La reincorporación de Estados Unidos a la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) es un regreso de la nación norteamericana hacia el multilateralismo, pero también una decisión razonable en función del equilibrio global.
Para la directora general de la Unesco, Audrey Azoulay, “es un fuerte voto de confianza, no solo en la centralidad del mandato de la organización, cultura, educación, ciencia e información, sino también en la manera en que este mandato se traduce hoy”.
La entidad convocó el 12 de junio a los 193 países miembros para comunicarles la decisión y solicitud de Washington, que se había retirado de la organización en 2018, por orden del entonces presidente Donald Trump (2017-2021).
También durante la presidencia de Ronald Reagan (1981-1989), Estados Unidos dejó la organización, para retornar en 2003, bajo el mandato de George W. Bush (2001-2009).
El actual presidente, Joe Biden, planteó cambios de política internacional y reincorporación a entidades multilaterales con la consigna “we’re back” (“estamos de regreso”).
En el caso de la Unesco y otros organismos, influyó la percepción en Washington de que su retiro produjo un vacío que favoreció el protagonismo de China.
En marzo, el jefe de la diplomacia estadounidense, Antony Blinken, dijo ante una comisión del Congreso de su país, al tratar temas de educación e inteligencia artificial, que "de verdad creo que deberíamos volver a la Unesco, no como un regalo, sino porque las cosas que están ocurriendo en la Unesco realmente importan".
"En la actualidad, China es el contribuyente más grande, nosotros ni siquiera estamos en la mesa. Es importante que volvamos", dijo.
La ausencia estadounidense, según sus diplomáticos, “socava la capacidad de ser eficaces en el marco del enfrentamiento en la era digital con China”.
Estados Unidos pagó cerca del 22% del presupuesto de la Unesco, alrededor de 80 millones de dólares, hasta 2011, año en el que los territorios palestinos fueron admitidos como miembros de esa agencia de la ONU, razón que luego esgrimiría Trump para dejar el organismo, al tildarlo de “antisemita”.
Las cuotas impagas de Estados Unidos a la Unesco superan los 600 millones de dólares y el país asumió saldar progresivamente esa deuda.
En la carta mediante la que Washington pidió la reincorporación, elogió la forma en que la Unesco abordó “los desafíos emergentes en los últimos años, modernizó su gestión y redujo las tensiones políticas”.
La organización lanzó nuevas iniciativas para abordar plenamente los desafíos contemporáneos, como la ética de la inteligencia artificial o la protección del océano.
Mientras que otras campañas de campo emblemáticas, incluida la reconstrucción de la antigua ciudad de Mosul, en Iraq, le permitieron a la organización reconectarse con sus ambiciones históricas.
El regreso de Estados Unidos a la Unesco traerá un nuevo presupuesto y el deseo de “retomar el liderazgo” en un escenario geopolítico extremadamente complejo.
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