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El tambo San Miguel trabaja a toda máquina

El establecimiento está ubicado en el corredor Quines-Candelaria, no para de producir leche en todo el año. Cuenta con tres turnos de ordeñe de 1.750 animales.

Por María José Rodríguez
| 03 de diciembre de 2023
Equipo. Federico Lisa, el gerente de producción, junto a José Luis Cardinali. Detrás está el tambo con tecnología de primera. Fotos: Lisardo Martínez.

La lluvia, el barro, el sol y el viento son factores que pueden alterar una producción óptima de leche en cualquier tambo. En el de San Miguel, ubicado sobre el corredor productivo Quines-Candelaria, se ocupan de que las vacas se desarrollen en las mejores condiciones para alcanzar los mejores resultados. Es el establecimiento más grande de la provincia y cuenta con un plantel de aproximadamente siete mil animales de la raza holando argentino de todas las categorías.

 

El predio es impresionante. Está bien organizado y se nota una distribución estratégica de las diferentes unidades de negocio, porque además de los corrales, hay campos sembrados con maíz, que sirve de alimento para las vacas.

 

“Tenemos cinco categorías: la primera es cuando los animales llegan de la guachera y alcanzan los 180 kilos; luego pasan a recría, que es la segunda fase, aquí se les prepara otra dieta, un poco más proteica y energética, cuando llegan a los 270 kilos, pasan a la categoría 3, en la que se empieza a preparar a la vaquillona para ser inseminada, acá pisan los 360 kilos y siguen a la etapa  4, que es la de servicio, en esta zona permanecen de tres a cuatro meses, hasta que se preñan y pasan a la 5 que es la preñada. En nuestro tambo las vaquillonas paren con 24 meses de edad, se empiezan a inseminar con un promedio de trece meses”, dice José Luis Cardinali, veterinario y jefe de Unidad de Negocios.

 

La primera parada para ambos periodistas de la revista El Campo fue la “guachera”. Allí había hileras de jaulas con comederos en las que estaban encerradas las terneras recién nacidas, que permanecen con la madre solo una hora después de nacer y luego las separan.

 

Después de las guacheras, los animales pasan a unas galerías de sombra “son nuevas, tienen escasos tres meses. Ahí las vacas tienen sobre la línea de comedero un refrescado, este dispositivo está compuesto por picos que largan abanicos de agua. Gracias a ellos la vaca tiene un ciclo de mojado sobre el lomo de dos minutos, y dos minutos de secado. De esta manera se evapora el calor, es decir que baja la temperatura del cuerpo y se refresca el animal. Cuando tenemos algún problema de energía, hace un día de calor intenso y no podemos prender los refrescados, la producción disminuye”, afirma.

 

Todos los días religiosamente a las tres de la tarde les dan de comer, asegura el veterinario, y cuenta que “se limpian los comederos de lo que quedó el día anterior y se pone comida nueva. Esto se hace así porque al estar a la intemperie el animal recibe la radiación solar y el viento, entonces pierde calidad nutricional y en lechería eso se traduce en litros. Está comprobado que conviene sacar el remanente de comida y poner nueva. Estas vacas comen aproximadamente 26 kilos de materia seca por día. La dieta tiene entre el 47 y el 50 por ciento de materia seca, el resto es agua, traducido a kilos totales comen entre 50 y 55 kilos por día”.

 

La lluvia genera barro en los corrales y esto estresa muchísimo a la vaca, el viento sur también. El animal se pone de espalda y no come, entonces no produce leche, además “el barro les genera una dermatitis en las pezuñas y es muy dolorosa para ellas, esto por ende también hace que disminuya el consumo de alimento y por lo tanto la producción de leche”, contó Cardinali.

 

Durante el recorrido se observaban silos de maíz y de trigo en la zona de recría, “estos son los corrales de aparte donde se trabaja en la vacunación, se insemina las vaquillonas y se trata a terneras enfermas. Los terneros recién llegados de la guachera, que comen rollo de alfalfa, tienen entre 90 y 100 días. El celo se detecta a corral por monta, se le anota un número y esa misma tarde noche se insemina. A la tarde se hace el mismo proceso y esa vaca se insemina al otro día temprano”.

 

En cuanto a la raza holando argentina los propietarios del tambo diversifican la genética, compran semen a tres o cuatro firmas internacionales, “algunos toros nacionales usamos también. Antes las empresas hablaban de semen, actualmente se habla de genotipado, es decir un test genómico que se le hace a la ternera y en base a ese estudio de ADN se puede corroborar el mérito que tiene, es decir que con esta información podés decidir si la vaca va a quedar en el plantel como madre o no”, dice José Luis, a la vez que afirma que nunca trabajaron con embriones.

 

El trayecto incluyó una pasada por el patio de comidas, “acá almacenamos los insumos que compramos como burlanda seca de maíz, maíz molido, que se produce en este establecimiento; y los concentrados de lactancia. Los rollos de alfalfa los producimos acá, tenemos harina de soja y pellets de cascarilla de soja. Abajo está la semilla de algodón, que también se hace en este establecimiento y aporta proteína y algo de grasa a la nutrición”, explica el productor, pero asegura que cuando la vaca tiene una dieta energética, como la que está en producción engorda, y eso es “perjudicial porque cuando se llena de grasa se afina el canal del parto. Después de parir la vaca entra en un balance energético negativo, metabólicamente hablando, entra en un estadio de cetosis, que es como la cetosis de los diabéticos”.

