le permitiría cometer su primer acto revolucionario: fue en 1908, durante una protesta campesina. Nguyen por entonces estudiaba en la prestigiosa Academia Nacional de Hue y decidió traducir al francés los reclamos para que pudieran ser entendidos y atendidos por los gobernantes. Eso le valió la expulsión de la academia y marcó el camino para un viaje por el mundo, que Nguyen comenzaría a los 21 años. Recorrió París, Londres, Nueva York y, más tarde, la Moscú de Lenin. Durante sus estadías y sus viajes pudo también ser testigo de las consecuencias del colonialismo en algunos países, y comparar la aplicación de libertades y derechos de las colonias en sus territorios con la falta de todo tipo de garantía en los imperios.
Desde el comienzo, Nguyen pensó que era la independencia y no otra cosa lo que necesitaba su país para salir de la injusticia social y la pobreza.
El nacimiento de Ho Chi Minh
Fuera de Vietnam desde 1911 y ya con un recorrido hecho, Nguyen fue buscando las diferentes maneras de llevar a su país a la independencia. En 1919, aprovechando la Conferencia de Paz de París, presentó una petición a Woodrow Wilson para que esta independencia sea reconocida.
Fue una vez más el rechazo de sus solicitudes y la búsqueda del camino lo que lo llevaron a tomar otro vuelco en su vida. Durante sus viajes conoció la figura de Lenin y hubo algo de su discurso que le llamó la atención: el líder ruso postulaba que la mejor forma para expandir el comunismo era la libertad de las colonias.
Fue entonces que, más pensando en el nacionalismo que en el comunismo, Nguyen contribuyó a fundar el Partido Comunista Francés en 1920 y participó en diferentes publicaciones orientadas a manifestar el rechazo por las condiciones de vida que los imperios imponían en sus colonias.
En 1941, tras adoptar varios nombres falsos, Nguyen regresó a Vietnam después de 30 años: fue allí que adoptó el nombre de Ho Chi Minh, que significa “el que ilumina”. Instalado en la selva, empezó a formar una guerrilla llamada Vietminh, que buscaba liberar al país de toda dominación extranjera, ya fuera francesa o japonesa, dado que durante la Segunda Guerra Mundial Japón había decidido invadir las colonias francesas. El intento por derrotar a Japón le valió el apoyo de los Estados Unidos, un país que propició la creación de una fuerza que lo derrotaría años más tarde, en la Guerra de Vietnam.
De la independencia a la división
Fue durante el período de su estancia en la selva que Ho Chi Minh adoptó un modo de vida austero y sencillo, y se convirtió en una figura importantísima para el campesinado, que lo empezó a llamar “tío Ho”. Sus ideas lograron llegar de esta manera a quienes se sentían comprendidos por alguien que vivía en sus mismas condiciones. Era esa forma de vida (o estrategia) y no las palabras la que terminó por convencer a la nación de apoyar la lucha independentista.
En 1945, y tras la rendición japonesa, la independencia de Vietnam parecía inminente y, de hecho, el propio Ho Chi Minh pronunció una declaración utilizando las palabras de Thomas Jefferson: “Sostenemos como verdades evidentes que todos los hombres nacen iguales”.
Pero pronto la alianza con los norteamericanos se rompería ante el temor del avance comunista, por lo que ahora resultaba más seguro que Indochina se mantuviera bajo dominio francés. La figura de Ho Chi Minh tampoco inspiraba confianza por su cercanía con el modelo rival, al que el líder vietnamita había llegado en realidad como medio (y no como fin) para lograr la independencia.
Fue finalmente durante la Conferencia de Ginebra de 1954 que las potencias acordaron la independencia de Vietnam y la división del país en dos: al norte, bajo control del Vietminh, y al sur, bajo el dominio temporal de los franceses, que se comprometían a llamar a elecciones y conceder la independencia. Esto último nunca ocurrió y la guerra entre los territorios divididos se convirtió en uno de los conflictos más largos de la Guerra Fría.
La Guerra de Vietnam fue también una de las experiencias más traumáticas para los Estados Unidos, que perdieron la batalla contra un Ejército al que habían ayudado a entrenar.
Las alianzas y el curso de los acontecimientos mundiales fueron marcando el destino de Ho y el de una nación que logró reunificarse en 1976, siete años después de la muerte Ho Chi Minh.
Al final del camino, su figura es respetada mucho más que sus deseos personales: una de las ciudades más importantes del país lleva su nombre, pero su cuerpo fue momificado y venerado de una manera contraria a la que él manifestó como última voluntad.


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