"Le resta disfrutar. Y seguir disfrutando"

Quién, como ser humano, puede ponerse en la piel de otro individuo y sostener que la decisión de esa otra persona sea correcta o desacertada.

Nadie tiene el derecho de hacerlo.

Pero, como en fútbol todos creemos (sobre todo en nuestro país) tener certezas sobre lo que el otro debería hacer dentro de la cancha y, como efecto colateral, afuera de ella, la decisión de Messi, ni más ni menos que el mejor futbolista del planeta, genera en cada compatriota y en cada habitante del mundo un permiso para opinar.

Y el permiso se vincula a que

Messi ya pasó a ser de todos y todas. El tipo rompió el molde con la pelota en los pies y con sus actos fuera del rectángulo de juego.

Messi va a Miami. Más cerca de la cálida temperatura que abrace a su familia, que de una competencia de elite.

Y si alguien se ganó el derecho absoluto de elegir dónde seguir deleitando, ese es el capitán de la Selección Argentina campeona del mundo en Qatar.

La única figurita que faltaba en su álbum era levantando la Copa. Y la tiene. Y antes también había ganado la Copa América. Y a partir del título en el mundo árabe es que los que pintan canas y dudaban, y los niños y niñas del mundo que ya lo idolatraban, lo transformaron en lo que es: un ejemplo por lo que hace (juega a la pelota como nadie) y por cómo lleva adelante ese profesionalismo (nunca se marea con los flashes del poder).

¿Qué le resta? Le resta disfrutar. Y seguir disfrutando. Y que se ponga la camiseta celeste y blanca, siga sonriendo y nos siga haciendo sonreír.

Ganar no le falta nada. Conquistar, lo conquistó todo. La alegría que nos dio en Qatar será eterna.

Vaya y disfrute Leo. Juegue donde quiera, pero no deje de jugar.