28°SAN LUIS - Viernes 29 de Marzo de 2024

28°SAN LUIS - Viernes 29 de Marzo de 2024

EN VIVO

Historias de inmigrantes que echaron raíces en tierras puntanas

Según las estadísticas más recientes de la Dirección Nacional de Migraciones, entre 2012 y 2015 llegaron más de 900 extranjeros a San Luis. La mayoría proviene de Bolivia, Perú y Colombia. En los últimos años también se intensificó la llegada de venezolanos.

Por redacción
| 04 de septiembre de 2021
Historias de progreso e identidad. Foto: El Diario.

La tierra puntana es un crisol de culturas. Atraídas por las oportunidades del país y por la tranquilidad de la provincia, todos los años más personas de todas partes del mundo eligen vivir en San Luis. Según las estadísticas más recientes de la Dirección Nacional de Migraciones, entre 2012 y 2015 a la provincia llegaron 905 extranjeros, la mayoría de ellos bolivianos (246), peruanos (121) y colombianos (118). La decisión de radicarse en San Luis puede tener diferentes motivos personales, pero una de las cosas que hacen atractivo al país es la facilidad para establecer la residencia permanente y poder trabajar de manera legal.

 

Si bien el responsable de la oficina de Migraciones en San Luis, Adrián Garraza, manifestó que no es sencillo afirmar si es más fácil ingresar y radicarse en el país que en otros lugares, sostuvo que “la mirada argentina es que un emigrante es una persona y tiene derecho a transitar por el mundo”. “En ese sentido y con esa óptica —dijo—, en lo concreto, tratamos de facilitar, colaborar y ayudar a los emigrantes para que estén en una situación regular en el país. Desde la Constitución el país convoca a todas las personas del mundo que quieran habitar el suelo argentino, y para construir ahí sus sueños, tiene que ser de buena fe y querer realizar sus sueños en nuestra Patria, y en ese sentido la función es tratar de facilitarles esa tarea, desde los papeles para radicarse, vivir o trabajar”.

 

En el Día del Inmigrante, que se celebra cada 4 de septiembre desde 1949, El Diario habló con tres personas que decidieron dejar su tierra natal y darles un nuevo rumbo a sus vidas.

 

 

 

Vicente Ticona Flores tenía 9 años cuando llegó a San Luis, el 14 de mayo de 1987. Su papá había sido convocado para trabajar en una empresa minera en la localidad de San Martín unos seis años antes y, tras varias idas y vueltas, buscó a su familia y se radicó con ella en la provincia.

 

Dedicado al trabajo de la construcción y a su comunidad, Ticona Flores se convirtió dos años atrás en el presidente de la colectividad boliviana en San Luis. Describe a su pueblo como gente “muy tranquila, de clase trabajadora”. “Somos muy unidos; nos une la cultura, las costumbres, las tradiciones y cada festividad que organizamos en nuestro salón comunal”, expresó.

 

 

En Venezuela dejé a mi familia completa, a mi mamá, mis hermanos, mis sobrinos, primos y amigos. También mi casa y mi auto,  todo eso se quedó allá". Adriana Pérez.

 

 

“Como bolivianos, de alguna manera, somos como todo terreno; estamos en las buenas y en las malas, desempeñando nuestra sabiduría en lo que es el arte de trabajar en la construcción, desarrollar lo que sabemos. Y eso es muy bueno, más que todo para mí, yo me dedico a la construcción, vivo de eso y gracias a Dios siempre me ha ido muy bien acá en San Luis, estoy muy agradecido”, contó Vicente.

 

Para él, San Luis es todo. “Me ha dado todo, la vida, el buen vivir a mi familia entera, más allá de los conflictos que hayan pasado en la provincia, somos parte, nosotros nos sentimos parte. Y más, en esta pandemia, el mensaje que les quiero dejar a mis compatriotas es que si nosotros no aprendimos a trabajar en la pandemia, no aprenderemos más; este es el momento de aprender a trabajar”, exhortó.

