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Ecuador y el voto decisivo

Con un país marcado por crímenes políticos y asesinatos, las elecciones coronan la tensión en las calles y a un pueblo que espera la paz.

Por Matías Armenio
| 15 de octubre de 2023
Foto: Internet.

Con la poca esperanza que le queda, el pueblo ecuatoriano va a las urnas y decide quién será la persona que intente salvar al país de la crisis o, en el peor de los casos, de una posible guerra civil.

 

La inseguridad es extrema, los asesinatos son diarios y numerosos, los policías no dan a basto y el narcotráfico pisa cada día más fuerte en las calles. Así está Ecuador, sumergido en violencia e incertidumbre.

 

Hoy, después de tantos sucesos traumáticos, Luisa González, aferrada a los ideales del progresismo, y Daniel Noboa, más cercano a la derecha conservadora, se miden en la segunda vuelta electoral para ocupar el sillón presidencial más difícil de las últimas décadas en el país. Es uno o el otro, pero hay un solo propósito: cambiar el sistema de seguridad para frenar la delincuencia.

 

 

¿Quiénes son los candidatos?

 

Luisa González nació el 22 de noviembre de 1977 en Quito de manera circunstancial, ya que se dio en plenas vacaciones familiares. Inmediatamente, sus padres la llevaron a Canuto, un pueblo ubicado en Chone, provincia de Manabí, en donde vivió toda su infancia.

 

González es abogada y obtuvo dos maestrías: una en Alta Gerencia en el Instituto de Altos Estudios Nacionales y otra en Economía Internacional y Desarrollo en la Universidad Complutense de Madrid.

 

Su camino político y su vida pública se desarrollaron durante las gestiones de Rafael Correa entre 2007 y 2017, y fueron de menor a mayor. En 2008 se desempeñó como asesora de la Secretaría de Comunicación e Información del gobierno ecuatoriano.

 

En el transcurso de ese mismo año, se convirtió en coordinadora general de Recursos Humanos, Desarrollo Institucional y Capacitación de la Superintendencia de Compañías. Dos años después, llegó a ser coordinadora general de Agenda Estratégica Presidencial.

 

Ya para 2015, fue designada subsecretaria encargada de la agenda presidencial y más adelante, ocupó el cargo de secretaria general de Despacho Presidencial.

 

Además, en representación de la provincia en donde creció, fue electa asambleísta en las elecciones legislativas de 2021 por la alianza Unión por la Esperanza. Fue posesionada el 14 de mayo de ese año.

 

En las elecciones presidenciales del domingo 20 de agosto de este año y por el movimiento Revolución Ciudadana (RC), la dirigente alcanzó la mayor votación, aunque no logró superar la mayoría requerida para ganar en una sola vuelta, resultado que habían anticipado las encuestas días atrás.

 

Luisa es la primera mujer en llegar a segunda vuelta en los comicios para presidente en Ecuador, en su primera participación por este puesto.

 

Por su parte, Daniel Noboa nació el 30 de noviembre de 1987 en la ciudad de Guayaquil. Viene de una familia muy conocida: su padre, el millonario Álvaro Noboa, intentó cinco veces ser el presidente de Ecuador, sin éxito, y su madre, Annabella Azin, es doctora en Medicina y también supo ser asambleísta y candidata a la vicepresidencia ecuatoriana.

 

Además, es nieto de Luis Noboa Naranjo, uno de los empresarios más importantes del país en el siglo XX.

 

Daniel estudió Administración de Negocios en la Escuela de Negocios Stern de la Universidad de Nueva York. Años más tarde, continuó su carrera y consiguió tres maestrías.

 

Pese a las críticas y al prejuicio instalado por los medios, Noboa no es novato en política. Inició su recorrido en 2021 cuando se transformó en asambleísta de Santa Elena por el movimiento Ecuatoriano Unido, fundado por Edwin Moreno, hermano del expresidente Lenín Moreno. En su etapa como legislador fue presidente de la Comisión de Desarrollo Económico de la Asamblea Nacional.

 

El 17 de mayo de 2023, fue uno de los 137 asambleístas destituidos por el presidente ecuatoriano Guillermo Lasso por medio del Decreto 741, conocido como “Muerte cruzada”, el cual disolvió el Congreso y dio lugar a las elecciones anticipadas.

 

Noboa, con el movimiento Acción Democrática Nacional (ADN), alcanzó el segundo porcentaje más alto en las elecciones que tuvo a ocho candidatos a la Presidencia de Ecuador, solo detrás de González.

 

Fue el candidato más joven entre los ocho postulantes y es el más joven en llegar a un balotaje presidencial.

 

 

Contexto alarmante

 

Estos comicios se realizan en un escenario social difícil como nunca se había vivido antes. Los ciudadanos viven bajo la amenaza latente de ser víctimas de la violencia.

 

En este sentido, Lizeth Escobar, periodista del medio local El Universo, describió en profundidad a Cooltura el día a día en Ecuador: “Las personas dejaron de hacer una vida normal. La incertidumbre y el miedo a lo que te puede pasar, incluso estando dentro de tu vehículo, son cosas que están siempre presentes. Vivimos en unos tiempos muy difíciles, la inseguridad sí se ha tomado al país. Si bien es cierto que tenemos una inseguridad que es de pronto canalizada, no te aleja de ser un daño colateral o de estar en un momento equivocado”.

