Diógenes, a la luz del sol

Diógenes de Sínope, quien vivía en un barril (como el Chavo del 8), fue el discípulo más destacado de Antístenes, fundador de la Escuela Cínica y, a la vez, formado por Sócrates.

Su vida giró en torno al propósito de estar desapegado de riquezas y comodidades sociales y mundanas, vestía con una sábana blanca y caminaba descalzo.

Las pertenencias materiales se reducían a un manto, un morral, un bastón y un tazón.

Terminó sus días en Corintos, ya que, capturado por unos piratas, fue puesto a la venta como esclavo y comprado por el comerciante Jeníades, quien resolvió ponerlo en libertad a cambio de formar/educar y ser tutor de sus hijos.

En relación a los filósofos de la época, criticaba la doctrina de Platón sobre las ideas como esencias generales. El principio de su filosofía consiste en renunciar a todo aquello de índole material y honorífico. Dando valor ético al pensamiento y la conversación. Con eso, la tendencia es a liberarse de sus deseos y reducir al mínimo sus necesidades, algo que a la vez convalida lo natural dado al hombre. De esta manera abre un cauce al pensamiento del Estoicismo.

Entre sus discípulos, fue Crates quien generó continuidad a su escuela. Quien por haber sido, también, maestro de Zenón es considerado bisagra entre la Escuela Cínica y el Estoicismo.

Crates de Malos dedicó buena parte de su vida a la cartografía. Entre sus aportes, fue el primero en construir, adaptando sus mapas, el espacio tridimensional elaborando el Orbe Terráqueo Esférico, con lo que añadió nuevos continentes al Ecúmene, que era el plano habitable ya conocido.

La documentación gráfica y explicada se corresponde a los escritos del historiador Diógenes Laercio, en su obra "Vidas, opiniones y sentencias de los filósofos más ilustres".

Entre Diógenes y Nietzsche hubo un hilo conductor que se evidenció cuando el autor de "El Anticristo" sostuvo que “la verdad es la mentira más eficiente”, aquella que ha logrado su objetivo, es tan profundamente mentirosa que le creemos.

Y acerca del llamado pensamiento cínico, establecerá que es la cumbre que puede conseguirse en la tierra. Para conquistarla hacen falta los puños más valientes y los dedos más sutiles.

Cuenta una anécdota sobre que un día Diógenes de Sínope se encontraba en un rincón de la ciudad, tomando sol. Alejandro Magno se acercó a él y le dijo: “Pídeme lo que quieras, porque yo puedo dártelo”. Diógenes lo miró y le contestó: “Apártate de donde estás, que me haces sombra y me quitas el sol”.

Sobre este conocido hecho histórico, citado por diversas fuentes, el historiador Diógenes Laercio va a expresar su mirada escribiendo que “el arte de ser esclavo es gobernar al amo”.

También es bueno recordar una de las máximas más claras de Diógenes, que resume parte de su pensamiento: "Las mordeduras más peligrosas son las del calumniador entre los salvajes y las del adulador entre los animales domésticos".