 

Ticona Flores manifestó que, si bien no se sabe con exactitud, en San Luis viven entre 7.000 y 8.000 bolivianos. “Sabemos que en el interior hay más, pero no hemos podido hacer un censo para averiguarlo”, agregó.

 

Afirmó que para las próximas elecciones legislativas de Argentina hay un buen porcentaje de sus compatriotas empadronados para votar, aunque muchos no pudieron anotarse “porque los horarios se superponían con sus obligaciones laborales”.

 

A pesar de todas las bondades que Ticona Flores encuentra en San Luis y en el país, hay algo que continúa siendo un malestar profundo para su pueblo: la discriminación. “Quiero decirles a todos los compatriotas bolivianos que viven acá que se sientan en su casa, más allá de los problemas que podamos tener. A veces he recibido quejas de discriminación en colegios, trabajos y barrios. Quisiera que las autoridades de la provincia nos tengan en cuenta. Si bien la inseguridad es para todos, no es solamente para el boliviano, el chileno o el argentino, me parece que hay ratos que nosotros al ser extranjeros es como que nos dan un plus más de abuso; pero eso no quiere decir que sean todos iguales”, indicó.

 

 

Mi esposa es de La Paz, nos conocimos en los viajes que hice a Bolivia. Tuvimos la suerte de conocernos y luego de 8 meses, aceptó venir a vivir a San Luis". Vicente Ticona Flores.

 

 

“Eso ha estado sucediendo en este último tiempo. Casi matan a un chico hijo de bolivianos en el Eva Perón; a otra chica la han golpeado; en el barrio República también sufrimos discriminación, maltrato y en algunos momentos abuso. Quisiera que las autoridades nos respalden, a todos. Creo que hay que estar bien con todos”, reflexionó.

 

 

La opción más atractiva

 

Después de un año de pensarlo bien, Adriana Pérez y su esposo decidieron partir hacia Argentina, con su hijo de 6 años en aquel entonces, a probar suerte y alejarse del conflicto en el que está sumergida Venezuela. “Optamos por este país porque había más trabajo para mi marido, que es ingeniero. Además, desde el punto de vista de la legalidad es más fácil poder establecerse aquí”, contó. En Venezuela, Adriana era periodista, pero en San Luis optó por ser comerciante.

 

“Allá nada estaba funcionando, cuando nos vinimos —hace 3 años— la inflación del año siguiente fue de 11 millones por ciento, una cosa absurda. Había muchísimos problemas que son públicos y sabidos por todos. Por ejemplo, mi marido y yo dejamos de trabajar de manera formal porque la informalidad era más rentable y nos dedicamos a hacer otras cosas”.

 

“Era tan difícil que habíamos llegado al punto que, como el dinero valía tan poco, para comprar la comida en vez de contarte la plata te la pesaban, en el mismo lugar donde pesan el pollo. Yo iba con una mochila grande, compraba alimentos y la cajera pesaba la plata, entonces ahí comenzamos a ver que la situación estaba muy complicada”, relató.

 

Comentó que salir de Venezuela es fácil “si tienes dinero”. “En mi caso fue fácil; vendimos algunas cosas y listo, pero lo más difícil de irse quizás es que previo a eso tienen que tener un tiempo de preparación de papeles. Hubo una época en la que mucha gente se iba de allá. Desde 2010 salieron unas siete millones de personas, es decir una población más grande que la de Costa Rica, entonces es toda esa gente tratando de legalizar sus papeles y ahí empezó a haber mucha corrupción, tenías que pagar mucho dinero para hacer los trámites”, recordó Adriana.

 

 

El comienzo fue un poco raro por los modismos y las palabras diferentes, pero nada más que eso. Nunca sufrimos discriminación por ser de Chile". Teresa Guzmán.

 

 

La decisión de radicarse en San Luis tuvo que ver con una persona conocida que los ayudó. “Siempre llegás acercado por alguien que te recibe, es raro que vayas a un sitio desconocido. Yo tenía una compañera de trabajo que es periodista y se había venido un año antes. Ella nos dijo que viniéramos, pero es complicado, porque después de vender todo en Venezuela, más los papeles, no te queda nada, es arrancar de cero. Nosotros comenzamos con 200 dólares, entonces tienes que venir con alguien que por lo menos te ayude a ubicarte, o que te deje dormir en el sofá por un tiempo”, indicó.

