Ha llegado la hora de la verdad

Llegó el día. Luego de un año electoral que tuvo todos los matices, los argentinos vuelven a concurrir a las urnas para elegir al ciudadano que a partir del 10 de diciembre se sentará en el codiciado Sillón de Rivadavia. Superada la etapa de las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias de agosto, solo cinco postulantes llegaron a la elección general del 22 de octubre. Ninguno de ellos alcanzó el número de sufragios necesarios para consagrarse presidente de la República. Entonces, dos de ellos accedieron a esta segunda vuelta que se define hoy. Ahora sí, bastará un voto de diferencia para que uno de ellos se consagre ganador de la contienda electoral. Hasta esta instancia, desde lo legal, el proceso ha transcurrido con absoluta normalidad. Fuera de encuestas, consultas y comentarios, la realización concreta de los comicios no ha recibido objeciones de ningún tipo. Por otro lado, tuvieron lugar todas las instancias de debate a las que la ley obliga. Los mismos transcurrieron con absoluta normalidad. Luego, cada ciudadano sacará sus propias conclusiones acerca de la actuación de cada protagonista. Por otro lado, se dispuso de abundante información acerca de las propuestas de cada uno, de la opinión de los postulantes al cargo de vicepresidente y de la mirada de cada espacio acerca de las más diversas cuestiones. Los medios de comunicación realizaron múltiples entrevistas a cada uno y reflejaron en imágenes la profusa actividad proselitista de cada uno. Se pudieron analizar gestos, miradas, reflexiones, gritos y hasta algunos disparates que podrían haberse obviado. Las redes sociales amplificaron de las formas más variadas cada detalle de cada actividad. En los más diversos formatos se pudieron apreciar todas las secuencias de la actividad electoral y de la vida social y personal de cada uno de los dos candidatos.

La mirada histórica obliga a recordar muchos momentos tristes de la historia argentina en los que esta posibilidad de participación y decisión estuvo vedada para los argentinos. Mucho costó recuperar terreno y consolidar la democracia. Vale honrar a quienes consagraron su vida a este propósito. Una buena forma de honrarlos es el sostén de la más activa participación y del respeto a la transparencia y la vigencia de estos procesos que tanto contribuyen al progreso de los pueblos. Aun reconociendo omisiones, errores y deficiencias, este es el camino y cabe recorrerlo en paz y en armonía. Ojalá sea una jornada de verdadera fiesta democrática y quienes sean elegidos puedan asumir con responsabilidad y compromiso este mandato patriótico. Esto se afirmaba el 22 de octubre y vale la pena repetirlo. Sobre todo, cuando surgen algunos cuestionamientos y se pretende poner en jaque la convivencia democrática y, sobre todo, la transparencia que puedan tener los resultados. El sistema ha sido puesto en práctica y auditado en muchas oportunidades, superando incluso algunos planteamientos muy complejos. De modo que los ciudadanos deben concurrir a votar con absoluta tranquilidad y sabiendo que la transparencia de los comicios está asegurada. Incluso, los fiscales de mesa de cada candidato así deberían reafirmarlo, luego de custodiar sus intereses durante toda la jornada. Si sucediera lo contrario, disponen de todas las herramientas para denunciarlo.

El escrutinio será simple y sencillo en todo el país. Dos boletas de un solo cuerpo aseguran un ritmo febril de recuento y prontos resultados. La importancia de cada sufragio y la necesidad de números ciertos obliga a actuar con criterio, responsabilidad y sentido común. El país funciona como un único distrito y habrá que contar hasta el último sufragio.

En San Luis, se votará con la paz social que caracteriza a la sociedad. Con la tranquilidad habitual. Sin sobresaltos y con estricto cumplimiento de todas las normas que la ley establece. En cada rincón de la provincia se vivirá una intensa jornada democrática.