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Prisión perpetua para el asesino de Dora Arce

Gustavo Daniel Agüero confesó el crimen ante los jueces antes de cerrar el debate. Pidió perdón a su familia y a la de la víctima.

Por redacción
| 16 de noviembre de 2023
Agüero habló ante el tribunal y se quebró. Foto: Inés Cobarrubia.

“Quiero pedir disculpas a la sociedad, a mis hijos y a mi familia. Fue muy duro lo que pasó, lo lamento tanto… no sé, no estaba en mis cabales. Esto me duele en el alma, no en el corazón”; “Sólo estoy pidiendo el perdón de Dios. Me hago cargo de lo que hice, nada más señor juez”. Con esas palabras, Gustavo Daniel Agüero admitió este jueves haber asesinado a Dora Arce, su pareja y madre de sus hijos, en febrero del 2022, en Quines. La confesión motivó que tanto la fiscalía como la defensa desistieran de los testigos que restaban y el debate pasó directamente a los alegatos. Cerca de las 16, los jueces regresaron a la sala con el veredicto, que no fue otro que el de prisión perpetua para el imputado.

 

Agüero, que tiene 40 años, escuchó las declaraciones de una hermana de la víctima, de una amiga y de la hija mayor de Dora, una joven de 24 años que no es hija del imputado y que fue criada por su abuela, mamá de la víctima. Lo hizo tranquilo, sin inmutarse, pero cuando el tribunal llamó al estrado a su hijo Leonel, que estaba al momento del crimen y que hoy tiene 18 años, el hombre comenzó a llorar y ya no pudo detenerse.

 

El chico finalmente no pudo prestar su testimonio. La fiscal de Juicio Virginia Palacios y los abogados Guillermo Sánchez Pagano y Andrés Fernández acordaron que no era necesario revictimizar al joven y, atento a que el imputado quería declarar, lo hicieron pasar al estrado.

 

Tras su confesión, en la que también le pidió perdón a la hija mayor de Dora y su familia, el hombre aceptó responder una única pregunta, de uno de sus defensores: “¿Usted reconoce ser el autor del homicidio de Dora Arce?”, le consultó Sánchez Pagano; y él respondió “sí”.

 

Luego volvió a su lugar, puso ambas manos rodeando su cara y parte de su cabeza, se encorvó y así se quedó largo rato, sollozando. Como lo habían acordado, las partes desistieron de las declaraciones de familiares de él que esperaban en el pasillo.

 

Al momento de alegar, Palacios dijo que tanto el crimen como la autoría quedaron acreditados más allá de la confesión y sostuvo la calificación legal inicial: “Homicidio calificado por el vínculo y por mediar violencia de género”. Sobre el vínculo de pareja entre víctima y victimario no había mucho que aclarar, y sobre la violencia citó el testimonio de una amiga de Dora, quien sólo mencionó que el hombre la celaba y que la noche del homicidio la estuvo vigilando todo el tiempo. No obstante, esa mujer, quien dijo ser amiga de Arce desde hacía unos tres años, aclaró que nunca vio golpeada a la mujer y que ella jamás le mencionó que Agüero la violentara física o psíquicamente.

 

La fiscal agregó que en la pareja había una clara asimetría y un predominio y prevalencia del hombre sobre la mujer, quien a su vez era cosificada por él con una frase que repitió varias veces: “Si no sos mía no sos de nadie”. Para cerrar, la funcionaria pidió perpetua como única pena posible.

 

A su turno, Fernández se mostró sorprendido de que Palacios haya mantenido la calificación legal original ya que, a su entender, la violencia de género nunca pudo comprobarse. Mencionó que las entrevistas arrojaron que la pareja tenía un excelente concepto de sus vecinos y que ni ellos ni otros testigos jamás mencionaron haber visto a Dora con alguna lesión que hiciera presuponer una relación violenta, sumado a que la única herida que tenía el día que la mataron era la puñalada que recibió en el pecho.

 

Sánchez Pagano también atacó la calificación de la fiscalía y remarcó que todos en el pueblo veían a Agüero como una persona tranquila. También que ningún testigo refirió que Arce le haya comentado que sufría violencia, que no constan denuncias de ello en ninguna comisaría y que es mentira que había una asimetría en la relación ya que ambos trabajaban y ella tenía independencia económica y manejo del hogar. “Para que este lamentable y luctuoso episodio pueda ser calificado como lo que vulgarmente llaman femicidio tendría que haber violencia previa, y acá eso no sucedió. El homicidio de Dora Arce fue un hecho totalmente aislado que nada tuvo que ver con la violencia de género”, dijo, e introdujo la hipótesis de que su defendido actuó bajo una emoción violenta en medio de una discusión en la que la víctima cuestionó la hombría y hasta la paternidad del imputado.

 

Por lo expuesto pidió que Agüero fuera condenado a 10 años de prisión por el delito de “Homicidio culposo por el vínculo en estado de emoción violenta” y planteó la inconstitucionalidad de la prisión perpetua, mencionando, entre otros fundamentos, que el hombre recuperaría la libertad recién a los 85 años.

 

Por unanimidad, los jueces José Luis Flores, Hugo Saá Petrino y Fernando Julio De Viana terminaron condenándolo a perpetua pero sin el agravante de la violencia de género, por “homicidio calificado por el vínculo de pareja”.

 

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