 

Si bien Adriana no es una participante activa, existe una comunidad venezolana en San Luis. “Debemos ser entre 300 y 400 venezolanos, y en Argentina hay muchos más. El año pasado fuimos el primer grupo migratorio dentro del país. Estamos por todos lados, en Nueva Zelanda, Chile, Canadá, España, México, en Portugal. Me atrevo a decir que entre el 50 y el 60 por ciento de la gente de mi edad, tengo 36 años, emigró de Venezuela. Hace poco hicimos un reencuentro con personas de la secundaria y fue llamativo que todos los códigos de los teléfonos son diferentes”, dijo sonriendo.

 

“Andamos ligeritos de equipaje. Gloria Estefan decía que cuando tú emigras, no eres de ninguna parte; no eres de allá porque te fuiste, ni de aquí, porque no eres de aquí, pues. Y ella tiene razón. Sí ya los hijos se identifican un poco más con el país, pero nosotros seguimos siendo ciudadanos de ninguna parte. No me aferro a nada. Invertimos un montón de plata y de tiempo en construir la casa de nuestros sueños y la tuvimos que dejar atrás, entonces no me gusta hacer planes a largo plazo y creo que la pandemia me dio la razón, porque todos tenían un montón de planes y no los pudieron realizar”, expresó.

 

 

Cambio mar por sierras

 

La historia de Teresa Guzmán como inmigrante comenzó en 1977, cuando decidió mudarse con su esposo y sus tres hijos de Viña del Mar, Chile, a San Luis capital. “Mi suegra ya vivía acá hacía un par de años y nos convenció. Mi esposo, Arnoldo Aguilar Acuña, era técnico electrónico y por su trabajo también le convenía que nos viniéramos aquí. Falleció en 2014, pero trabajó muchos años en el Canal 13 de San Luis”, recordó.

 

“El comienzo fue un poquito raro por los modismos, las palabras que eran diferentes, pero nada más, nunca sufrimos discriminación, ni hacia mí ni a mis hijos. La gente de San Luis es muy buena, siempre tuvimos muy buena relación; mi esposo en el canal jamás tuvo problemas respecto a su nacionalidad”, sostuvo.

 

Aunque su sentido de pertenencia a la provincia es pleno, Teresa y su familia nunca se nacionalizaron argentinos. “Pero mis nietos que nacieron aquí tienen la doble nacionalidad. Este es mi lugar, es mi segunda casa, mi segunda Patria y tierra. Cuando voy a vacacionar a Chile, a los diez días quiero volver a San Luis”, confesó.

 

“Los primeros meses fueron un mar de llanto, porque en 1977 San Luis no era lo que es ahora. Yo venía de la capital del turismo en Chile y encontrarme con esto, muchas calles de tierra, las sierras maravillosas, pero sentía que estaba en un pueblo y no en una ciudad, pero de a poco me fui adaptando y empezamos a conocer todas las bellezas naturales que tiene la provincia, y me enamoré. A todos les digo que tienen que venir a vivir a San Luis, porque la belleza que hay acá no se encuentra en otro lado”, dijo entusiasmada.

 

“Tengo mi casa, mis amistades, hicimos tan buena relación con tanta gente linda… Obviamente tengo contacto con chilenos porque hacemos actividades; ayudo a las personas que se quieran sacar cualquier duda, porque tengo contacto con el consulado y colaboro en todo”, afirmó.

 

LA MEJOR OPCIÓN PARA VER NUESTROS CONTENIDOS
Suscribite a El Diario de la República y tendrás acceso primero y mejor para leer online el PDF de cada edición papel del diario, a nuestros suplementos y a los clasificados web sin moverte de tu casa

Suscribite a El Diario y tendrás acceso a la versión digital de todos nuestros productos y contenido exclusivo