 

La evolución de las muertes violentas desde 2019 muestran un incremento abismal. En 2019, la tasa de homicidios por cada 100 mil habitantes era de 6,9. Al año siguiente, este indicador se situó en 7,8. En 2021, la tasa fue de 13,9, el doble con relación a los últimos dos años. La suba coincidió con el inicio de las masacres carcelarias, que en dos años dejaron más de 400 presos asesinados. El año pasado, el número casi volvió a duplicarse y se colocó en 25,6. Para 2023, se estima que continúe en aumento y llegue a 40 homicidios por cada 100 mil habitantes. Lo que convertiría a Ecuador en el país más violento de la región.

 

Packo Urbina, periodista del medio ecuatoriano Diario El Telégrafo afirmó que las cosas empezaron a complicarse a partir de la gestión de Lenín Moreno.

 

“Desde ahí (2017) empezó lo grave, porque comenzaron las masacres carcelarias, las pugnas dentro de las cárceles del país, que generó esta violencia; primero dentro de los centros penitenciarios y poco a poco se fue trasladando a las calles. Esos enfrentamientos en las cárceles no se pudieron frenar en el mandato de Moreno y, aparentemente, se quería controlar con el inicio de la gestión de Guillermo Lasso, pero no tuvo el mejor resultado”, aseguró.

 

Según informes policiales, las bandas criminales aliadas con cárteles mexicanos y colombianos utilizan las cárceles como centros de operaciones, desde donde organizan actos que siembran terror en el país.

 

“Como espectadores y comunicadores nosotros sabíamos que la violencia en las cárceles iba a pasar a las calles. Los enfrentamientos de las bandas no se iban a quedar tan solo en quién dominaba un centro penitenciario, sino más bien en quién controlaba la zona. A todo esto, comenzamos a tener una migración que superó los límites establecidos en el Ecuador: las últimas cifras han dado cuenta de que con el ingreso de venezolanos se incrementó también la violencia. Gente que no vino precisamente a trabajar, sino más bien a delinquir y a reforzar las bandas de acá”, detalló Urbina.

 

El hecho violento de mayor trascendencia del año tuvo como protagonistas a seis delincuentes colombianos, quienes abatieron a balazos al candidato Fernando Villavicencio cuando salía de un acto proselitista en un colegio del norte capitalino en agosto pasado. Este asesinato marcó un antes y un después en la política del país, y hasta llevó en aquel momento al Ejecutivo a declarar un estado de emergencia nacional.

 

Al respecto, Escobar consideró que las muertes políticas “no tienen ninguna tendencia clara, no es que pasa solo en candidatos de izquierda o en candidatos de derecha, es disperso. Lo que vimos con Villavicencio fue algo que trastocó totalmente el tablero electoral. No sabemos si iba a pasar a la segunda vuelta o no, pero él era un candidato fuerte y tenía un discurso muy duro”.

 

 

¿De quién es la culpa?

 

A la hora de buscar a los responsables de esta realidad, varias encuestas coinciden en las ineficaces políticas de seguridad del jefe de Estado y en el escaso accionar de la Policía Nacional.

 

“Muchos policías tienen miedo a actuar porque tenemos ciertas leyes que no ayudan en esas ocasiones. Hay una ley que avala el uso regulado de la fuerza, y te dice que tú tienes que atacar al delincuente con la misma arma con la que él te ataca. Muchas veces el uniformado termina siendo juzgado o va detenido. Es por eso que actúan con cierto miedo”, explicó la periodista de El Universo, y agregó: “Hoy en día la gente está muy decepcionada de Lasso, desaprobando su gestión totalmente, y contó los días para llegar a la elección y ver quién viene ahora”.

 

También hay una gran responsabilidad por parte de los mandatos anteriores en no cortar la problemática de raíz y en especular sobre una posible crisis a futuro. La inseguridad escaló a niveles inéditos y, hasta ahora, no se registró una merma en las estadísticas.

 

Martha Samaniego, comunicadora también de El Universo, sostuvo que “no se puede responsabilizar únicamente a una persona (Lasso), la situación actual es la consecuencia de una suma de factores, como la apertura de las fronteras, la falta de coherencia entre el Poder Ejecutivo y el Legislativo, y de recursos y potestad por parte del Estado con respecto a los grupos delictivos, entre otros motivos”.

 

 

Un claro pedido

 

Independientemente de cuál sea la ideología política que gane hoy las votaciones en el país, el termómetro social indica un cansancio y hartazgo insostenible, pero por sobre todas las cosas, un deseo de volver a vivir con tranquilidad.

 

“Los ecuatorianos están cansados de vivir en la zozobra y basarán su decisión en el candidato que sientan que por lo menos garantizará que vivan en paz el día a día”, analizó Samaniego. Sin embargo, aclaró que “a pesar de que vivimos en un contexto convulsionado por la violencia, el ecuatoriano trata de no perder la alegría y el humor”.

 

Los últimos sondeos señalan una mínima diferencia entre ambos candidatos, casi un empate, aunque lo que sí está claro es que la persona que gane la Presidencia debe ponerle un punto final al desorden social. Hoy puede ser un nuevo comienzo para el país.

 

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