Un matrimonio y su amor por los peces: tiene más de 230 en su casa

Marcelo Chauque y Cristina Camargo son pareja y a los dos les gustan mucho los peces. Hace diez años que comenzaron a formar su propio acuario: empezaron con un estanque en el patio de su casa, en el barrio Mil Viviendas, en el que habitan unos ochenta animales acuáticos, y en el interior, destinaron uno de los dormitorios para montar las peceras y allí cuidar y alimentar a más de ciento cincuenta. Pero el hobby no solo es por los cardúmenes, sino que también formaron un tortugario, en el que viven “Donatello” y “Manuelita”, dos tortugas de agua.

"Esto empezó por mi esposa. Siempre veíamos juntos cosas de decoración de ambientes y una vez le llamó la atención un acuario, no recuerdo en qué lugar del mundo estaba, pero le pareció muy bonito. Me lo comentó y empezamos a asesorarnos sobre las especies, los cuidados, la alimentación y el agua, entre otras cosas", explicó Marcelo. Luego relató que ellos comenzaron en una vivienda que alquilaban, pero cuando recibieron su casa propia, además de cerrar el predio y ampliarla, construyeron un estanque. "El que teníamos antes era la mitad de lo que mide este. Tiene tres metros de largo por uno y medio, y setenta centímetros de profundidad. Nos gustan los peces, pero queremos que siempre tengan espacio para nadar. Mientras más grande es, ellos pueden crecer más y vivir tranquilos. Tratamos de crearles un hábitat parecido al natural", agregó.

La pareja asegura que mantenerlos es costoso y deben destinarles mucho tiempo.

 

Los que están en una de las habitaciones son tropicales; ellos viven en aguas cálidas. "Empezamos de una manera similar, teníamos una pecera de unos cinco litros, que era muy chiquita. Los primeros fueron ‘Lebistes’ o ‘Guppy’, como le dicen, y unas ‘Cebritas’, y empezaron a tener crías. Nos preguntábamos adónde ponerlas, trajimos unos recipientes de plástico que eran transparentes y los pusimos ahí, porque era más económico, pero siguieron teniendo tantas crías que compramos las de vidrio, porque ellos pueden comérselos", remarcó.

La mayoría de las especies que tienen son vivíparas, es decir, no se reproducen por huevos, sino que la hembra pare y por cada vez pueden tener hasta cuarenta pececitos.

La pareja ya perdió la cuenta exacta de cuántos tienen. Hay de distintos colores que nadan en seis peceras grandes: azules, bordó, dorados, blancos y violetas, entre otros. "Es un estimado, sabemos que afuera hay unos ochenta y adentro deben ser ciento cincuenta más las tortugas. Lamentablemente no hay veterinarios que se especialicen en esta clase de animales, nosotros empezamos a estudiar, a través de libros, de internet y de consultar a otras personas que venden o que también tienen peces, y ya sabemos identificarlos cuando están enfermos. Por eso tenemos una pecerita más pequeña que la llamamos 'de internación'. Ahí aislamos al que no esté bien y le vamos poniendo los medicamentos. Cuando pasan algunos días ya puede volver con su cardumen", mencionó.

Aseguran que el cuidado es muy costoso y requiere de mucho tiempo. "Hay que ir limpiando el agua, controlarlos y darles de comer. Nosotros elegimos esto y no podemos ausentarnos los dos. Si tenemos que viajar lo hace uno y el otro se queda, porque sabemos que nadie los cuidará de la misma forma. No son tareas fáciles", puntualizó.