 

La dieta de los animales es TMR, que significa Ración Totalmente Mezclada que significa que la vaca no pastorea en ningún momento. Solo comen el alimento procesado.

 

Por día son tres turnos de ordeñe con 1.750 vacas. “El sistema que tenemos es una doble fosa de 24 bajadas, se llama espina de pescado, las vacas se posicionan a 45 grados y es una línea ordeñe alta. Entran 48 vacas al mismo tiempo. Cuando salen las de un lado, se pone la pezonera del otro, para que sigan ordeñando”, explica Cardinali a los periodistas que observan el proceso.

 

Todas las vacas tienen un chip electrónico en la oreja, el objetivo de ese botón es que cuando entren por la puerta, una antena las registre y las posicione en los 24 espacios. El sistema mide la producción de leche en cada posición y registra la cantidad de litros. “Esto se hace los 365 días del año. Si una vaca está produciendo 60 litros por día y de golpe baja a 40 o a 20, algo pasa y el sistema emite una alerta que se ve en la computadora y los chicos la separan. Cuando van saliendo, pasan por una puerta que funciona automáticamente y tiene otra antena, se abre sola y deriva al animal para que vuelva a su corral de espera, por sanidad o para inseminación”, especifica Cardinali.

 

Una vez que las vacas están separadas las revisa un veterinario, “es muy importante para nosotros tener mediciones constantes porque la vaca tiene una curva de producción. El periodo más crítico de una vaca es el parto, en los próximos 30 días la vaca se está recuperando de ese proceso, entonces estamos atentos a todas las enfermedades metabólicas que puedan surgir”, concluyó el veterinario.

 

 

Un poco de historia tambera

 

El tambo inició en agosto del 2012 en Monte de los Gauchos, en Córdoba. “A todos los alimentos los producimos en origen, exceptuando algunos muy pocos, como la proteína, los minerales o algún suplemento vitamínico que se compra, pero el resto se produce todo acá. La idea era transportar el menor grano posible y darle valor agregado en origen. Esta es la idea y la razón por la que nos trasladamos a Quines en 2012”, cuenta Federico Lisa, gerente de producción de la empresa.

 

En sus comienzos, el tambo contaba con 900 vacas en ordeñe, “llegamos a las 2.100, pero después nos estabilizamos en 1.750 vacas promedio anual, y para ordeñar esa cantidad de vacas tenemos más de 4.200 en actividad”, afirma Lisa y añade que “en el 2001 compraron estos campos, porque teníamos la visión estratégica de producir con el menor riesgo posible y esta zona tiene un acuífero muy importante de recarga natural que permitía regar. Fuimos creciendo, pero básicamente la idea era producir agricultura bajo riego”.

 

Lisa asegura que la actividad del tambo surgió para dar valor agregado en origen, “desde 2012 llevar granos al puerto de Rosario era caro. Ahora no se hace más commodity, pero sí specialty como el algodón o el maíz que va para el silo. Además, hacemos maíz de más porque estamos sujetos al clima y no podemos permitir que le falte alimento al tambo”.

 

En aquel entonces solo trabajaban en dos ordeñes y tenían una producción relativamente baja, no llegaban a los 25 litros. En otras partes del mundo hay tambos que producen con cuatro ordeños por día, con menor cantidad de vacas. Pero la idea es seguir tres veces por día, es lo que hacen todos los tambos en Argentina.

 

“Buscamos producir mozzarella y algunos quesos, yogures de alta calidad.Pero esos proyectos están en carteraporque no hay crédito para invertir. El entorno económico aún no nos lo permite, crecemos despacio, hasta que se abra alguna ventana”, explica Federico.

 

Actualmente, entre todas las unidades de negocio de San Miguel cuentan con 130 personas trabajando en temporada, que residen en su mayoría en Candelaria y Quines, y algunos en Luján.

 

“Estamos enfocados en el bienestar animal y en las buenas prácticas agrícolas, mientras más confort tenga el animal, más produce. Los paneles de sombras, que es algo nuevo, nos va a dar un plus en la producción”, afirma y añade que “es real que compramos insumos en dólares, y vendemos la leche en pesos, ni siquiera en el último año nos hemos equiparado a la inflación de cada mes. Los productores en líneas generales ganan cada vez menos y sus costos están muy altos. Hoy, producir un litro de leche es más caro de lo que cobramos. Hablamos de que tenemos entre 180 y 200 pesos de costo, y cobramos 129. Es cierto que el tambo no solo vende leche, también se comercializa la carne. Lamentablemente nos tenemos que deshacer de las vacas por rechazos normales y también es otra parte de los ingresos, pero no alcanzamos a cubrir los costos. Hoy la mayoría de los tambos está en la línea de quebranto. No es el caso nuestro, pero es lo que está pasando en el país", expresó Lisa.

 

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