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El Yuyo Colorado tiene todo para ser una gran pesadilla

Con humedad crece hasta tres centímetros por día, desarrolla raíces laterales que la exploran y es muy competitiva por su tasa de reproducción y su resistencia a herbicidas.

Por Marcelo Dettoni
| 11 de julio de 2021
Resistencia. El Amaranthus Palmeri ya no se combate con herbicidas clásicos. Fotos: revista El Campo y gentileza "Maleza en foco".

Jorge Garay ha dedicado su vida profesional a asesorar a los productores en cuanto al manejo de las malezas. Sobre todo del Amaranthus Palmeri, conocido popularmente como Yuyo Colorado, que viene avanzando sin pausa en la Argentina y ya causa estragos en San Luis desde hace muchos veranos. Este ingeniero agrónomo del INTA ha publicado infinidad de trabajos en los que explica cómo prevenirlo mediante la revisión de las cosechadoras, las mejores fórmulas de control y un manejo inteligente que incluya el barbecho, la siembra y el momento inmediatamente posterior a la cosecha gruesa.

 

El Yuyo Colorado nació en el desierto que abarca el sudoeste de Estados Unidos y el norte de México, que tiene condiciones similares al semiárido puntano. Fue hallado en la Argentina por el ingeniero Sergio Morichetti en el sudeste de Córdoba y se cree que ingresó junto con semillas de cereales, oleaginosas y forrajeras importadas de Norteamérica. Hoy ya está en toda la región agrícola y es cada vez más resistente a los herbicidas tradicionales.

 

“Es una especie de ciclo primavero-estival que comienza a germinar en septiembre y puede hacerlo hasta diciembre, según la zona. Con una temperatura base de 17 grados tiene una alta tasa de crecimiento en estado vegetativo y también una alta resistencia al calor, ya que puede desarrollarse de manera óptima entre los 35 y 45 grados”, explica Garay, quien publicó un trabajo en el sitio Maleza en Foco, junto con Juan Cruz Colazo y Jorgelina Montoya. 

 

 

Respecto a la competencia,  se han medido pérdidas de rendimiento de hasta un 23% en soja con una planta por metro cuadrado.

 

 

Tiene todas las condiciones para ser una pesadilla: “Con adecuada humedad del suelo, las plantas pueden crecer por día 3 centímetros o más entre diciembre y enero. Además desarrolla raíces laterales que ayudan a explorar la humedad del suelo en situaciones de estrés y es muy competitiva por su elevada tasa de multiplicación, la habilidad para desarrollar resistencia a herbicidas y la germinación prolongada”, agrega el ingeniero agrónomo.

 

El manejo es la clave, porque se caracteriza por ocupar sitios perturbados o sobrepastoreados, así como campos cultivados de soja, maíz, sorgo, girasol, algodón, maní y alfalfa, como así también bordes de caminos y cursos de agua. “Es resistente a glifosato e inhibidores de ALS, como sulfonilureas e imidazolinonas, y a herbicidas hormonales como 2,4-D entre otros, lo cual complica y encarece su control. Además, puede potencialmente hibridarse con otras especies de Amaranthus, pudiendo transferir genes de resistencia hacia esas especies emparentadas”, plantea Garay, quien no ve otro camino que implementar controles químicos alternativos a glifosato, lo que aumenta los costos de producción notablemente”. 

 

“En un escenario sin especies resistentes, se realizan en promedio tres aplicaciones anuales. Por el contrario, en uno con Yuyo Colorado se necesitaría agregar, en muchos casos, principios activos diferentes que pueden cambiar la rentabilidad del negocio. Respecto a la competencia que produce en los cultivos, se han medido pérdidas de rendimiento de hasta un 23% en soja con una planta de Amaranthus Palmeri por metro cuadrado”, compara el técnico del INTA.

