¡Socorro, Elsa!

El 24 de mayo de 2013 murió la escritora argentina Elsa Bornemann.

Pasaron diez años ya…

Creo que la literata es sinónimo de una palabra: ¡Socorro! Esas historias de terror juvenil, que tenían cierto aire a la saga de “Escalofríos”, fueron de lo mejor durante la década de los noventa. El libro fue publicado en 1988 y contenía “Doce cuentos de terror para niños”. Y eran realmente apasionantes para los chicos curiosos.

Publicó una treintena de libros en sus 61 años de vida. Tenía algo de María Elena Walsh, de esas personas que uno no conoce, pero que a la vez se encariña con una sinrazón.

Nació en Parque Patricios, Buenos Aires, el 20 de febrero de 1952. Fue profesora de Letras egresada de la Universidad de Buenos Aires. Ejerció la docencia en todos los niveles, dictó numerosos cursos y conferencias e integró variedad de mesas redondas y jurados.

Con “Un elefante ocupa mucho espacio” se ganó la enemistad de los militares en la última dictadura en Argentina. Durante el autodenominado Proceso de Reorganización Nacional esa publicación fue censurada y ella pasó a integrar la lista de autores prohibidos.

Un libro para chicos, que hable sobre la amistad, la libertad, la justicia y solidaridad no condecía con el panorama social que se veía en el país. Aunque realmente los ciudadanos no entendían del todo lo ocurrido en esos años nefastos.

Ahí está la relación con María Elena de nuevo. Su escrito “El reino del revés” también fue víctima de los lapicitos tachadores. Y con su música… nada más hace falta escuchar las letras y que cada persona saque conclusiones sobre el pensamiento adelantado que tenía esta artista que era feminista acérrima.

Retomando la historia de una de las grandes “Letras Argentinas”, recibió un premio de la Fundación Konex en 2004. Y por si fuera poco, en los últimos veinte años, las ediciones de sus libros editados en Alfaguara superaron los dos millones de ejemplares.

Finalmente, con un halo de misterio, en una tarde fatídica, los problemas de salud pusieron fin a su aventura. Pero sus páginas escritas están ahí, de por vida.

Socorro, Elsa… hay algo debajo de la cama.