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Un avión que vio su final en San Luis

Era un vuelo de cabotaje como tantos otros. Pero algo falló. El Boeing 737 LV-JNE no alcanzó a despegar de la ciudad y se incendió totalmente. No hubo víctimas entre las 113 personas: 107 pasajeros y 6 tripulantes. 

Por Johnny Díaz
| 03 de julio de 2022
Restos. Así quedó el Boeing 737 accidentado en el aeropuerto de San Luis. Llevaba 113 personas: 107 eran pasajeros, el resto eran integrantes de la tripulación. Fotos: Archivo El Diario

Nada hacía presagiar, aquella calurosa noche del viernes 20 de noviembre de 1992, que la zona norte de la ciudad de San Luis se vería sorprendida por un intenso resplandor que dejó toda la barriada iluminada como si fuera de día.

 

¿Qué pasó?, se preguntaron muchos, y no tardó en llegar la respuesta: un avión se había estrellado en el sector sur del aeropuerto local "Brigadier Mayor Cesar Raúl Ojeda".

 

La sorpresa primero, la angustia después y la desesperación al final. Fue todo un conjunto de sensaciones difíciles de olvidar. No hubo que lamentar víctimas entre las 113 personas que volaban: 107 eran pasajeros y 6, integrantes de la tripulación.

 

Los hechos se sucedieron vertiginosamente aquella fatídica noche. El Boeing 737 LV-JNE había partido de Aeroparque a las 19:20 con destino a Córdoba y San Luis. Llegaba a la capital sanluiseña precedido de mala fama, a tal punto que en la empresa se lo conocía como "El Mufa" o "La Chancha", según se desprende de informes posteriores.

 

 Azul. La nave fue pintada según las recomendaciones de especialistas.

 

 

La historia dice que la nave, con capacidad para 170 pasajeros, pisó suelo sanluiseño a las 20:46 e inmediatamente los mecánicos revisaron los tanques de combustible y las cubiertas que habían sido cambiadas el día anterior. A las 21:10, el avión buscó la cabecera principal de la pista para emprender su regreso al Aeroparque "Jorge Newbery" de Capital Federal.

 

Al parecer el incendio, y posterior destrucción total, se habría originado cuando el avión carreteaba en busca de velocidad para elevarse. Ahí se habría inclinado sobre su costado derecho hasta que el ala tocara la pista y lo sacara de su línea, lo que habría hecho que una de sus ruedas se frenara en el momento de empezar el despegue, originando un incendio de proporciones que causó pérdidas totales .

 

La desesperación y el miedo fueron factores que hubo que vencer, principalmente en los niños, quienes con una fuerte crisis veían que el fuego consumía la nave mientras se alejaban desesperados del lugar. No hubo que lamentar víctimas, solo dos pasajeros sufrieron algunas contusiones leves, según informó la delegación de la Policía Federal con asiento en la ciudad. El Diario decía: "Otro de los grandes temores era que estallaran los tanques de combustible, que con una gran capacidad de almacenaje corrían el riesgo de ser alcanzado por las llamas".

 

 Pleno campo. El avión detuvo su marcha a escasos metros de una profunda barranca paralela a la pista.

 

 

La nave, comandada por Miguel Ángel Larroca, recorrió unos 900 metros cuando comenzó a perder trozos de cubiertas, hasta que uno de ellos explotó cuando la nave intentaba decolar a unos 260 kilómetros por hora. La máquina sobrepasó el final de la pista y al tocar tierra rompió el tren de aterrizaje, desplazándose hasta detenerse a unos 80 metros de la pista. Los pilotos, al ver la gravedad de la situación, abortaron el despegue y, pese a los esfuerzos, la nave fue consumida totalmente por las llamas.

 

El Boeing llevaba a bordo 113 personas, la tripulación era comandada por Larroca y la integraban además el copiloto Aldo Gabriel Pirono, la comisario Cecilia Larrosa, la auxiliar Mabel Prando y las azafatas María Alicia Haddad y Florencia Montefiori.

 

El jefe del aeropuerto, Ubaldo Gerlero, informó que poco después de ocurrido el siniestro llegaron al lugar varias dotaciones de Bomberos de la Policía y Voluntarios, quienes, a pesar de la premura del caso, no pudieron evitar que la nave se incendiara totalmente.

 

Aunque no hubo que lamentar víctimas, San Luis y el país estaban conmocionados por el suceso. Muchos de sus pasajeros optaron por viajar por vía terrestre, en tanto que otros lo hicieron a bordo de un Fokker 28 desde la base de Villa Reynolds.

 

 Basura. Un policía custodia lo que quedó del Boeing 737 LV-JNE siniestrado el viernes 20 de noviembre de 1992.

 

 

Aerolíneas Argentinas emitió un comunicado reiterando que no hubo lesionados ni heridos entre los pasajeros y la tripulación de su vuelo AR-8524. También dijo que las causas del episodio serían investigadas por la Junta de Accidentes de la Aviación Argentina.