 

La propagación es sobre todo por semillas. Debido al número que produce por planta, el potencial de traslado de un campo a otro, o de una región a otra es mayor que el de otras especies. “Las semillas se distribuyen fácilmente a través de las cosechadoras, implementos agrícolas y transportes terrestres de granos. Las semillas tienen baja densidad y pueden flotar, en consecuencia, las lluvias intensas o el agua de riego que atraviesa un campo pueden ser agentes de dispersión”, alerta. 

 

 

El centeno y el triticale son muy buenos para el control temprano de Yuyo Colorado, ya que impiden la entrada de luz", dijo Jorge Garay, ingeniero agrónomo, especialista en malezas.

 

 

Y atención, es mejor no dejar un lote sin trabajar porque será irrecuperable. “Hay plantas que crecieron sin un cultivo al lado y pudieron generar más de 500.000 semillas; pero en condiciones de competencia, es decir creciendo entre soja, por ejemplo sembrada a 42 centímetros entre líneas, produjeron 130.000 semillas por planta”, comparó Garay, quien de todos modos apuesta siempre a las técnicas de manejo.

 

“Las técnicas como sistemas de labranza que lleven las semillas a profundidades superiores al centímetro y cultivos de cobertura que impidan la entrada de luz son factores importantes a tener en cuenta para tenerlo a raya. Por otro lado, el control químico tiene eficacia cuando la maleza se encuentra en estado de plántula, con una altura inferior a los 8-10 centímetros”, aconseja, y pide que el productor pueda “predecir la emergencia de la maleza, eso juega un papel importante en la planificación de las medidas de manejo y control”.

 

 

Estrategias de manejo
 

 

Para un control eficiente, hay que hacer un manejo integrado de malezas (MIM). “La alternativa química debe ir acompañada de otras estrategias complementarias como la rotación de cultivos, la utilización de variedades o híbridos de cultivos tolerantes a herbicidas, la siembra tardía para ‘escapar’ a la tasa más elevada de emergencia, la rotación y mezcla de herbicidas con diferentes sitios de acción y los controles culturales, como por ejemplo el aumento de la densidad de siembra y la reducción de la distancia entre surcos. También es muy importante la limpieza de máquinas cosechadoras y sistemas de transporte de granos para evitar la diseminación hacia otras zonas productivas”, enumera Garay.

 

 

Primer plano. Hoja y pecíolo de Amaranthus Palmeri, una maleza muy difundida en la Argentina. (Foto: Claudio Rubione)

 

 

Y no todo se limita al suelo, hay que hacer control químico o mecánico en alambrados, banquinas y caminos, además de usar semillas certificadas. “Otra técnica, mucho más reciente, es el manejo de semillas de malezas a cosecha, que es la utilización de aditamentos que, o bien concentran las semillas de malezas en andana, o bien las destruyen mediante molinos de impacto”.

 

A partir de la aparición de la soja RR, y el uso casi exclusivo de glifosato, aparecieron numerosas malezas resistentes, entre ellas Amaranthus, en varias regiones del país. “El actual modelo productivo, donde un alto porcentaje de establecimientos son arrendados por una sola campaña con escaso o nulo planteo de rotaciones, que además es altamente dependiente del uso de herbicidas, contribuyó a la aparición de malezas que se han adaptado a muchos principios activos, lo que derivó en más especies tolerantes y resistentes”, lamenta el profesional.

 

El manejo integrado implica no solo tomar acciones dentro del establecimiento sino también tranqueras afuera, por lo que es imprescindible conocer la existencia de las especies problemáticas en la zona y además realizar un seguimiento. “No solo el productor debe estar atento ante la presencia de Yuyo Colorado en sus lotes, también necesita controlar los caminos vecinales y las banquinas, que tengan el mantenimiento adecuado para combatir esta maleza y evitar que sean una fuente de propagación”, aconseja Garay, quien apunta a la semilla también: “Hay que realizar un análisis de la calidad antes de la siembra, lo que permitirá conocer si contiene alguna maleza que pueda establecerse en el lote”.

