Julieta Baraldini
Consteladora
El cuerpo y los síntomas
Dentro del mundo de las constelaciones familiares, consideramos al cuerpo como ese espacio intermedio entre el “yo” y el “inconsciente familiar”. El cuerpo es la interfaz entre la historia de uno y el relato, un tanto traumático, de la familia. Esta historia olvidada o secreta hace mucha fuerza por salir a la superficie y, a veces, lo hace a través de síntomas que la ciencia tradicional no logra comprender ni corregir.
Estos síntomas son tratados como “raros” o inexplicables. Para mí, como terapeuta, estos síntomas son el hilo rojo de una gran madeja llamada inconsciente familiar.
Me pica todo, mamá.
Una pequeña nena desarrolla una alergia fuerte en cara, garganta y esófago. Con todos los estudios hechos, no encontraban correspondencia con nada, dado que ningún estudio la ubicaba como alérgica.
En una constelación familiar, frente a este síntoma, pregunto por la historia más lejana, la de los abuelos y bisabuelos. Cuando llegamos a la de la bisabuela materna, judía, muerta en los campos de concentración, encontramos un dato importante. A esta mujer, durante el holocausto, la asesinaron arrojándola a un pozo con cal.
Sus hijos vieron cómo gritaba y moría quemada por la cal. Un solo hijo sobrevivió al holocausto. Este hijo, aunque ya adulto, quedó mudo por el trauma. Aun así, se enamoró, se casó y tuvo hijos. Siguió apostando a la vida.
La madre de la niña era parte de la descendencia de este abuelo mudo. Durante la sesión, la niña mostró que su alergia, que se hacía aguda en garganta y esófago, representaba los gritos de dolor del único hijo sobreviviente, que no pudo gritar a su madre, gritar de dolor al verla morir. Si lo hacía, también lo mataban a él.
Cuando podemos dar con el punto clave en la historia transgeneracional, nos abrimos a la vida, poniendo fin y amor a los sucesos duros de nuestros ancestros.
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