Con perseverancia y esfuerzo, Javier logró superar la obesidad
Con la ayuda de profesionales y el deporte, su vida cambió por completo. Igualmente, continúa en tratamiento.
La esperanza de Javier Villegas por cambiar su vida sigue latente, aunque ya dio el paso más grande. En febrero de este año pesaba 267 kilos y hoy, a diez meses de su primera consulta, con emoción cuenta que bajó 80 kilos y actualmente pesa 186 kilos, lo que hizo que su rutina y su vida diera un giro de 180 grados. No recurrió a ninguna cirugía y su arma para poder llegar al objetivo fue la perseverancia y la ayuda de profesionales. Una vez por semana recorre 28 kilómetros (de Paso Grande a Naschel) para visitar a su nutricionista y su compañera en este camino, Antonela Roure.
La pérdida de su madre en 2007 fue el golpe más grande que sufrió en sus 41 años, lo que lo llevó a caer en una depresión que terminó en la obesidad. “El verano pasado me sentía mal en todos los aspectos, estaba en una situación en la que no podía caminar una cuadra sin agitarme demasiado, no me podía ir de vacaciones porque pensaba dónde irme, si alquilaba una cabaña dónde iba a ser por el tema de la comodidad, si la cama iba aguantar mi peso y si tenía que caminar mucho. Todo eso me hizo pensar y sentí que toqué fondo”, recordó.
Javier en 2014 había comenzado tratamiento con un plan de Dosep, logró bajar 40 kilos y tuvo la posibilidad de hacerse una cirugía bariátrica, pero el miedo le ganó por completo e hizo que abandonara lo que había logrado. “Me dijeron que fuera a una consulta para operarme, pero el médico me canceló días antes el turno para la cirugía. Cuando volví a sacarlo, me agarró miedo y abandoné por completo. Hoy tengo la posibilidad de hacerlo, pero mientras yo siga así y me siga sintiendo bien, quiero continuar”, aseguró mientras manifiesta que en sus planes no está operarse.
Él piensa que el 60% de lo que logró se lo debe a las profesionales que lo acompañaron durante estos diez meses, porque además de haberse cruzado con su nutricionista Antonela, también tiene la contención de su psicóloga Pamela: “Mi cabeza hizo un clic y gracias a Dios me encontré con Antonela que me ayudó muchísimo, siempre está pendiente, si me ve bajoneado en el control me manda un mensaje o le escribe a la psicóloga. Es impresionante lo gran profesional que es”.
Además de superar la obesidad, de a poco sale de una depresión con la ayuda de una medicación que él describe como la “salvación”. “Fue la noche y el día, me cambió completamente la cabeza, no tuve más recaídas y eso es lo que me ayuda también a estar tan bien como hoy”, aseguró Javier que remarcó la importancia del acompañamiento de profesionales psicológicos en este tipo de enfermedades.
Si Javier piensa en el lugar que está hoy, es imposible que no se emocione: va al gimnasio tres veces por semana, juega al pádel y al fútbol, se compró una bicicleta y ahora puede caminar hasta el río de Paso Grande, de donde es oriundo, de la mano con su hija, que tiene 11 años. Además, también mejoró su rendimiento en el trabajo: es parte del mantenimiento del Centro de Salud de Paso Grande y se encarga de cortar el pasto de todo el predio. Antes tardaba entre 3 y 4 días en terminarlo, hoy lo hace en un solo día.
“Lo que más me gusta son las ganas que tengo ahora. Por ejemplo, mi hija se egresó el otro día y mientras estábamos ahí, pensaba cómo cambiaron las cosas en tan poco tiempo. Antes, cuando iba a ver a mi hija, no podía estar parado ni para cantar el himno porque me empezaba a doler la espalda, empezaba a transpirar por el solo hecho de hacer fuerza para mantenerme parado. La verdad que día a día veo lo bien que estoy, lo bien que me siento y me hace muy feliz”, sostuvo.
Antonela le contó a El Diario que ya conocía a Javier, porque años anteriores él fue a su consultorio, pero abandonó. Igualmente, aseguró que, en ese momento, no había llegado a pesar 267 kilos. Esta vez hubo algo distinto que hizo que su paciente siguiera el camino que anhelaba y para ella, es un placer continuar el tratamiento con él. “Es amoroso, va y te dice las cosas cómo son, qué es lo que le cuesta o qué no. Obviamente él tiene una vida personal, una hija a cargo, un trabajo que yo creo que fue lo que hizo que él no llegara a la postración, porque era algo que lo obligaba a movilizarse”, explicó Roure.
Como profesional, ver el cambio de Javier la emociona y siente que debe ser un ejemplo de perseverancia para muchas personas. “Me llena el alma. No lo siento como si estuviera trabajando, es una sensación linda porque yo solo acompaño el proceso a los que vienen a mi espacio porque esto es algo permanente, no solo les doy un aporte, sino que aprendo de mis pacientes permanentemente, cuando Javi bajó los ochenta kilos, me abrazó y me dijo 'gracias por estar' y le agradecí a él por ser mi paciente. Estos tratamientos dependen el 90% del paciente porque ellos son los que van, se hacen los análisis, viajan para verme y muchas cosas más. Se me pone la piel de gallina al pensarlo”.
Por supuesto que el tratamiento de Javier continúa a paso firme y lo que ambos quisieron aconsejar es que ahogarse en un vaso de agua deje de ser la rutina más común. Son los protagonistas de la historia en la que la valentía y la perseverancia que puede tener un ser humano a veces puede hasta salvar su propia vida, como le pasó a Villegas.


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