Julieta Baraldini
Consteladora
Órdenes de la pareja
¿Por qué muchas parejas, a pesar de tener mucho amor, fracasan? ¿Qué pasa aquí?
Desde mi perspectiva, lo que fracasan son los órdenes, no el amor. Veamos un ejemplo: cuando un orden está transgredido, es difícil sostener la pareja, salvo que esta asuma un costo.
El primer orden de la buena vida (el éxito en la vida) es ser hijo o hija de los padres. ¿Qué significa ser hijo? ¿Qué significa ser hija? Significa que mis padres, principalmente mi madre, ocupa ese lugar para mí, el lugar de madre.
Si mi madre es mi aliada, mi cómplice, mi mejor amiga, mi pareja simbólica, significa que no es madre ni yo su hija.
La función materna es dar en la medida que se puede. Y la función del hijo es recibir y devolver a la comunidad, y a una pareja, ese amor.
Pero si como hija estoy emparejada con mi madre, no puedo darle a mi pareja nada. Tampoco puedo asumir el lugar de pareja.
Supongamos que es mi cumpleaños y yo estoy en pareja. ¿De quién es la prioridad en mi vida adulta? ¿Con quién me comparto principalmente? Con mi pareja.
Pero si decido dejar a mi pareja de lado para realizar cierta actividad con mi madre, entonces, ¿de quién soy pareja? ¿Con quién guardo fidelidad?
Para ser pareja, hay que renunciar a los padres y a la familia de origen. Si decido anteponer a mi familia en relación a mi pareja, uno de los costos es la infidelidad. Mi pareja se buscará un amante que sí esté disponible. Y después nada de quejas.
El costo que asumo es este. Mucho amor no salva a la pareja; en cambio, mucho orden, sí. El orden necesario, que es, para vivir la experiencia de pareja, renunciar a mi familia de origen. Renunciar no es dejar de amar, es dejar de ser un niño.
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