 

 

En un campo alquilado, en el que no se hacen rotaciones, crecen malezas cada vez más resistentes al uso de herbicidas tradicionales"

 

 

Otra táctica que deja el ingeniero agrónomo es la de manejar las fechas de siembra conociendo cuándo se producen los picos de emergencia, a fin de atrasarla en los casos en que esto sea factible, permitiendo aplicar productos preemergentes con alta residualidad que puedan controlar las malezas.

 

La propagación alcanza números inimaginables. “La cosechadora es un vehículo ideal, también los camiones, trenes y hasta las aves y el ganado. Una paloma puede consumir hasta 40 gramos de semilla por día y volar hasta 200 kilómetros.

 

Debemos tener en cuenta que mil semillas pesan solo 0,4 gramos y una planta de Amaranthus puede producir entre 200.000 y 500.000, lo cual nos estaría indicando la magnitud del problema”, enumera.

 

Por eso hay que tomar medidas preventivas, como la inspección y limpieza de maquinarias, camiones y el desbaste de animales que ingresan al establecimiento. “La prevención es sin duda, la herramienta más económica que se puede adoptar para evitar el ingreso y diseminación de cualquier especie, en especial de Yuyo Colorado. Voy más allá, la prevención es el eje de todo programa de manejo integrado de malezas”, afirma Garay, siempre didáctico, claro y terminante cuando se trata de evitar dolores de cabeza para los agricultores.

 

 

Prácticas culturales
Además del monitoreo de malezas y la rotación de cultivos para hacer más eficiente el uso de herbicidas, el aumento de la densidad de siembra, cuando fuese posible, y la disminución del espaciamiento entre surcos, también contribuyen a competir con las invasoras, ya que la germinación y el desarrollo vegetativo es sensible al sombreo del cultivo. “Un ensayo con centeno en General Villegas concluyó en que hubo una ligera tendencia a una mayor presencia de malezas a medida que se aumentó el espaciamiento de 17,5 a 35 centímetros”, recuerda el especialista en malezas.

 

En cuanto a cultivos de cobertura, nombra al centeno y al triticale para el control temprano de Yuyo Colorado, debido a que impiden la entrada de luz, evitando que germinen las primeras camadas. “Forman una barrera a la entrada de luz y regulan la temperatura del suelo, evitando en cierta medida la emergencia, y en ciertos casos también por el aporte de compuestos alelopáticos que al ser liberados afectan la emergencia y el desarrollo de malezas”, explica.

 

El control aumenta al incrementarse la producción de materia seca (MS) del cultivo de cobertura. La producción de materia seca de centeno, triticale, avena, trigo y cebada es variable según la región, las condiciones climáticas del año y el manejo agronómico. “No obstante, con producciones de MS de alrededor de 3.500 a 4.000 kilos por hectárea en San Luis se han obtenido controles satisfactorios de malezas otoñales (rama negra, ortiga mansa, perejilillo), invernales (nabo, nabón, nabolza, mostacilla), gramíneas primaverales (pasto cuaresma, roseta, pasto ruso, pata de gallina, etc.), y yuyo colorado entre otras de hoja ancha”, cierra Garay, quien enumera los efectos benéficos de hacer una buena cobertura: “Menor emergencia, ya que se reduce la cantidad de plantas de malezas nacidas por unidad de superficie, una emergencia más concentrada en el tiempo y en menor cantidad de camadas y en algunos casos se pueden lograr tener entre 60 y 75 días sin emergencia con cultivos de cobertura de más de 6.000 kilos por hectárea”.

 

Claro, siempre hay que tener referencias locales para conocer qué nivel de materia seca es posible alcanzar según el tipo de clima, suelo, humedad del perfil y otros parámetros que puedan gravitar, ya que no es lo mismo Santa Fe que San Luis, por citar dos provincias con fuerte presencia agrícola.
 

 

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