Ethereum mantiene con solvencia su segunda posición en el mercado

La economía está patas arriba. Si bien a finales del 2019 ya había economistas que avisaban de una crisis económica en el horizonte, pocos o ninguno podían esperar que esta sería mucho más profunda y por unos motivos tan distintos a los inicialmente previstos, no en balde el factor desestabilizador del que se derivan no pocos de los males de la actualidad, la extensión del coronavirus a nivel mundial, parecía a finales de ese año más el argumento de una novela de Stephen King que el futuro inmediato de la humanidad.

Pero además de causar una crisis económica sin precedentes en la historia moderna, las consecuencias de la pandemia obligó a los bancos centrales de medio mundo a imprimir una cantidad de fiat enorme, dinero que ciertos analistas creen que terminó en parte en el mercado de las criptomonedas ayudando, junto con el halving de bitcoin de mayo del 2020, a que criptomonedas como bitcoin y ethereum dejasen sus anteriores máximos históricos muy atrás, y que consolidaron a la criptomoneda del pope Vitalik Buterin como la segunda criptomoneda más importante de un mercado que llegó a valer más de dos billones y medio.

A la caza de bitcoin, pero vigilando su retaguardia

Bitcoin es la criptomoneda más valiosa de un mercado que, a pesar de haber experimentado un espectacular crecimiento durante los últimos años, todavía es muy pequeño, sobre todo si se compara con cualquiera de los gigantes tecnológicos estadounidenses como Apple, Amazon, Tesla y otras empresas que cotizan en el Nasdaq 100 o en el S&P500, pero aun así las expectativas puestas en este mercado por parte de los inversores que confían en estos activos son muy altas, o al menos lo fueron hasta que dio comienzo lo que parece es un criptoinvierno en toda regla, a no ser que lo que venga sea algo tan malo como el pinchazo de una burbuja similar al experimentado por las empresas vinculadas a internet en un reventón conocido como pinchazo de las puntocom y que a principios del milenio actual hizo que el índice del Nasdaq 100 perdiera gran parte de su valor, valor que tardó años en recuperar.

A la espera de ver cómo se va a comportar este nuevo mercado, que realmente ya ha experimentado pinchazos que porcentualmente no tienen nada que envidiar al pinchazo de las puntocom, y a pesar de que las criptomonedas se encuentren o no en pleno criptoinvierno, los inversores pueden asistir a la lucha de estos activos por escalar o conservar posiciones en el ranking de las criptomonedas más capitalizadas, ranking que lidera con holgura bitcoin, pero seguido muy a la zaga por ethereum, instrumento utilizado en trading, staking o holding para especular a pesar de lo arriesgado de invertir en estos activos, que a su vez ha sido y es desafiado en numerosas ocasiones por criptomonedas como cardano, XRP o solana, y que antes de su espectacular rally alcista -e incluso tras su posterior desplome- era mucho menos valiosa individualmente que las bifurcaciones de bitcoin bitcoin cash y bitcoin SV, bifurcaciones que en el momento de escribir el artículo se encontraban en la trigésima y tetragésimo séptima posición respectivamente.

En estos momentos las dos criptomonedas que se encuentran inmediatamente detrás de ethereum en el ranking son dos stablecoins vinculadas al dólar, a saber; tether y USD Coin, aunque la capitalización de ambas juntas se encuentra varias decenas de miles de millones de dólares por detrás de la capitalización de ethereum.

Según un informe de la empresa de gestión de activos Ark Invest, de la mano de su fundadora y CEO Catherine Duddy Wood, durante los próximos diez años ethereum podría llegar a multiplicar su cotización hasta alcanzar los veinte billones de dólares, lo que implicaría que el precio de esta criptomoneda se encontraría entre los 150.000 y los 200.000 dólares, una predicción que de cumplirse supondría que las criptomonedas han superado la mayoría de edad, aunque no hace falta más que recopilar unas cuantas previsiones del pasado para, junto con una gráfica del precio de ethereum al lado, comprobar lo extremadamente difícil que es realizar una previsión fiable de la dirección e intensidad con la que actuará un activo tan volátil como ethereum.