Milagros Sánchez tuvo una temporada de película
Jugó ocho torneos: ganó cinco, en dos llegó a la final y en el restante su equipo quedó tercero.
Milagros Sánchez tuvo un gran año. La polista de Concarán jugó ocho torneos, de los cuales ganó cinco, en dos llegó a la final y en el restante su equipo ocupó el tercer lugar. Un año redondito.
De vacaciones en su ciudad natal, disfrutando de la familia y de su gente, se hizo un tiempo para hablar con El Diario de la República y hacer un balance del 2022. "La temporada fue altamente positiva, no solo desde los resultados, sino también en lo personal, ya que jugué torneos importantes, de esos que te hacen crecer", comenzó diciendo.
Si bien es cierto que ganó cinco campeonatos, la frutilla del postre fue haber llegado a la final en el Abierto de la República, que se jugó en Palermo, la "Catedral del Polo". Ahí llegó al partido decisivo defendiendo los colores de La Irenita. Aunque el resultado de la final no fue el esperado, estar el último día en el certamen más importante del planeta es para elegidas.
En febrero arranca la temporada, pero para eso falta y se enfoca en estar con los suyos, esos que tanto extraña por los viajes o por las largas estadías fuera de casa. "Ahora estoy disfrutando de amigos y la familia. En enero arranco con los caballos de nuevo, pero por ahora tranqui, tratando de salir a trotar y un poco de ejercicio", aseguró, mientras respira ese aire del Valle del Conlara que tanto la atrapa.
A los 22 años tiene mucho potencial. Sabe que logró mucho, pero no se relaja y va por más. Tiene 7 de hándicap. Se codeó con las mejores en varios lugares del mundo, pero no se le nubla la vista. Es muy profesional, hasta cuando está de vacaciones entrena para estar en forma y no regalar nada. En la elite hay que estar en todos los detalles para no dar ventajas. Es una apasionada. Respira polo.
No es fácil para un deportista del interior. Estar lejos de los grandes centros del polo es una desventaja, pero Milagros no se achica. Se anima al desafío. Sabe que corre de atrás, pero esa brecha la achica con talento. No es casualidad que los mejores equipos la busquen para jugar, aunque ella cada vez que puede se pone la camiseta verde y amarilla de Los Sauces, el club que la vio nacer. En su casa dicen que aprendió primero a andar a caballos y después a caminar. Es una enamorada de lo que hace, y a esa pasión le suma jerarquía.
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