 

Ante la sorpresa de muchos, la nave siniestrada fue inmediatamente pintada de azul. El gerente de Aerolíneas Argentinas, Rodolfo Riganti, dijo que normalmente se pintan de ese color para evitar un problema psicológico de los pasajeros que volaban en un avión y se encontraban con otro accidentado. Se aconsejaba dejar la nave en una posición neutra y sin identificación alguna posible.

 

En la ocasión, El Diario observó cómo los ocasionales curiosos hicieron caso omiso a los esfuerzos de dos policías de custodia en el lugar, que les impedían el ingreso al lugar donde se registró el accidente. Algunos aprovecharon la oportunidad para llevarse restos del Boeing siniestrado a modo de souvenirs.

 

 Chatarra. La nave estaba precedida de mala fama en la empresa. La habían bautizado "El Mufa" o "La Chancha".

 

 

Por su parte, el juez federal actuante, Raúl Fourcade, dijo: "Hemos enviado un exhorto a la empresa para que diga sobre la antigüedad de la máquina, antecedentes y la fecha desde la que operaba al servicio de Aerolíneas, y si con anterioridad esta máquina cumplía esa tarea en otra compañía".

 

También aclaró que las pericias técnicas serían informadas a su juzgado por la Junta de Accidentes Aéreos. "Es intención que los miembros de la misma se presenten las próximas horas a prestar declaración", decía el magistrado.

 

Días antes, la Asociación de Pilotos de Líneas Aéreas (APLA) había emitido un comunicado informando —mediante gráficos— el estado de toda la flota de Aerolíneas Argentinas. El informe de APLA señalaba que el Boeing 737 LV-JNE que se accidentó en la ciudad de San Luis tenía 101,55% de vida útil en cuanto a sus horas de vuelo, que por su año de fabricación estaba vencido en un 100,98% y había cumplido un 80,55% su cantidad de ciclos. También dio a conocer que once naves de esa empresa habían pasado el 100% de su vida útil, medidas en horas de vuelo. El 737 LV-JNE tenía 23 años de vida.

 

Si hay aviones con historia, es imposible ignorar al 737 (LV-JNE o “November Eco”), bautizado con el nombre de “Ciudad de Trelew”, dice Claudio Caputti en su blog.

 

 Una turbina. La Asociación de Pilotos de Líneas Aéreas dijo que el avión "ya había cumplido su ciclo de vida útil".

 

 

El esquema que por entonces utilizaba Aerolíneas era en base a un par de líneas azules y negras, con dos bandas azules sobre la deriva y la figura del cóndor en el medio de ella.

 

El primer hecho de relevancia en su historia sucedió el 20 de octubre de 1973. Ese día realizaba un vuelo a Salta, cuando en pleno vuelo fue secuestrado por cuatro uruguayos que obligaron a aterrizar en Tucumán para cargar combustible. Las autoridades se negaron y fue obligado a dirigirse a Bolivia, aterrizando en Yacuiba, donde, de forma poco clara, el secuestro se dio por concluido.

 

En octubre de 1975, montoneros realizaron en Formosa —con poco éxito— la llamada Operación Primicia y utilizaron al Boeing 737 LV-JNE, que previamente habían secuestrado para volar de Formosa a la zona de La Angélica, cerca de Rafaela, Santa Fe. Con bastante dificultad, el 737 se posó sobre un terreno arado y, gracias a la habilidad de sus pilotos, la aeronave no sufrió daño alguno, más allá de su tren de aterrizaje que se enterró en la tierra arada.

 

La “Chancha” —porque así se conocía al avión— debía salir de allí y la única forma era la construcción de una pista metálica de planchas de aluminio, la que fue trasladada desde Ushuaia hasta la zona y armada para permitir el despegue.

 

Desde ese entonces, el LV-JNE pasó a ser conocido como “El Mufa”, al que se le fueron sumando otros incidentes serios, tal como el sucedido el 24 de agosto de 1978, cuando procedente de Trelew realizó una escala en Bahía Blanca donde se detectó humo en la cabina, producto del mal uso de unas bandejas plásticas.

 

Posteriormente, aterrizó en el Aeroparque "Jorge Newbery" sin desplegar el tren de aterrizaje debido a un olvido de sus pilotos. La aeronave se desplazó por la pista sufriendo un principio de incendio. De los 93 pasajeros, cinco resultaron heridos durante la evacuación.

 

En 1989, mientras sobrevolaba el Río de la Plata, se desprendió la puerta trasera izquierda sin mayores consecuencias para la aeronave ni sus ocupantes, pero la noche del 20 de noviembre de 1992, las cosas fueron distintas. Ese día, el "November Eco" fue asignado a cumplir el vuelo AR-8524 entre Aeroparque, Córdoba y San Luis. El vuelo despegó con normalidad a las 19:20, aunque con un retraso de casi 2 horas. La operación en Córdoba fue normal y arribó a San Luis a las 20:46. El avión intentó despegar hacia Aeroparque a las 21:10, pero no pudo ser.

 

Así concluyó la historia del "November Eco", más conocido como "El Mufa". Bajo las llamas y llevando consigo una historia muy particular.

 

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